EN ESCENA. El profesional cautivó a la audiencia con una propuesta íntima y profundamente reflexiva.
“¿Quién sos?”, le preguntó el licenciado Gabriel Rolón a una mujer sentada en la primera fila del teatro Mercedes Sosa durante el inicio de la primera de tres funciones que brindó ayer, a sala llena. Casi treinta minutos después de las 16, la conferencia teatral “Palabra plena”, definida por el psicoanalista como un mix entre un monólogo y una teatralización de un caso clínico, introdujo a todos los asistentes en un clima de templanza, lágrimas y silencios mezclado con momentos que permitieron carcajadas y aplausos sentidos.
Experiencia compartida
El público participó activamente durante los primeros minutos. Rolón conversó con una pareja, Sergio e Irene (llevan 28 años juntos), para reflexionar sobre los vínculos amorosos. “No se puede construir nada sano con alguien que no está dispuesto a modificar nada por amor”, les dijo. También afirmó que los vínculos saludables requieren trabajo, acuerdos y control de las emociones.
La sala respondió con silencios atentos, con risas cuando el texto lo permitía y con gestos de aprobación ante las frases que generaban identificación. La obra ofreció una instancia cercana a lo terapéutico debido al tono reflexivo y a la claridad con la que se expusieron conflictos emocionales universales.
La propuesta: interpelar
Luego de la introducción, la tarde avanzó cargada de reflexión. Rolón presentó su monólogo teatral como un espacio donde el decir adquiere un valor determinante.
A las 17, las luces rojas dieron lugar al caso de Alejandro, un paciente que atravesó la angustia y la frustración y que presentó su historia para que Rolón pudiera introducir al público en el concepto central de la propuesta. Así comenzó el recorrido por su experiencia psicoanalítica.
Con cambios de vestuario del personaje y juegos de iluminación, Rolón llevó a la audiencia a cuestionarse el poder de las palabras y explicó que la diferencia entre una palabra plena y una vacía reside en su capacidad para transformar a quien la pronuncia. “La palabra plena lleva nuestra sangre”, dijo en un tramo de la función. Esa idea atravesó todo el espectáculo y definió el tono de una puesta que combinó elementos teatrales, música original de Gabriel Mores y la participación escénica del director Carlos Nieto, quien colaboró en momentos que recrearon un caso clínico.
A medida que avanzaba la representación, la propuesta se centró en los efectos del lenguaje sobre la identidad, las decisiones vitales y los vínculos afectivos, acompañada por la actuación sentida que marcó la evolución del paciente. Rolón sostuvo que el mundo incentiva a hablar de manera superficial. “Las cosas importantes de la vida son incómodas”, expresó para explicar por qué la palabra plena revela verdades que a veces el propio sujeto intenta ocultar.
Desafiar la comodidad
Más de media hora después del inicio de la función, Rolón avanzó sobre temas como el trauma, el duelo, la angustia, el horror y la pérdida. Propuso un recorrido que condujo a cada espectador a un punto íntimo de su propia historia emocional. Las lágrimas de muchos brotaron ante ese tránsito. La dramatización continuó con la historia de Alejandro y sus temores, y aportó un recurso que permitió al público visualizar la tensión entre lo que se dice y lo que se calla. Rolón señaló que la palabra puede ser abismo, conflicto, comunicación, malentendido, verdad y mentira. “Habitamos en la confusión y en esa confusión nos jugamos la vida”, afirmó. El analista destacó que la palabra plena desafía la comodidad y obliga a pensar. La definió como un acto de honestidad personal que modifica la subjetividad de quien la pronuncia. Explicó que “el lenguaje revela incluso lo que la persona intenta esconder de sí misma” y que abrir ese sentido permite enfrentar deseos, miedos y contradicciones.
El cierre vuelve al origen
Sobre el final del espectáculo, Rolón retomó el hilo inicial y volvió a interpelar al público con la misma pregunta que abrió la función. Antes, había expresado que cada persona debe aceptar que siempre va a faltar algo y que las pérdidas forman parte inevitable de la vida. Afirmó que la única herramienta para enfrentar las faltas es la palabra plena, ya que la palabra vacía no cura. “La palabra plena nos avasalla y grita nuestro deseo y devela nuestra verdad”, dijo antes de mirar a la audiencia en silencio.
Luego lanzó nuevamente la pregunta: “Sean sinceros con ustedes: ¿de verdad saben quiénes son?”. Invitó a los presentes a detenerse en los momentos cruciales de la vida y a preguntarse “¿Quién soy y qué deseo?”. Aseguró que seguir la palabra plena puede resultar difícil e incómodo, pero constituye el único camino hacia una vida auténtica. “No les puedo asegurar que si hacen eso van a ser felices, pero sí les aseguro que cuando lleguen al final del recorrido de la vida van a sentir el orgullo de haber sido merecedores de esa felicidad”, concluyó.
Voces del público: emoción, lágrimas y reflexiones
Las tres funciones que Gabriel Rolón ofreció ayer en el teatro Mercedes Sosa no sólo dejaron salas colmadas, sino también testimonios cargados de emoción por parte de quienes asistieron. El psicoanalista propuso un viaje íntimo por temas universales como el amor, la soledad, el dolor y los vínculos, en un diálogo directo con los espectadores que se sintió, para muchos, profundamente transformador.
Solos o en familia
Desde La Cocha llegó Viviana Zelaya junto con su esposo, Luis, y su hija, Carla. “Somos seguidores de él y nos gusta porque dice muchas verdades”, afirmó. Para su familia, la propuesta de Rolón volvió a confirmar la cercanía y claridad con la que aborda temas emocionales complejos.
Ana María, en cambio, decidió asistir sola. Viajó desde Concepción después del mediodía y vivió la experiencia de manera intensa. “Esperaba su presentación con ansias, soy fanática de sus intervenciones y sus reflexiones. Leí casi todos sus libros y lo escucho en la radio”, contó. La obra la conmovió al punto de llorar y sintió que algunos pasajes la interpelaron de forma personal.
Autógrafos y fotos
Al cierre de la primera función, Mariángeles, de 27 años, y Daniela, de 30, avanzaron con un libro y una lapicera en mano para pedirle al autor que les firme “El duelo”, una de sus tantas obras. Entre risas admitieron que lloraron más de lo esperado. “Fue muy fuerte y conmovedor”, dijo Daniela, todavía emocionada.
También opinaron Martín y Lucía, una pareja con diez años de relación que vive en Yerba Buena. Él asistió invitado por ella. “No sabía de qué se trataba la propuesta y me sorprendió para bien”, expresó Martín. “Nos vamos con una reflexión importante de vuelta a casa”, agregó ella, dando cuenta del impacto que dejó la experiencia para ambos.
Amigos y hermanas
Gonzalo y Dante, dos amigos que estudian Psicología, fueron decididos a sacarse una foto al final del encuentro. “Lo queremos conocer”, dijeron entre risas.
Unos pasos delante de los amigos y con canas en el cabello, las hermanas de más de 50 años, Mariela y Justina dijeron que se retiraron del lugar muy conmovidas por las palabras del analista. “Yo soy llorona así que no me costó emocionarme con el caso que presentaron”, confesó Mariela.
“En patota”
“Vinimos en patota. Somos siete amigas que seguimos en redes sociales a Rolón y sus videos. Disfrutamos escucharlo”, dijo María Rita de 35 años en nombre de todas.
“Conseguimos asientos juntas y eso fue lindo, pudimos vernos las expresiones a medida que algo nos interpelaba del monólogo, compartimos pañuelitos porque varias lagrimeamos”, contó otra joven del grupo.
Como ellos, más de 4.000 personas dijeron presente en “Palabra plena”, la más reciente obra de Rolón.






















