Los liderazgos se construyen, se ejercen y se disputan de múltiples maneras en el ecosistema político. Algunos emergen de forma natural: se imponen por habilidades, temperamento o aciertos. Otros son producto de un toque de varita o de una coyuntura que los impulsa. Y están también los que se colocan al frente y que por más que tengan condiciones nunca logran conducir.
Las urnas, al final, terminan ordenando de manera abrupta las jerarquías y los espacios que cada uno ocupa en el tablero. Quién manda, quién acompaña, quién aspira y quién apenas sobrevive.
La dirigencia de los distintos espacios políticos de Tucumán está ávida por reconfigurarse con la mirada puesta en 2027. El río quedó revuelto después de los últimos comicios nacionales y muchos desean ser los pescadores que se lleven alguna ganancia entre la incertidumbre.
El escenario no termina de estabilizarse porque durante y después del proceso electoral hubo situaciones que alimentaron la zozobra.
Si miramos el resultado general de las tres primeras fuerzas era el esperable. El desenlace y los detalles, sin embargo, tuvieron matices cuanto menos interesantes.
Facturas y cabezas
Hasta el domingo 26 a la tarde, el peronismo oficialista estaba convencido de que se llevaría tres de las cuatro bancas. Con el gobernador Osvaldo Jaldo a la cabeza, retuvo las dos que ponía en juego. Quedó, pese a la victoria, un sabor agridulce. Y esa sensación está mutando en una resaca electoral extraña. A su vez, el tranqueño es el líder indiscutible del oficialismo y se está encargando del balance, de reprochar o de agradecer a cada quien en su espacio. Apenas pasó la elección, retomó el diálogo con la Rosada y se puso primero en la lista de gobernadores que reanudarían las negociaciones políticas para la etapa institucional que viene.
La sucesión de conflictos de distinta naturaleza que se desarrollan desde el lunes poselectoral y que involucran a distintos protagonistas del PJ hacen que muchos olfateen que dentro del peronismo se están ajustando.
Los principales focos están dados por la división entre el oficialismo institucional y el antimileísmo. La grieta se consolidó tras la alianza. Aunque siempre estuvo enclenque, el acuerdo no hizo más que profundizar las diferencias internas porque un ojo está en 2027.
La división de base viene desde la puja jaldismo-manzurismo y se acentuó subterráneamente en estos dos primeros años de gestión.
En este nuevo capítulo la paz no fue una opción, fue una necesidad que hizo deponer las armas ante una confrontación inminente. Al cierre de las listas, las previsiones de votos reflejaban lo peor que el movimiento siente que le puede pasar: una derrota. Ante esa posibilidad, se juntaron. Y no sólo eso, en la nómina fueron más representantes de la línea interna disidente que del propio jaldismo.
Era de esperar que pasado el comicio se reflotaran diferencias. Algunos de los asuntos que generaron incomodidad en la Casa de Gobierno fueron la postura que creen que tuvo la intendenta Rossana Chahla frente a la campaña y el futuro en el Congreso del diputado electo Javier Noguera. Precisamente, en el no jaldismo leen que son consecuencias directas de los comicios. El conflicto del transporte y las protestas de trabajadores en Tafí Viejo son dos de los episodios que enhebran en el hilo de la misma sospecha.
El primero de ellos tiene que ver con la relación Chahla-Jaldo, que se tensa y se relaja prácticamente desde el comienzo de la gestión. El último enojo con la jefa municipal en la Casa de Gobierno se dio en cuatro tiempos: cuando en una reunión de organización previa a la campaña habría dicho que perderán en San Miguel; cuando no aceptó ser testimonial, con la interpretación de que no habría “jugado” lo suficiente el día de las elecciones y con el resultado electoral en sí.
Chahla está a la cabeza de uno de los tres espacios de poder más grandes de la provincia, es una figura nueva y tiene buena imagen. Estos hechos la plantan en la escena peronista de una manera diferente al resto. A la vez, no es una dirigente que provenga de la militancia en sus formas más tradicionales y suele decir lo que piensa y más. Esto, a veces, le cuesta caro. Ella misma declara que siente que puede ser una piedra en el zapato de varios y a esos varios hasta esa frase les molesta. Y sí. Porque también trasciende en sus alrededores que tiene intenciones -y es lógico- de que su carrera política siga y se potencie.
En el peronismo oficialista consideran que está sólo enfocada en su gestión y en su futuro y aseguran que no comprende que sin “trabajar para el proyecto” no habría ninguno de los dos. En el Concejo también tienen reproches para el Municipio, tanto institucionales como políticos. Consideran que no hay suficiente “músculo político” en la administración.
La discusión por las proyecciones y posibles sucesiones es más vieja que la política misma y enturbió relaciones desde siempre.
El tema del bloque en el que se sentará Noguera es otro entuerto para el justicialismo. El legislador es sumamente crítico de las políticas de la Nación y fue el candidato tucumano que apoyó Cristina Fernández en su momento.
En la vertiente que integra, que tiene a Juan Manzur como uno de los referentes, dan por hecho que estará en el bloque de Fuerza Patria. Y Manzur aparece aquí como una figura que también entra en este baile. Porque por momentos encabezó y por otros, se desdibujó de esa posición. Entre los detractores de Jaldo consideran que Manzur fue uno de los ganadores porque tuvo protagonismo, tuvo candidatos y ganó un diputado.
En este espacio resonaron feo algunas de las palabras del mandatario en Panorama Tucumano cuando al ser consultado sobre el bloque en el que estaría Noguera respondió que mantendría el bloque Independencia y que había que flexibilizar posturas en pos de que al Gobierno nacional le vaya bien. “Noguera tiene municipio, tendrá que cuidar la institucionalidad y cuidar a su esposa que gobierna Tafí Viejo, tiene que acompañar al Gobierno para que pueda dar gobernabilidad a todos. Porque si todos nos hacemos los opositores, no va”, sentenció.
Además, los alarmó el aval a la reforma laboral que plantea LLA.
Anoche, los antimilei tenían previsto reunirse con Manzur para sentar posición y analizar cómo abordar la situación en general.
Sucede que los diputados electos y actuales estarían citados para mañana en la Casa de Gobierno para avanzar en lo que viene en la Cámara.
Morados
En La Libertad Avanza (LLA) Tucumán no llegan a procesar la sucesión vertiginosa de hechos desde la elección. La conquista inesperada de dos bancas, la renuncia de Lisandro Catalán al Ministerio del Interior, la reunión del ahora ex ministro con Karina Milei, la visita a Tucumán como señal de que conserva el liderazgo y el acercamiento con el intendente de Concepción, Alejandro Molinuevo.
Los morados no terminan de entender cómo será el rol del presidente del partido en la provincia y cuán empoderado está. Las versiones abundan, como suele suceder en estos casos. Hay quienes creen que LLA fue descabezada y quienes interpretan que tendrá más tiempo para dedicarse a armar para el 2027 después del promisorio resultado.
Lo que sucederá es una incógnita.
“Los cargos son cargos, son temporarios. Hoy estás, mañana no, y pasado volvés a estar. Pero los liderazgos políticos son otra cosa”, manifestó en LA GACETA. En este tiempo, tanto él como Federico Pelli también dejaron entrever que abrirán el diálogo con dirigentes como Roberto Sánchez y halagaron a diversos ex candidatos como Micaela Viña o Paula Omodeo.
En la tercera fuerza provincial, Unidos por Tucumán, tomaron nota.
Todavía no pudieron rearmarse tras el proceso electoral mediante el que buscaron renovar-sin éxito- la banca de Sánchez. Se esperanzan con poder reconstruirse de cara al 2027 y seguir trabajando en conjunto. Dudan, sin embargo, respecto de quién los liderará para lo que sigue.
Al final, los liderazgos siguen en disputa. Unos se afirman, otros se reinventan y algunos se disuelven en el intento. La resaca electoral no termina de disiparse.





















