"Sy Mama": la instalación inmersiva que despierta la fuerza interior en Yerba Buena

Una experiencia artística te invita a conectar con el poder de lo femenino, celebrando el cuidado, la creatividad y la red que nos sostiene a todos.

MENSAJES. Cada visitante tuvo la oportunidad de escribir palabras a quien los crió o acompañó en la vida. MENSAJES. Cada visitante tuvo la oportunidad de escribir palabras a quien los crió o acompañó en la vida. LA GACETA / FOTOS DE ARIANE ARMAS

“Bienvenidos a un recorrido sensorial para conectar con la potencia de lo femenino”. Así comenzó “Sy Mama”, la instalación de arte inmersivo que se desplegó en el garage de una casona de Yerba Buena, bajo el marco del festival Reina Madre. El nombre, explican sus creadoras, remite a las formas de nombrar a la madre en quechua y guaraní (y su pronunciación evoca el “she” del inglés). Pero el sentido va más allá de las palabras. Sy Mama propuso un viaje interior hacia las raíces afectivas, la creatividad y la fuerza vital que nos sostienen, más allá del género o la parentalidad.

La muestra formó parte del festival organizado por Tucumán de Autor, una productora que desde hace siete años busca abrir vidrieras para el arte, el diseño y el emprendedurismo local.

“En esta oportunidad también surgió la idea de usar este subsuelo y hacer una instalación artística. Al principio iba a ser algo más pequeño, pero cuando Ana se sumó al proyecto decidimos ir por más”, remarcó Mónica Moya, una de las organizadoras.

Ana Zavaleta, gestora cultural, tomó entonces las riendas de la propuesta curatorial: “Trabajo mucho con el lenguaje simbólico y lo arquetípico, con traducir un concepto a obra. Cuando Mónica me contó de qué se trataba el festival, armé un recorrido con distintas estaciones que ajustamos entre ambas. Conceptualmente habla de la energía femenina y de todo lo que eso implica: el cuidado, la ternura, la creatividad. Nos recuerda que existimos gracias a una red que nos ha cuidado. No necesariamente madres biológicas, sino una energía maternal que atraviesa generaciones”.

El recorrido sensorial

El viaje comenzaba en “El Nido”, un refugio formado por ramas y manos enlazadas que simboliza la protección y las redes que sostienen la vida. “Cada nudo representa a quienes nos cuidaron, a quienes cuidamos o cuidaremos”, se lee en el texto de la instalación, creada por la arquitecta Eugenia García de Haro. Los visitantes dejaron allí un mensaje que ataron a su propio hilo para sumar a la trama colectiva. La iluminación cálida, los aromas y el sonido de canciones de cuna en distintos idiomas acompañaron la experiencia.

A continuación, el espacio del Juego invitó a recuperar la infancia. Flotadores, pelotas, luces de colores y objetos inflables crearon un paisaje lúdico donde adultos y niños puedieron tocar, correr, reír, sacarse fotos o simplemente mirar. “Queríamos una muestra verdaderamente inmersiva -explica Ana-. Si hay pan, que se coma; si hay arcilla, que se moldee. Involucra a los cinco sentidos: gusto, olfato, vista, tacto y oído”.

LÚDICO. Cada espacio era interactivo e invitaba a apropiarse de él. LÚDICO. Cada espacio era interactivo e invitaba a apropiarse de él.

En efecto hubo pequeños y adultos que jugaron con los flotadores y almohadones, que sintieron con su tacto la pared de goma espuma. detrás un oso rosa gigante que fue el compañero de muchas fotografías.

En otra parte de la sala, la instalación “Fuego Interior” rindió homenaje a las cocinas y al alimento como símbolo de encuentro. Una mesa rústica, cubiertos suspendidos en el aire y un fogón simulado que evocó la memoria de los hogares. “Honra al fuego que nos reunió, a las manos que nos alimentan -dijo Mónica y Ana reveló un dato que habló de lo íntimo de esta exposición. “Los cacharros que se ven colgados son de mi abuela, y eso también tiene un valor simbólico muy fuerte”, afirmó.

El “Jardín Materno”, en tanto, propuso moldear figuras de barro colectivamente. Los visitantes se sumaron al gesto, y poco a poco la obra se convirtió en una escultura social compartida.

Entre los objetos que completan la muestra se encuentra el poema “Mujer Americana”, de Graciela Genta, un canto a las mujeres de esta tierra: “Soy una y soy todas las mujeres de mi América… raíz hincada al centro de la tierra, maga de poderes sobrehumanos”.

El arte que abraza

“Todo lo que ves acá es arquitectura inflable -contó Ana, al señalar una gran estructura inflable blanca impoluta diseñada por Pablo Rivero-. Hay una cámara Kinect que refleja tus movimientos y transforma el espacio en una experiencia de cuerpo y movimiento”.

“Lo que más nos emociona es ver cómo la gente realmente participó. No fue una muestra para mirar, sino para vivirla. Queríamos conmover, divertir y despertar reflexiones. En tiempos difíciles, ofrecer un espacio donde todo sea creatividad y alegría es un pequeño acto de esperanza”, remarcó Mónica..

Una red que sostiene

Esta muestra además, tuvo un fin solidario. Fue a beneficio de la Fundación DAR, que trabaja con mujeres en situación de vulnerabilidad y las capacita en oficios. “Ellas también exponen aquí sus productos. Todo está unido por la misma idea, la deelebrar la red de cuidados que nos sostiene”, sostuvieron las creadoras del espaso.

La casona que albergó Sy Mama tiene más de 1.600 metros cuadrados, con terrazas, bosques y un sector infantil. Afuera del pequeño estacionamiento, los stands de arte y diseño dialogaronn con lo que sucede dentro. “Nos sostiene una gran red -dice Ana-, formada por quienes cuidan y hacen nido. Eso es lo que queremos celebrar”.

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