La mujer que envenenó a su familia con “hongos asesinos” vuelve a los tribunales en Australia

Erin Patterson presentó un recurso para revocar su veredicto de culpabilidad. La Justicia deberá decidir si el fallo será revisado o ratificado.

AUSTRALIA. Erin Patterson es fotografiada en Melbourne, el 15 de abril de 2025. FOTO/AP AUSTRALIA. Erin Patterson es fotografiada en Melbourne, el 15 de abril de 2025. FOTO/AP
04 Noviembre 2025

El caso que conmocionó a Australia y al mundo vuelve a ocupar los titulares. Erin Patterson, la mujer australiana condenada a cadena perpetua por asesinar a tres familiares de su esposo con un plato de beef Wellington contaminado con hongos venenosos, presentó una apelación ante el Tribunal de Apelaciones del estado de Victoria para revocar su veredicto de culpabilidad.

Según informaron los medios locales ABC y Sydney Morning Herald, el recurso fue aceptado por la Corte, aunque el equipo legal de Patterson no detalló los motivos de la apelación. Durante el juicio, su defensa sostuvo que el envenenamiento había sido accidental y que los hongos podrían haberse incorporado al guiso de manera no intencionada.

Patterson, de 51 años, fue sentenciada a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional después de 33 años por el crimen ocurrido en 2023, cuando sirvió un beef Wellington a sus ex suegros, Don y Gail Patterson, y a Heather Wilkinson, tía de su esposo, durante un almuerzo en su casa de Leongatha, en el estado de Victoria. Los tres murieron tras ingerir el plato. Ian Wilkinson, esposo de Heather, logró sobrevivir tras recibir un tratamiento médico intensivo.

El juicio, que se extendió por más de dos meses, culminó en julio con un jurado de 12 personas que la declaró culpable de tres cargos de asesinato y uno de intento de asesinato. En septiembre, el juez dictó la sentencia y estableció que Patterson podría solicitar la libertad condicional una vez cumplidos 33 años de prisión.

La defensa había pedido reducir ese período mínimo a 30 años, argumentando que la notoriedad del caso obligaría a su clienta a permanecer aislada durante la mayor parte de su condena. No obstante, la Fiscalía del estado de Victoria consideró la pena “manifiestamente inadecuada” y apeló, buscando un castigo aún más severo.

El crimen, conocido internacionalmente como el caso de los “hongos asesinos”, provocó un frenesí mediático. La pequeña localidad de Leongatha se vio invadida por periodistas, cámaras y productores de pódcast que siguieron cada detalle del proceso judicial.

Durante el juicio, la fiscalía presentó pruebas de que el plato contenía Amanita phalloides, conocida como “Hongo de la muerte”, considerada la especie más letal del mundo. Los expertos explicaron que su ingesta causa fallos orgánicos irreversibles y que es fácilmente distinguible de los hongos comestibles, lo que debilitó la versión de un accidente.

El jurado también tuvo en cuenta el contexto familiar: Patterson y su esposo Simon Patterson atravesaban una relación conflictiva y discutían por el pago de la manutención de sus hijos. Simon había sido invitado al almuerzo, pero canceló su asistencia la víspera, alegando sentirse “incómodo” con la reunión.

En la audiencia de impacto de víctimas celebrada en agosto, el único sobreviviente, Ian Wilkinson, relató el profundo dolor que lo acompaña desde entonces.

“El silencio en nuestro hogar es un recordatorio diario”, dijo ante el tribunal. “Sigo cargando un pesado fardo de dolor por su muerte prematura”.

En su sentencia, el juez señaló la ausencia de remordimiento de Patterson como un factor agravante: “Su falta de remordimiento añade dolor a las heridas de las familias”, afirmó.

Ahora, el tribunal superior deberá evaluar si existen fundamentos legales para modificar el fallo o repetir el juicio. De ser aceptada, la revisión podría derivar en una reducción de la pena o en la ratificación de la condena actual.

Mientras tanto, el caso sigue generando debate en Australia, donde las autoridades reiteran las advertencias sobre el consumo de hongos silvestres. Las especies tóxicas como la Amanita phalloides pueden confundirse con variedades comestibles y su sabor dulce oculta su extrema toxicidad.

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