En memoria de Tamiji Kanazawa (1948-2025). Desde tierras lejanas del sol naciente, donde el viento habla en voz baja y los cerezos florecen en silencio, llegó a Tucumán un joven de espíritu libre y alma serena: Tamiji Kanazawa, nacido en Japón en 1948, radicado en nuestra tierra desde 1969. Trabajador silencioso en una fábrica de pilas en Lules, artesano del esfuerzo junto a su esposa en una tintorería, pero, ante todo, guerrero del asfalto y fondista de alma. Lo conocimos en las madrugadas frescas de largadas interminables, corriendo sin estridencias, con su vincha del sol naciente marcando el paso sereno, como quien honra una tradición sin necesidad de palabras. Su figura nunca pasó desapercibida: no por imponencia, sino por presencia. Una búsqueda entre viejos papeles y memorias lo trae al recuerdo en la 9ª Maratón Olímpica Jardín de la República, aquel primero de agosto de 2004. Allí, a sus 56 años, cruzó la meta en el puesto 28º de la general, con un tiempo de 3h 58m 13s, compitiendo con dignidad y nobleza, como solo lo hacen los verdaderos fondistas. Con los años, lejos de rendirse, mejoró sus tiempos, su temple, su leyenda. Era tranquilo. Era preciso. Era un samurai. Tal vez el último. El que honró cada carrera como un ritual. El que nunca necesitó trofeos para dejarnos una enseñanza. Hoy, Tamiji, partís en silencio, pero tu estela quedará grabada en cada zancada de quienes aún corremos con el alma, en cada línea de largada que nos recuerde tu paso paciente. Para quienes te conocimos serás memoria eterna, testimonio de que la pasión, la disciplina y el respeto pueden cruzar océanos y echar raíces en cualquier rincón del mundo. Descansa en paz, último samurai del atletismo tucumano. Tu carrera no ha terminado: sólo cambió de sendero.
Julio Rodolfo Molina
Esteban Echeverría 442



















