UN MAL QUE AVANZA. El cáncer colorrectal se convirtió en el segundo más frecuente en nuestro país.
Un prometedor avance para el tratamiento de cáncer colorrectal generó entusiasmo en la comunidad científica. No es para menos: se trata de una de las enfermedades que más ha crecido en los últimos años.
La patología sigue siendo uno de los tipos de cáncer más difíciles de tratar por la enorme diversidad de células que lo componen. Esa heterogeneidad hace que algunos tratamientos eliminen parte del tumor, pero otras células sobrevivan, provocando recaídas o metástasis.
Frente a este desafío, un equipo de científicos argentinos del Conicet y de la Fundación Instituto Leloir desarrollaron una propuesta innovadora orientada al cáncer de colon utilizando una versión genéticamente modificada de un adenovirus, un microorganismo que es conocido por causar cuadros respiratorios comunes.
El estudio incorpora elementos novedosos y por eso fue publicado en Molecular Therapy: Oncology, una de las revistas especializadas del grupo Cell. La iniciativa se inscribe en el campo de los virus oncolíticos, un enfoque que distintos grupos del mundo están explorando: consiste en intervenir genéticamente un virus para que deje de infectar células al azar y dirija su acción de manera selectiva hacia células tumorales, infiltrándolas y destruyéndolas desde adentro.
El virus modificado fue bautizado AR2015, el primero en su tipo, según indicaron fuentes del Conicet. Administrado por vía endovenosa, logró suprimir metástasis hepáticas en animales de laboratorio. Es decir, logró eliminar células de cáncer colorrectal que se habían diseminado por el hígado.
El estudio comprobó también que AR2015 no daña células sanas ni otros tejidos, un aspecto clave en el desarrollo de terapias seguras. Gracias a su diseño compacto, los investigadores podrán incorporar en el futuro nuevos genes que estimulen las defensas del cuerpo o aumenten la eficacia del tratamiento.
Un laberinto
“El cáncer colorrectal es un verdadero laberinto: dentro de un mismo tumor conviven células muy distintas entre sí. Esta diversidad genética (o heterogeneidad celular) favorece la resistencia del cáncer a la respuesta inmune y a los tratamientos antitumorales y constituye la principal causa de la reaparición del tumor, impulsando su diseminación metastásica”, explicó el doctor Osvaldo Podhajcer, investigador principal del proyecto.
Para enfrentar esa diversidad celular, los científicos analizaron qué genes se activan durante el desarrollo del cáncer y detectaron dos, A33 y vWA2, presentes en células malignas pero no en el tejido intestinal sano. Con fragmentos de esos genes crearon un promotor híbrido, una estructura que permite al virus identificar y atacar a cualquier célula que exprese alguno de esos marcadores.
De ese modo, el virus AR2015 amplía su rango de acción sin perder especificidad ni afectar tejidos sanos.
Los próximos desafíos apuntan a escalar el desarrollo del virus y avanzar hacia ensayos clínicos en humanos, un camino que podría colocar a la ciencia argentina en la vanguardia de las terapias oncológicas de nueva generación, resaltaron.
Entusiasmo y cautela
Consultado sobre el hallazgo, el doctor Juan José Zarbá, jefe del servicio de Oncología en el hospital Centro de Salud, valoró la investigación, aunque también fue cauto y aportó un contexto necesario: “sí, es un avance muy interesante, pero absolutamente preliminar. Falta bastante para saber si puede funcionar en humanos. De un resultado en animales a un tratamiento viable en personas hay una distancia importante”.
Zarba recordó antecedentes históricos de descubrimientos que parecían revolucionarios en modelos animales y no lograron trasladarse a la práctica clínica. “Me encanta que exista este tipo de investigación en Argentina, pero no hay que presentarla como si fuera algo aplicable ya. Estamos en una etapa inicial”, precisó el especialista.
El referente en oncología resaltó que el cáncer colorrectal es uno de los problemas de salud pública que más preocupan en la actualidad.
“Ha pasado a ser el segundo tumor más frecuente. Entre las causas más comunes aparecen los factores alimentarios y la obesidad. Es un cáncer que no siempre se diagnostica tempranamente”, advirtió el profesional.
Zarbá remarcó la importancia de conocer los antecedentes familiares. “Hay un porcentaje de pacientes que tienen incidencia hereditaria. Si en una familia hay casos de cáncer de colon, los estudios deben hacerse antes”, explicó.
Diagnóstico temprano
El oncólogo destacó que existen métodos simples y accesibles para detectar la enfermedad antes de que avance. “Hoy hay un estudio que se llama sangre oculta en materia fecal. En 15 segundos te da el resultado. Ese test permite saber si es necesario realizar una colonoscopía en forma más precoz”, señaló.
La recomendación general es que todas las personas se realicen una colonoscopía a partir de los 50 años, y antes si hay antecedentes familiares. “Si se detecta a tiempo, se puede prevenir y curar. La clave es no dejar pasar los controles”, subrayó.

























