Actualidad del Sistema Previsional

Actualidad del Sistema Previsional

La evolución de la medicina, los avances científicos y los nuevos hábitos de salud generaron un aumento sostenido en la expectativa de vida en todo el mundo. Vivimos más años, y con ello crece el período durante el cual el Estado debe pagar jubilaciones y pensiones. Este fenómeno, positivo desde lo humano, plantea un interrogante ineludible: ¿cómo se sostendrá la sustentabilidad del sistema previsional en las próximas décadas?

El impacto del aumento de la expectativa de vida

Hasta hace algunas décadas, la planificación previsional se imaginaba de manera lineal: una vida laboral activa hasta los 60 o 65 años y, a partir de allí, un retiro financiado por el Estado por un período relativamente acotado. Hoy, esa ecuación cambió por completo. La población vive más tiempo, y quien se jubila probablemente perciba una prestación durante más años de los que trabajó, lo que incrementa de manera significativa el compromiso financiero del sistema.

Menor natalidad, menos aportantes

A este escenario se suma otro dato crucial: la baja de la natalidad. Menos nacimientos hoy representan menos trabajadores activos mañana, y por lo tanto menos aportes para sostener a una población creciente de jubilados. En términos previsionales, esto significa que nos dirigimos hacia una pirámide poblacional invertida: muchos más beneficiarios y cada vez menos aportantes. Este desbalance afecta directamente el principio de solidaridad sobre el que se apoya el sistema y vuelve más frágil su sostenibilidad financiera.

¿Con qué recursos contará el Estado?

Si combinamos ambos fenómenos —más años de vida y menos trabajadores aportando— surge una pregunta inevitable: ¿con qué recursos contará el Estado para financiar prestaciones que son vitalicias, en un contexto donde el período de pago se expande y la base de aportantes se reduce? La respuesta no es sencilla, pero la tendencia es clara: los sistemas previsionales del mundo, y el argentino en particular, deberán transformarse.

Vivir más… pero también planificar mejor

Celebramos que la medicina nos permita vivir más y mejor. Pero esta realidad plantea un desafío: no alcanza con vivir más tiempo; también debemos asegurarnos los recursos económicos para sostener nuestra calidad de vida durante esos años adicionales.Por eso, es fundamental que cada uno asuma un rol activo en la planificación de su retiro. Depender exclusivamente del Estado ya no es una estrategia sostenible. El presente —y aún más el futuro— exige que cada persona pueda construir un complemento previsional propio, que le permita mantener su estándar de vida personal y familiar.

Movilidad previsional: una deuda pendiente

Finalmente, otro punto crítico del sistema es la movilidad de las prestaciones. Si bien los haberes se actualizan según el Índice de Precios al Consumidor, la realidad es que la evolución salarial de los trabajadores activos avanzó a un ritmo muy superior al de las jubilaciones desde abril de 2024 a la fecha. Este desfasaje erosiona la capacidad adquisitiva de los pasivos y profundiza la brecha entre actividad y retiro.

En síntesis

Vivimos más, nacen menos niños y la movilidad de los haberes no logra acompañar el costo de vida. Todo ello hace necesario repensar el sistema previsional y, al mismo tiempo, que cada persona asuma la responsabilidad de construir su propia estrategia de retiro.

Planificar no es solo prever: es garantizar un futuro digno, seguro y acorde a los años de trabajo y esfuerzo que hemos dedicado.

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