He leído con suma atención la carta firmada por el señor Juan Marcotullio, titulada “Un cuadro confirma la historia” (27/08). En ella el autor retoma un viejo tema de la historia política argentina, afirmando que el Estado argentino, durante la primera presidencia de Juan Perón, brindó “refugio de criminales nazis en las décadas del 40 y del 50. Y esto no es ni un mito ni una suposición. Está documentado que nuestro país entregó pasaportes, cobertura y amparo a figuras del nazismo derrotado”. Tal cual está redactada la carta, los lectores desprevenidos pensarán que la Argentina fue el único país que otorgó pasaportes, salvoconductos u otra documentación (a veces con nombres supuestos) que permitieron que criminales de guerra encontraran refugio en estas tierras. Pero no fue el único país en el que se escabulleron dirigentes y militantes nazis. Estados Unidos, Francia, España (para nombrar países del hemisferio norte) y varios países sudamericanos recibieron decenas de nazis después de la derrota de Alemania. Un buen número de esos pasaportes o salvoconductos fueron emitidos directamente en Europa por diplomáticos y agencias de inteligencia, por miembros de la Cruz Roja y diversas iglesias, incluida la católica, muchas veces más por sobornos que por connivencia ideológica con los prófugos. Quizás el mito del “oro nazi”, con el cual se iba a crear en la Argentina el Cuarto Reich, haya alimentado esa visión distorsionada y autodenigratoria, lo que el señor Marcotulio sintetiza como “una verdad incómoda y vergonzosa”. Todas estas cuestiones están muy aclaradas en el libro de los prestigiosos académicos argentinos Ignacio Klich y Cristian Buchrucker (compiladores) “Argentina y la Europa del Nazismo. Sus secuelas”, editado en 2009. Y totalmente desacreditada la existencia de una organización secreta denominada “Odessa” (que desde 1945 habría organizado la fuga a Sudamérica de muchos jerarcas nazis) por el diplomático e historiador alemán Heinz Schneppen en su magnífica obra “Odessa und das Vierte Reich - Mythen der Zeitgeschichte”, publicada en 2007. El tema de la infiltración nazi en la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial ha sido muy utilizado políticamente apelando a mitos y fantasías. Es hora que prime la mirada serena de los científicos especializados en la materia.
Pablo Labal
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