Barros, Francisco Luis M.
Licenciado en Matemáticas. Profesor adjunto Departamento Matemáticas de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología -UNT
Miguel Ángel Cabrera
Ingeniero Electricista orientación Electrónica de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología. Decano Facet-UNT
Algunos historiadores ubican las primeras evidencias de prácticas matemáticas en el África paleolítica, precisamente en unos huesos de babuino con incisiones encontrados en Lebombo e Ishango, sugiriendo conteo o registros de calendarios lunares. Otros, ubican los primeros registros en las antiguas civilizaciones mesopotámicas y egipcias, a través de sus tablillas con escritura cuneiforme y de sus papiros, como el famoso papiro Rhind, tanto como de sus colosales pirámides que hablan claramente de un conocimiento práctico muy desarrollado de las matemáticas.
Con independencia de la primacía de estos registros, es posible advertir cómo la matemática ha servido desde tiempos remotos como un lenguaje, una herramienta para descifrar los fenómenos “del mundo” posibilitando el progreso en cuestiones que interpelan nuestra mente en busca de respuestas. En esta capacidad de ser faro para iluminar lo desconocido radica, precisamente, su carácter de ciencia en el sentido más pleno.
“Lo que se aprende”
Su raíz griega Mathema que se traduce como “lo que se aprende”, pone en relieve de alguna manera como el conocimiento matemático ocupaba un lugar central para esta civilización, tal punto que su desconocimiento implicaba una forma de exclusión intelectual. No es casualidad, qué en la entrada de la Academia de Platón, frente al templo de las musas, allí rezara la frase “Nadie entre aquí que no sepa Geometría”. Simbolizando la importancia fundamental de las matemáticas, especialmente la geometría, para el pensamiento lógico y el acceso a la verdad en la filosofía platónica.
Esta hija dilecta de la filosofía aporta a la humanidad aspectos cruciales. Conocer, aunque de manera básica su arte permite adentrarse en el pensamiento abstracto, tan necesario en estos tiempos de exceso de información y escasez de conocimiento. Su comprensión debe comenzar en la etapa escolar primaria, abordándola de manera creativa y con programas de estudio que permitan la construcción del conocimiento desde la participación activa de los estudiantes, promoviendo el desarrollo de vocaciones tempranas en esta disciplina.
Durante los estadios secundarios, se debe propiciar la maduración del razonamiento frente a los cálculos, invitando constantemente a la resolución de problemas y modelización posibilitando luego a las juventudes alcanzar carreras terciarias o universitarias con mayor grado de éxito.
Riesgos de la inmediatez
El sistema educativo actual enfrenta un gran desafío, pues la reflexión creativa y los hábitos de estudio, parecen más de historias pasadas que de esta “modernidad líquida” que nos ahoga con la inmediatez, existen todavía número considerable de cuerpos docentes anclados en viejos paradigmas educativos donde la memoria juega un rol central en detrimento del pensamiento creativo. Para abordar esta problemática se hace necesaria la actualización permanente a través de programas de capacitación docente enfocados en estrategias pedagógicas superadoras. Los llamados países desarrollados, los que en la actualidad exportan conocimiento, a través de producción de bienes y servicios, con alto valor agregado, lo pueden hacer pues sus sistemas educativos son orientados a través de claras políticas de estado con este objetivo. En ellos el estudio de las ciencias matemáticas tiene su propio capítulo que alcanza a la mayoría de las disciplinas, en claro contraste con la situación a nivel local. En este contexto las mal llamadas “ciencias duras” no son las más elegidas a la hora de seleccionar una carrera y, además, registran alarmantes niveles de deserción.
Esta sociedad del conocimiento en la que estamos inmersos, demanda a esta ciencia que, desde la antigüedad ha permitido modelar el mundo, abonando el desarrollo a todos los niveles, desde predecir cosechas en base a datos de inundaciones, contabilizar existencias de alimentos, teorías económicas y sociales, vacunas, medios de comunicaciones, censos de población, transporte, equipos y sistemas para medicina de alta complejidad, enumerando una lista interminable, ocupe nuevamente el rol protagónico que le corresponde. Las omnipresentes telecomunicaciones, hoy potenciadas por los teléfonos móviles, se han convertido en el escenario propicio para influir en la toma de decisiones a gran escala. Todos los días nos intentan “manipular”, vender un producto que todavía no sabemos que necesitamos, instalar la imagen de un candidato o de una opinión. Todo ello es posible gracias al uso sofisticado de las matemáticas. A diario grandes compañías nos venden “fallos lógicos, falacias, sesgos para garantizar la viabilidad de un producto, pero la matemática busca lo correcto, busca lo que está bien, busca la verdad; es por eso que en esta sociedad del conocimiento, al igual que en los tiempos de Platón, la formación matemática se hace fundamental.
Para comprender el mundo
Para concluir, a lo largo del desarrollo de la humanidad, desde las muescas de Ishango hasta los algoritmos altamente eficaces, la matemática aparece como lenguaje común para comprender el mundo, reducir la incertidumbre y ejercer la libertad intelectual. Integrarla de modo sustantivo en la escuela y la universidad, con docencia actualizada, evaluación con sentido y vínculos reales con la producción de conocimiento, no es sólo una meta académica, sino una política de desarrollo y de ciudadanía: habilita el pensamiento crítico ante la manipulación informativa, mejora la toma de decisiones públicas y privadas, y orienta una tecnología más responsable. Así, la “reina de las ciencias” honra su título no por el prestigio, sino por el servicio: hacer más legible la realidad y, con ello, más libre y justa la vida en común.


















