Se “motouberiza” el transporte público

Se “motouberiza” el transporte público

“El transporte público de la capital implosionar,  no tiene futuro”, dijo el vicepresidente de Aetat, Jorge Berretta, el martes pasado. Se refería una serie de situaciones graves que van hundiendo más el sistema, que desde hace años está en el fondo: 1) “falta de control de los transportes ilegales o pseudo legales”, dijo. 2) “Los carriles exclusivos que se implementaron con muchísimo éxito y que ahora están siendo invadidos y poco controlados”. 3) “La situación de la economía nacional, donde los sueldos cada vez tienen menos poder adquisitivo, por lo cual la gente evita viajar”. 4) “Costo financiero de las empresas de transporte por los atributos sociales de la SUBE”. Es decir, cuando un pasajero paga el pasaje con la tarjeta, abona un 45% de los $950 que cuesta el pasaje. El otro 55% se lo devuelve la Municipalidad a las empresas 60 días después. Antes de la implementación de la SUBE se lo devolvían en el día, afirman. 5) “El trimestre pasado bajó un 30% la cantidad de pasajeros transportados en colectivos”.

Manotazo de ahogado

En efecto, va a implosionar. Los empresarios, “quemados” desde hace dos décadas por un sistema que combina tarifas y recorridos impuestos por el Estado (Municipalidad o Provincia) y subsidios (que ahora sólo aporta la Provincia) están tirando sus últimos manotazos de ahogado: ahora que ya no sube nadie al ómnibus urbano capitalino, piden dejar de cobrar por pasajero transportado, y hacerlo por kilómetro recorrido. La Municipalidad tiene que analizar esa propuesta.

¿Es sólo en la Capital? “Estamos ante un fenómeno en el cambio de movilidad de las personas. Un fenómeno grosso”, dice Maxi Villagra, empresario de la línea 19, que advierte que hay una baja gigantesca de pasajes y que no hay forma de aumentar el costo de boleto (lo cual debería autorizar el Concejo Deliberante), que no hay modo de aumentar el aporte de subsidios que paga la Provincia (que se hizo cargo cuando la Nación se desentendió del asunto) y que nadie se va a hacer cargo en esta época electoral de legislar con respecto a Ubertaxi o Ubermoto.

Ya los taxistas están virando de modo ilegal a Uber y cualquiera con una moto se sube al sistema de traslado de personas. Sin pensarlo demasiado, la gente se trepa a las motos. No importa si tienen o no seguro, si los conductores saben o no manejar. La Municipalidad apenas ha esbozado algunos acuerdos con algunos cadetes para que hagan un curso de manejo pero Concejo y Municipalidad no saben por ahora para dónde ir con el fenómeno.

Batalla perdida

El asunto es esencialmente urbano y capitalino. En el interior, donde la moto reina, pero no como servicio de transporte público, sino como vehículo familiar, no se han planteado fuertes debates sobre Uber como en San Miguel de Tucumán.

En las zonas rurales la batalla de los grandes transportes públicos está perdida desde fines del siglo XX, cuando después de la decadencia y desaparición del tren las líneas de colectivos que unían los diferentes pueblos y estos con la capital cedieron paso a los precarios transportes rurales y los taxis pirata. Hoy estos vocean los servicios en la cara del Gobierno, en la esquina de San Martín y 25 de Mayo.

El interior de la provincia sabe lo que es que cada uno se las arregle por su cuenta y riesgo para trasladarse. En las casi tres décadas que llevamos con este sistema de transporte público en el Tucumán de fuera de San Miguel no se hizo nada, excepto permitir la decadencia. Tampoco un programa para estudio de accidentes y de necesidades de circulación de la población. Eso que a diario viajan  unas 200.000 personas ida y vuelta a la Capital. Se ha tapado con la alfombra la crisis del transporte en el interior.

Ahora ha llegado a la Capital. Villagra dice que a pesar de los esfuerzos de la Municipalidad capitalina, esta no tiene recursos para auxiliar como sí hace el Gobierno provincial, que les financió 100 colectivos a las empresas. Ahora está la propuesta a la Municipalidad de cambiar el sistema de cobro, no por pasajero sino por kilómetro. ¿Servirá eso? No se habla de un cambio integral del sistema de transporte público, que desde hace mucho tiempo debería estar en estudio. La Municipalidad prácticamente ha desaparecido en este debate.

La paradoja

El fenómeno que viene, si desaparece el sistema -añade Villagra-, es que las aplicaciones, al incrementarse la demanda, harán que se dispare el precio hacia arriba. “Eso ya pasó en el interior con los rurales. En la Capítal ocurre en los días de paro, cuando no hay ómnibus. El Uber cuesta más”. Y así -concluye- “se da la paradoja de que el transporte público sirve para que, por ahora, los que usan Uber tengan una tarifa accesible”. Cuando desaparezca el ómnibus será otra cosa.

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