Paulina (35 años), tanatopractora: “mi sueldo es de 2.400 euros al mes, no somos ricos” Le Figaro
El empleo de tanatopractor, encargado de embalsamar y preparar a los difuntos antes del funeral, es uno de los más demandados en Europa. A pesar de los mitos sobre los altos salarios, pocos profesionales se atreven a dedicarse a esta labor por la carga emocional y las duras condiciones.
Paulina, de 35 años, trabaja en Alta Saboya (Francia) y ha contado cómo es su día a día y cuánto gana realmente.
“La gente cree que ganamos 6.000 euros, pero no es cierto”
Paulina comenzó su carrera profesional en el periodismo, colaborando con medios como Canal+ y France TV. Más tarde fue tour manager de grupos musicales, pero a los 30 años decidió cambiar de rumbo: “Siempre me atrajo el mundo funerario, lo veía como algo oscuro y misterioso. Mis padres pensaban que estaba loca, pero yo sentía que encajaba en ese ambiente”.
Hoy trabaja como tanatopractora y embalsamadora, una profesión que en Francia está ganando reconocimiento, pero sigue rodeada de tabúes. “Una familia puede pagar 350 euros por el servicio, pero nosotros sólo recibimos unos 150. Cuando eres principiante, cobras unos 1.700 euros netos; con experiencia, el sueldo puede llegar a 2.400 euros al mes. No somos ricos”.
Cómo se forma un tanatopractor: estudios y prácticas
Para ejercer esta profesión en Francia, es necesario superar una formación teórica y práctica muy exigente.
Paulina explica que tuvo que realizar 295 horas de teoría y luego pasar un examen con 400 candidatos para 70 plazas. Después, siguió con ocho meses de prácticas durante los cuales debía realizar al menos 75 embalsamamientos.
“Es un aprendizaje duro. Hay alumnos que no soportan las prácticas y lo dejan. Es esencial tener un buen mentor y observar los procedimientos antes de hacerlos. La teoría no te prepara para la realidad”.
Un trabajo con horarios imprevisibles y fines de semana incluidos
Su jornada comienza a las ocho de la mañana, pero nunca sabe cuándo termina. “Hacemos entre cuatro y cinco visitas diarias, más en invierno, cuando aumenta la carga de trabajo. Viajamos con todo el equipo y estamos de guardia incluso los fines de semana o días festivos”.
Las tareas del tanatopractor incluyen la higiene, conservación y presentación del cuerpo. “No cambiamos a las personas, sólo ayudamos a que su familia las reconozca. Si tenían un color en la cara por una enfermedad, lo conservamos. Es importante que el cuerpo mantenga su dignidad incluso después de la muerte”.
“A veces uso perfume, humaniza el momento”
Paulina cuenta que a veces aplica perfume en los cuerpos para “humanizar el momento” y que siempre respeta los deseos de la familia: “Nunca hacemos nada sin autorización. Algunos quieren que el difunto conserve sus joyas o su peinado favorito. Hay que respetar esas peticiones”.
Su trabajo le ha enseñado a ver la muerte desde otra perspectiva: “Cuando entiendes qué sucede, el miedo desaparece. Mi familia incluso me ha confiado sus últimas voluntades”.
Un empleo tan duro como vocacional
A pesar de las dificultades, Paulina se muestra orgullosa de su trabajo: “Es un oficio necesario. Trabajamos en espacios fríos, cargando maletas de hasta 15 kilos, pero también ayudamos a las familias en el momento más difícil”.
Y aclara un mito frecuente: “No cobramos 6.000 euros, ojalá. La muerte es un negocio, pero no para los que trabajamos en él”.






















