La historia de Kamila Rodrigues Cardoso, conocida hoy como la hermana Eva, se volvió viral en las últimas semanas y captó la atención de millones de usuarios en Brasil y otros países. A sus 21 años, la joven abandonó una incipiente carrera en el modelaje para ingresar a la vida religiosa, un giro que combina espiritualidad, juventud y redes sociales, y que reaviva el debate sobre cómo las nuevas generaciones viven la fe.
De modelo a hermana Eva: el inicio de un camino inesperado
Nacida en Minas Gerais, Brasil, Kamila alcanzó notoriedad cuando se difundió un video donde aparecía vendiendo artículos religiosos en las calles de Goiânia, en el estado de Goiás. Allí se la veía vistiendo hábito y presentándose como parte de la congregación Sancta Dei Genitrix, a la que pertenece desde los 18 años.
Antes de su vida religiosa, la joven había participado en concursos de belleza y recibido diversas propuestas para continuar su carrera como modelo profesional. Sin embargo, decidió dejar ese camino, junto con su hogar y su identidad pública, para iniciar una etapa de dedicación monástica.
Una congregación no afiliada al Vaticano
La orden Sancta Dei Genitrix, a la que se unió la hermana Eva, no está afiliada a la Iglesia católica romana. Aun así, se caracteriza por su trabajo social en comunidades vulnerables y por promover una presencia activa en redes sociales para difundir mensajes espirituales.
Su historia, cargada de cambios profundos y decisiones poco habituales en personas tan jóvenes, despertó interés tanto en creyentes como en usuarios curiosos.
Más de 50 mil seguidores y un mensaje que rompe estereotipos
La hermana Eva mantiene una presencia destacada en TikTok, donde supera los 50.000 seguidores. Allí comparte reflexiones de fe, fragmentos de su vida diaria y respuestas a quienes le preguntan por su vocación. Sus publicaciones, sencillas y directas, buscan mostrar un lado humano de la vida consagrada.
En entrevistas, Kamila explica que no renuncia al maquillaje ni al cuidado personal, señalando que forma parte de “dar la mejor versión de sí misma” dentro de la espiritualidad. Este gesto desafía estereotipos y abre conversación sobre cómo se vive la fe en el siglo XXI.
La crisis personal que la llevó a elegir la vida monástica
El giro en su vida ocurrió tras atravesar una profunda crisis emocional. Su padre falleció cuando ella tenía nueve años, y ese trauma derivó en episodios de ansiedad y depresión que no lograron aliviarse con su participación en el mundo del modelaje.
Según ha contado, su acercamiento a la fe comenzó con la oración del rosario y la asistencia a ceremonias litúrgicas. Durante una homilía, observó a una monja “que irradiaba luz”, una escena que describe como reveladora y que despertó en ella el deseo de una vida de silencio, servicio y retiro espiritual.
Una figura que genera admiración (y propuestas de matrimonio)
La hermana Eva relata que, pese a su vocación, recibe a diario halagos y propuestas de matrimonio por redes sociales. Con humor y firmeza, asegura que su compromiso es “con Jesús”, a quien refiere como “su esposo”.
El nombre Eva, que adoptó al consagrarse, refleja su admiración por la figura bíblica de la primera mujer, símbolo de origen y pureza.
Viralidad, espiritualidad y comunidad digital
La difusión de su historia fue amplificada por medios brasileños y creadores de contenido, y según testimonios recogidos por AS, su comunidad digital crece a diario. Usuarios de diferentes países la contactan para consultar sobre fe, vocación o experiencias de transformación personal.
La presencia de la hermana Eva reabre el debate sobre la espiritualidad juvenil y el papel de las redes como espacio para compartir testimonios existenciales, incluso en tiempos dominados por el individualismo y la hiperexposición.
Una historia que interpela a la juventud
El caso de Kamila Rodrigues Cardoso se suma a otras experiencias recientes de jóvenes que encuentran en la vida religiosa una alternativa a la fama o al éxito inmediato. Su decisión plantea preguntas sobre los valores que guían a las nuevas generaciones y sobre cómo se combinan fe, identidad y comunidad en la era digital.
La hermana Eva, con su mezcla de carisma, sencillez y pasado mediático, se ha convertido en un símbolo inesperado: el de una juventud que busca sentido más allá del algoritmo.






















