Bullying y suicidio: una responsabilidad de todos

Tres especialistas llamaron a padres, docentes y sociedad a tejer redes de contención para niños y adolescentes que sufren de acoso escolar.

VOCES AUTORIZADAS. Silvina Cohen Imach, Myriam Figueroa y Agustina Cosentini compartieron estrategias para prevenir el bullying y el suicidio. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL VOCES AUTORIZADAS. Silvina Cohen Imach, Myriam Figueroa y Agustina Cosentini compartieron estrategias para prevenir el bullying y el suicidio. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL

Panorama Tucumano, el ciclo central de LG Play conducido por Federico van Mameren, se transformó en un espacio de reflexión profunda. Tres especialistas, la psicóloga Silvina Cohen Imach; la magister en Acoso Escolar Agustina Cosentini y la médica psiquiatra Myriam Figueroa, abordaron una problemática que atraviesa a familias, escuelas y a la sociedad toda: el vínculo entre el bullying y el suicidio en niños y adolescentes.

“Hablar, escuchar y buscar ayuda” fue la premisa que inició la conversación. Figueroa, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría, advirtió que los últimos estudios demuestran que poner en palabras el suicidio, lejos de incitarlo, puede prevenirlo. “Es mejor expresar el deseo de atentar contra la propia vida. Sin embargo, existe un sesgo de contagio de ideas que pueden tomarse con facilidad. Deberíamos ser más prácticos para hablarlo, pero lo cierto es que tenemos miedo porque no hay redes de contención suficientes para que los pacientes tengan claridad”, señaló.

La psiquiatra relató una experiencia reciente de suicidio de un adolescente en el interior de la provincia e invitó al grupo de estudiantes afectado a realizar una escucha activa para compartir sus angustias. “Hablemos de vida, no de suicidio, e identifiquemos las alarmas. El desgano, el silencio, la falta de sueño, la tristeza, el encierro y el aislamiento social son señales que no debemos ignorar. Los pasos, una vez detectadas, son hablar, escuchar y buscar ayuda”, recomendó.

Bullying: síntoma social

Cohen Imach, directora de la carrera de especialización en Psicología Clínica de Niños y Adolescentes de la UNT, subrayó que en muchas familias persiste el miedo a hablar de temas como el suicidio, adicciones o abusos por temor a “repetir” la historia. “En realidad se repite aquello de lo que no se habla. No lo que se cuenta, sino lo que queda sellado como algo traumático”, explicó. La especialista insistió en que es necesario conversar sobre la vida, pero también sobre lo que angustia. “Es muy difícil para un niño o adolescente expresar lo que le preocupa, pero la escucha atenta y comprometida de los padres es fundamental. En casos de ideación suicida suelen intervenir factores familiares y escolares, como el bullying. El bullying es el peor síntoma de la sociedad actual: destruye la autoestima y hoy las redes sociales se vuelven el punto más frágil de esa socialización”, advirtió.

“Invisible a los adultos”

Cosentini, magister en Acoso Escolar por la Universidad Tecnológica de España y consultora de instituciones educativas, coincidió en que la prevención requiere del trabajo conjunto de familias y escuelas. “El bullying es, en general, invisible a los adultos. Los chicos muchas veces no saben que son víctimas, no quieren decirlo o no saben cómo salir de esa situación. La única forma de hacerlo es con la ayuda de los adultos”, remarcó y Cohen Imach aportó un dato clave: “Muchos cuentan a sus padres lo que les pasa, pero les piden que no lo informen en la escuela por miedo a que se agrave el acoso o a quedar como débiles”.

ESCUCHA. Las invitadas indicaron cómo identificar señales de acoso. ESCUCHA. Las invitadas indicaron cómo identificar señales de acoso.

Para Cosentini, la dinámica grupal es compleja. “La víctima rara vez pide ayuda y los niños testigos tampoco. El bullying rota. Algunos roles son fijos, pero el alumno que se anima a hablar puede convertirse en el nuevo foco de agresión y pasar de testigo espectador a víctima. Otros eligen unirse a los agresores para no ser víctimas. Así, el problema involucra a la víctima, al agresor, a la clase, al colegio y a la familia”, describió.

En ese “teatro” del bullying con roles rotativos y una escena compleja, Figueroa resaltó la figura de los chicos contenedores. “Hay alumnos que identifican la angustia o la agresión hacia un compañero y se acercan a hablar y a contenerlo. Antes se enseñaba a callar; ahora les decimos a los chicos ‘hablá’. Nuestros chicos hablan, se manifiestan y nos dan la oportunidad de ayudarlos. Tenemos que estar a la altura y sacarnos los vestigios de violencia como comunidad”.

El agresor pide ayuda

“El agresor también sufre. Un niño agresor es un niño agredido”, enfatizó Cohen Imach. “Ese ‘niño bully’ seguramente vivió violencia o necesitó de ella para liderar”, aclaró y Cosentini remarcó la necesidad de intervenir sin castigos punitivos. “El agresor es un estudiante que está pidiendo ayuda y la forma de hacerlo es a través de protocolos de intervención. Se busca una acción reparadora, no castigarlo. Debe entender que lo que hace está mal”, explicó.

El bullying y el suicidio no son problemas aislados. Son, como subrayaron las especialistas, una normalidad actual y una responsabilidad de toda la sociedad: familias, docentes y comunidad deben tejer, juntos, las redes que permitan a los jóvenes sentirse protegidos.

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