RIESGO PARA LA SALUD. Los perros pueden transmitir hidatidosis.
Hay una enfermedad que cada año suma más casos en nuestro país y que preocupa a las autoridades del sistema sanitario. Se trata de la equinococosis quística, más conocida como hidatidosis. Es una patología parasitaria que afecta tanto al ganado como a las personas y que puede permanecer años en silencio antes de manifestarse con síntomas muchas veces graves.
La principal amenaza para el ser humano proviene de los perros infectados: cuando no están correctamente desparasitados, el contacto con su saliva o su pelaje puede transmitir los huevos del parásito Echinococcus granulosus. Según los especialistas consultados, los casos han ido en aumento, impulsados por la falta de control y de prevención.
El parásito responsable de la enfermedad habita en el intestino de los perros, pero a ellos no los afecta. A través de las heces, los animales eliminan los huevos del parásito, que contaminan el suelo y el pasto. En las zonas rurales, ese material llega al ganado, que se infecta al alimentarse, y así se forma un círculo difícil de romper. El problema se agrava cuando los perros son alimentados con vísceras de animales enfermos, una práctica doméstica frecuente en los entornos rurales,
“La enfermedad se contrae por la ingesta de huevos del parasito que eliminan los perros parasitados a través de la materia fecal. Estos huevos contaminan el medio ambiente, pastos, agua y también pueden quedar en el pelaje del perro y hocico”, explica a LA GACETA la doctora Susana Lloveras, jefa de la Sección Zoopatología Médica del hospital Muñiz.
La infección se produce cuando los huevos del parásito llegan a la boca de las personas y esto ocurre por actividades como: darle besos al perro, dejarse lamer por el perro, comer verduras contaminadas, tomar agua contaminada, etcétera.
“Es una enfermedad que generalmente se adquiere en la infancia y hace manifestación clínica en la mitad de la vida. Los niños son los que juegan más con los perros, están más en contacto con la tierra y el suelo, pero también se puede adquirir en cualquier momento de la vida”, señala Lloveras.
Según detalla, la infección puede no dar síntomas por mucho tiempo y cuando los da es por el crecimiento del estadio larvario del parasito (quiste hidatídico) en el hígado, pulmones u otros órganos. “El quiste puede crecer en tamaño y comprimir órganos vecinos, puede romperse, e infectarse”, precisa.
Generalmente, los quistes crecen paulatinamente cada año que pasa y algunos pueden alcanzar un diámetro de entre 20 y 30 centímetros. En las personas los quistes pequeños se tratan con medicación pero si alcanzan un gran tamaño se debe recurrir a la cirugía.
En Argentina, la enfermedad ha registrado 470 casos anuales entre 2019 y 2023, pero en el último año reportado a nivel nacional la cifra trepó a 643, según datos oficiales.
Para Lloveras, estas cifras podrían reflejar concretamente un aumento de casos o también de notificaciones. No obstante, vererinarios manifestaron recientemente su preocupación porque la desparasitación de perros está en baja. De hecho, según expresan, esta actividad se hace con un fármaco cuya última licitación nacional fue en 2023.
Cómo se previene
En Tucumán, el último registro indica que se reportaron 16 casos hidatidosis. El veterinario a cargo de la División Zoonosis del Siprosa, Sebastián Rivadeneira, sostuvo que en nuestra provincia se mantiene la cantidad de casos notificados cada año.
“Es una enfermedad que se ve sobre todo en las zonas de alta montaña, donde las ovejas son el ganado predominante y actúan como huéspedes intermediarios”, explicó el experto. “El problema aparece cuando, tras la faena de esos animales, se arrojan las vísceras con quistes a los perros. Así se completa el ciclo del parásito”, añadió. Según el especialista, el 95% de los huevos infectantes se encuentran en el ambiente, lo que vuelve más complejo su control. A esto se suman prácticas culturales difíciles de modificar. “Muchas familias rurales no tienen otra fuente de alimento para sus perros”, detalla.
Pero la enfermedad también puede extenderse a los entornos urbanos. Ocurre, por ejemplo, cuando animales que estuvieron en el campo son trasladados a la ciudad y continúan eliminando el parásito, o en las faenas de frigoríficos donde los restos de animales infectados terminan como alimento para los perros. En algunos casos, esos desechos llegan a los basurales, donde los animales hurgan en busca de comida. Las posibilidades de contagio son múltiples y difíciles de eliminar por completo.
El pilar fundamental para frenar la hidatidosis es la educación sanitaria y la desparasitación regular de los perros, remarca Rivadeneira. “Hay una creencia errónea de que los perros solo deben desparasitarse cuando son cachorros, pero en realidad debe hacerse cada tres meses”, remarcó.
“Desde el Siprosa se distribuyen los medicamentos antiparasitarios y se realizan campañas en zonas rurales para promover la prevención. En Tucumán, el Ministerio de Salud provincial garantiza la disponibilidad de los antiparasitarios, incluso cuando no llegan desde Nación”, subrayó el especialista.
Asimismo, explicó que se realizan operativos con diagnóstico por imágenes para detectar casos tempranos y evitar complicaciones. “Erradicar completamente la hidatidosis es difícil, pero con educación y constancia se puede reducir significativamente su incidencia”, concluyó.
Otras recomendaciones son: no alimentar a los perros con achuras crudas, desparasitarlos cada 45 a 90 días, lavar con agua potable y a chorro fuerte las frutas y verduras, evitar que los perros laman a los niños en la boca y que los chicos se lleven tierra o arena a la boca, lavar bien nuestras manos, después de tocar un perro.
























