La (desproporcionada) acción de Netanyahu ante la perversidad terrorista

La (desproporcionada) acción de Netanyahu ante la perversidad terrorista
20 Octubre 2025

Carlos Duguech

Analista internacional

En el mundo, particularmente lo que definimos como “Occidente”, (más el Medio Oriente y parte de Asia) el tema que se debate vinculado con Gaza e Israel es la calificación de los dos años de violencia extrema. Para algunos, Israel cometió “crímenes de guerra”; para otros, “genocidio”. Y “limpieza étnica violenta” para otros. Una más definitoria denominación: asesinato masivo.

Pero todas las calificaciones del accionar de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) son concurrentes en un vértice inobjetable: la reacción de Netanyahu por la perversidad terrorista del fatídico 7 de octubre de 2023. Se asemeja más a lo que expresó apenas conoció la afrenta de Hamas: venganza. Una sideral desproporción se encaramó en el clima bélico que explotó hace dos años. Y de la que se ocupó el propio Netanyahu al responder con tanta metralla y sus ruidos y sus muertes como mensaje tronador a la gente de Gaza. A todos, no sólo a los activistas que vomitaron su odio y perversidad en aquel octubre espantoso.

Y, además, enfatizando el “derecho a la defensa” de Israel. “Tardío, muy tardío” diría un historiador cuando inmerso en el mundo de la historiografía y escarbando halle esas 40 páginas de las que da cuenta el New York Times que -muy suelto de cuerpo y libre de presiones como buen periodismo- difundió con pelos y señales sobre ese hallazgo: Israel, sus mandos militares y de “inteligencia” (vulnerada esta vez) conocía, por lo menos un año antes, un plan de los activistas de Hamas para atacar en suelo israelí. Todo estaba detallado en ese volumen de 40 páginas al que tuvo acceso directo el icónico medio neoyorquino.

Claro que desde el poder israelí se le restó importancia, no tanto por confianza en las propias fuerzas sino por una determinación presuntuosa de la propia capacidad interpretativa. En suma, consideraban de imposible realización lo diseñado por los estrategas de Hamas. Pura exaltación de la inteligencia. De la muy propia.

En Israel, en este tiempo en el que la dominante en la política de Estado es lo que se está denominando ultraderecha en el mundo todo, la cúspide del poder es su primer ministro. Y Netanyahu, se sabe en todas partes, brega no sólo por su permanencia en el vértice de todo.

Por dos razones, obvias las dos para los analistas. De dentro y de fuera del país nacido desde el vientre de Naciones Unidas, por aquello de “la partición de Palestina”. Aunque la respetable tradición judía hunde sus orígenes en una añorada y privilegiada lontananza. La primera razón del tenor de la gestión Netanyahu: por política, para reafirmar la singular coalición gobernante y darle permanencia. Y la segunda (aunque, la primera para él mismo) es para eludir temporalmente un juicio que lo tiene como acusado de hechos de corrupción y otros.

En Israel es moneda corriente este asunto y es el germen que densifica, además, la oposición algo encorsetada a su política cuasi dictatorial. Particularmente en el diseño del formato y funcionamiento del sistema de justicia.

Sí se puede afirmar y sin siquiera imaginar un yerro: Netanyahu tiene el perfil de un dictador aunque se vista con trajes y ornamentos de padre del judaísmo israelí. Su posición frente al asunto de los rehenes, en variadas oportunidades, privilegiaba más la urgencia y el diseño de su guerra contra Hamas que la suerte de los secuestrados. Hasta se animó en breves y crudas expresiones frente al reclamo angustiado de los familiares, como dueño y señor del sable de la gloria militar contra los enemigos: “No a cualquier precio”.

Irracional explicación

Cuando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU convoca a una comisión de investigación sobre las víctimas en Gaza por la acción militar de Israel, su aliado EEUU y el estado judío mismo le restan verosimilitud a las acusaciones sobre genocidio e incumplimiento de las normas del derecho internacional humanitario. Sólo conocer el número de periodistas muertos en Gaza durante la agresión militar israelí -más de 250- da cuenta de cómo es el panorama en urbes bombardeadas sin selección de “blancos militares”. Porque se destruyeron hospitales, escuelas, refugios. En el diario “El País” (España) en despacho del 1 de setiembre último, sólo el título de una nota originada en Gaza revela un aspecto muy oscuro de la “guerra”: “Gaza. El lugar más letal del mundo para periodistas: No hay margen de error”. Se da cuenta en la nota de que 246 reporteros han muerto en la Franja desde octubre de 2023. Sigue una transcripción en cabeza de la nota: “Mataron gente, mataron gente”. La voz del corresponsal Ibrahim Qannan, de Al Ghad TV, se quebró en directo cuando dos explosiones arrasaron el Hospital Nasser de Jan Junis. “Todo el mundo sabe de la presencia de periodista” incluido las FDI que filman y fotografían todo, expresa el corresponsal que da cuenta de que de las 20 personas que murieron cinco eran periodistas, de modo que el ataque israelí se hizo sin miramiento alguno.

Cierto es que reiteradamente se menciona una situación fáctica: “En Gaza los de Hamas utilizan escudos humanos”. Si el agresor (los soldados de Israel, en este caso) aduce desenfadadamente ese recurso “defensivo” de los pobladores gazatíes están arrimando, sin darse cuenta, las bases incriminatorias de un accionar propio contrario a lo normado en los Convenios de Ginebra y sus protocolos sobre el tratamiento de los civiles en tiempos de guerra. Si quienes aducen inocencia por muertes de civiles en la zona agredida por su metralla habiendo puntualizado que se utilizan “escudos humanos”, están confesando a quiénes disparan: A los civiles “escudados y al escudo”. Consecuentemente, argumentar que “el enemigo utiliza escudos humanos” le quita a quien utiliza esa insólita “disculpa”.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP, titulo imperfecto nacido de los acuerdo de Oslo, 1993 y 1995) intenta volver a tener injerencia en Gaza, esa que perdió en las elecciones de 2006 con las que un Hamas islamista arrasó con la mayoría absoluta. Desde entonces, “dos Palestinas”. La de Hamas, promocionada económicamente por Israel -se sabe- (para dividir a los palestinos de la OLP) país al que quiere borrar del mapa y la de Al-Fatah que ungió presidente de la ANP a Mahmud Abbas, que sugiere un plan de “reconstrucción de Gaza”. Es necesario reiterar que estos palestinos intentan constituir su estado independiente, vecino de Israel, y en el esquema de la Naciones Unidas. La que les dio origen con la Resolución de Partición de 1947. Tal y como lo inserta Israel en su Declaración de Independencia que Netanyahu desprecia ahora.

Plan de Paz. ¿Qué paz?

Si sólo se refiere a Gaza, según la idea de Trump y el apoyo entusiasta de Netanyahu, este socio de allende el Atlántico de la gestión guerrera invasiva de Israel en Gaza (con su aprovisionamiento de armas y financiamiento) el plan tiene corta vida. No incluir a la Cisjordania (3,2 millones de palestinos y cerca de 500.000 colonos judíos en tierra ocupada militarmente desde 1967). Ocupada esde esa guerra colonizadora de los seis días iniciada por Israel el 5 de junio de 1967.

Si no hay un “Plan de paz” que integre a Gaza con Cisjordania y Jerusalén iriental (para la Palestina soberana e independiente) ninguna paz habrá y tampoco mientras el “Dueño de Israel” siga oponiéndose en sus discursos a “los dos estados” que está consagrado hasta en la mismísima declaración solemne declaración independencia de Israel de aquel 15 de mayo de 1948. Claro que lo oscuro es la sobrevivencia del Hamas islamita. Y que esta sobrevivencia no se base en la popularidad entre los gazatíes. Tarea para estadistas y estrategas con sabiduría, sin apetencias ni mesiánicas ni de dominación.

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