Cartas de lectores: moral pública

23 Septiembre 2025

El país está viviendo en este período preelectoral, con vistas al 26 de octubre, una profunda crisis, con suba del dólar, del riesgo país, y aparentes operaciones políticas que tienden a desmoralizar al electorado. Aunque la eliminación de las retenciones hasta el 31 de octubre, pueden ayudar en el corto plazo la disponibilidad de dólares, y su consecuente baja de precio. Pero incluso hubo expresiones de que el gobierno no llega a las elecciones. Para que una nación funcione, es necesario que haya un mínimo de confianza recíproca entre los ciudadanos.  La confianza se genera con un Estado garante de principios básicos, como el respeto a la propiedad, la firmeza de los contratos y la sanción penal. La garantía de un Estado insobornable y ejemplar, evitara que nos caigamos al vacío.  Tenemos que terminar de salir del descalabro que comenzó cuando el Estado se transformó en un instrumento para transferir ingresos a sectores organizados, principalmente políticos, a costa del bien común. La forma más aparente y burda fueron los conocidos casos de corrupción de la gestión kirchnerista. Y ese desvío de fondos de la gestión estatal, llegó también a los ámbitos provinciales y municipales. Todo ello tiene actual vigencia al debatirse las jubilaciones, la discapacidad, los gastos del hospital Garrahan, las autarquías del INTA y Conicet, la disolución de Vialidad o los presupuestos universitarios. En la Argentina  siempre hay un intermediario para conseguir una jubilación sin aportes, una pensión, un certificado de discapacidad, o una medida cautelar a quien no corresponda.  Con la misma habilidad se ubican parientes en reparticiones nacionales, provinciales o municipales, ya cargada de burocracia. Estás cuestiones tomaron relevancia con la regla fiscal impuesta  por el gobierno libertario de mantener el déficit cero. Hay una queja repetida de que los costos subieron y la plata no alcanza. Para los industriales y exportadores que tienen que vender afuera, se plantea un serio problema. El trabajo argentino es de baja productividad, con tantos empleados en el Estado y tantos beneficios que afrontar. Esos costos no pueden trasladarse a precios al extranjero, y son una pesada mochila que deben pagar los argentinos, vía impuestos, vía precios o vía desocupación.  Pero la solución no es destruir al Estado, porque es indispensable para asegurar  los derechos privados que generan prosperidad a la población.  Cuando los ciudadanos advierten que el Estado es usado en provecho de quienes están próximos al poder, se hace difícil recomponer el capital social, indispensable para lograr una sociedad justa y prospera.  Hoy es urgente controlar los actos de corrupción que hay en todos los niveles, no sólo castigarlos. Eso les dará a los funcionarios públicos honestos, más fortaleza, dignidad y como dijo Sócrates “con el único fin de la actividad humana que es la virtud, y que por encima de la inteligencia está el buen sentido, y el sentido moral”. El mejor camino es hacia un país normal, con libertad y responsabilidad. Con instituciones de calidad al servicio de la libertad individual. Es necesario construir una moral pública. Los ciudadanos debemos evitar volver al pasado nefasto que destruyo el país, nuestra oportunidad está en el voto, que tiene que dar resultados en el mediano plazo.

José Manuel García González 

Josemgarciagonzalez@yahoo.com.ar

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