Fabio Martinez: “La jugadora de pádel es mi novela más cordobesa”
El escritor nacido en Salta vuelve a la novela. Pero lo hace desde Córdoba, donde la vida cotidiana se abre paso entre las aulas de secundaria y las canchas de pádel. La jugadora de pádel, publicada por la editorial Antipop, nombra lo que circula en el presente: criptomonedas, expertos en inversiones, crisis y un deporte que funciona como evasión. En esta conversación, Fabio Martínez habla de su libro, pero también de lo otro: cómo escriben los escritores cuando el país los empuja al límite y cómo las editoriales intentan no naufragar en la misma marejada económica.
FOTO GENTILEZA Osvaldo Martinez
Hay algo en la biografía deFabio Martinez (Campamento Vespucio, Salta, 1981) que resuena como un mapa trazado a contramano: hijo de un obrero de YPF en los días previos a la privatización, infancia y adolescencia en Tartagal, migración a Córdoba, donde estudió Comunicación Social y donde todavía da clases en una escuela secundaria de Colonia Tirolesa. Es escritor y editor. Publicó cuentos y novelas, ganó premios provinciales en Salta y nacionales, dirige su propia editorial en medio de crisis que vuelven al libro un lujo, y sin embargo —o justamente por eso— insiste en escribir. Sus primeras ficciones tuvieron como marco a Salta y al menemismo. Ahora, en La jugadora de pádel, Martinez dice haber encontrado otra respiración: un relato más directo, más urbano, más cercano a su vida actual en Córdoba, con pádel, cuarteto, criptomonedas y crisis.
¿Cómo nació la idea de La jugadora de pádel?
Me la contó mi pareja. Ella juega al pádel, yo juego al pádel y una noche después de un turno, ella se quedó con unas conocidas a comer algo y una de ellas contó esta historia, o algo parecido a esta historia. Apenas me la contó fue como una pelotita de pádel que entró en mi cabeza y nunca dejó de rebotar. A cada rato me repetía “que buena historia” “que buena historia” hasta que la escribí.
¿Qué te interesaba explorar en esta historia que no habías trabajado en tus libros anteriores?
Quería contar una historia a partir de una idea concreta. Que cuando me pregunten de qué se trata la pueda explicar en dos líneas. Por otro lado, quería que fuera una historia alejada del norte, que pasara en otro lugar. Venía escribiendo una novela que se llama La tierra de los indios y sucede en Tartagal y necesitaba oxigenarme para retomarla y entonces surgió esta idea. También quería distanciarme de las historias de iniciación, quería que mi personaje fuera un adulto. Dejar por un tiempo el universo adolescente.
Y por último quería una novela sencilla, breve y que sea bien popular y económica para que sea de fácil acceso. Además, estaba cansado de estas nuevas tendencias como el New Weird o como se escriba, género que todavía ni logro entender, pero que narra sucesos que pasan 500 años atrás y 300 años adelante y que en las universidades públicas de argentina y del mundo le dan tanto espacio y estudio como si ahora no pasara nada. Como si el presente no fuera importante o el pasado reciente. Por eso la jugadora de pádel es una novela re actual. Hay criptomonedas, hay expertos en inversiones, hay crisis y hay pádel.
La novela está escrita, en primera persona, con una narradora femenina. ¿Esto te resultó un desafío?
La verdad que sí. En un momento pensé escribirla en tercera o sacarla con seudónimo. Pero era una historia muy íntima donde la narradora de alguna manera confesaba algo muy importante que había vivido y entonces me decidí por la primera persona.
El Pádel fue el deporte por excelencia del menemismo. ¿Qué vínculos establece la novela con la realidad argentina actual?
El pádel funciona como la distracción de las clases medias, los personajes encuentran en este deporte el lugar que los extrae de la realidad cotidiana, que pone en suspenso sus problemas. Yo siempre digo un poco en broma y un poco en serio que el pádel es funcional al neoliberalismo. Uno juega, se queda a tomar una cerveza, a comer algo, nadie habla de política ni de economía y es como que en ese universo a nadie le importa que el país se está endeudando de manera asesina, que no llegamos a fin de mes. Que muchas personas se están quedando sin trabajo.
¿Cómo fue tu proceso de escritura: trabajaste con una estructura clara desde el inicio o fuiste descubriendo la trama mientras avanzabas?
Quería que fuera una novela corta con capítulos cerrados y que te dieran ganas de seguir leyendo. Una historia concreta que no se abriera demasiado. Sin embargo, en el proceso de escritura siempre van surgiendo otras cosas y yo dejé que crecieran y se me fueran un poco de la mano. Y entonces, esa historia que me contaron fue mutando. Como también fue cambiando mucho a partir de las lecturas que hicieron amigos escritores como Ezequiel Villarroel, Puqui Barroso, Milena Enzenga, Pablo Natale y mi pareja Viviana Barrionuevo. Cada uno aportó sugerencias enriquecedoras que llevaron la historia por otros caminos y eso es lo lindo de la escritura.
¿Te costó volver a la novela?
Lo único que hago es escribir novelas fallidas. Escribí tres novelas: “Que la fuerza te acompañe”, “El mundo se derrumba y nosotros escribimos”, “La tierra de los indios”. Casi quinientas páginas escritas guardadas en un cajón. Lo mismo, me parece que La jugadora de pádel me ayudó a volver a contar una historia completa de manera sencilla.
Tartagal, Córdoba... ¿Cómo se cuelan esos paisajes y climas en tu literatura?
La jugadora de pádel es mi novela más cordobesa, aparecen barrios icónicos como Nueva Córdoba, el centro, canchas de pádel donde juego y mucho cuarteto.
Hace unos años abriste tu propia editorial. Quería preguntarte cómo afecta esta crisis económica a las editoriales y a los escritores.
Afecta un montón. La gente no llega a fin de mes. El libro se convierte en un bien de lujo. En mi papel como editor, en las ferias a las cuales voy me doy cuenta que la gente quiere leer, pero busca lo más económico. Por eso fue que lanzamos esta colección Particulares de Antipop. La idea es hacer libros más chicos y más accesibles. Es la manera que encontramos para sobrevivir a esta época.
¿Qué lecturas te acompañaron durante la escritura de La jugadora de pádel?
Volví mucho a una novela muy corta de Sergio Gaiteri que se llama La moza. Y volví mucho a los mandamientos que plantea Gaiteri: “Sencillez sobre todas las cosas”.
Sobre su mirada del oficio
Me siento muy cercano a Mario Flores, es de Tartagal como yo, y compartimos ese universo que te da una ciudad de frontera, tan violenta y hermosa al mismo tiempo. También me siento muy cercano a Ezequiel Villarroel porque somos de la misma generación y también es del norte. Otro escritor al cual me siento muy cercano es Pablo Natale, su mirada, su estética a veces tan diferente a la mía la siento muy necesaria para mi narrativa.
Y después tengo escritores que admiro mucho y los siento como referentes que guían mi camino como Sergio Gaiteri, Selva Almada, Hebe Uhart, Luciano Lamberti.
Creo que cada vez que te entrevisto te pregunto por cómo ves o qué lectura hacés del campo literario salteño. ¿Tenés una respuesta en este momento?
Y yo vuelvo como mucho una vez al año a Salta para la Feria del Libro. Y este año no voy a ir y es una gran tristeza para mí, la Feria de Salta coincide con la de Córdoba y se me hace muy complicado viajar. Con esto quiero decir que estoy medio alejado del campo literario salteño.
¿Qué esperás que encuentre el lector en La jugadora de pádel?
Una novela sencilla pero al mismo tiempo actual. Que te atrape desde inicio y no te suelte hasta el final.
¿Ya estás pensando en futuros proyectos o esta novela todavía ocupa todo tu horizonte creativo?
Tengo que reescribir por cuarta vez esta novela que mencioné que se llama La tierra de los indios. Y quiero volver a escribir novelas para adolescentes. La asombrosa Laguna del Cielo fue una gran experiencia. Y por otro lado tengo que ponerme en mi papel de editor. Hay dos libros nuevos esperando ver la luz.

















