GENERAL. La figura ecuestre da nombre a la plazoleta Manuel Belgrano. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
Las ciudades son organismos vivos y como todo lo que vive en algún momento muere, se recicla o se reencarna en otros especímenes.
Es lo que ocurrió con el monumento sobre la Batalla de Tucumán que iba emplazarse en el Parque Guillermina, en la década del 80.
Formaba parte de un complejo de atracciones que incluía una confitería (como se decía en esa época), con el objetivo de darle vida a ese paseo que estaba bastante abandonado, era inseguro y poco visitado.
El domingo 25 de mayo de 1986 LA GACETA publicó una nota que se tituló: “El monumento a la Batalla de Tucumán”, y añadía en la bajada que “El escultor Mario Moyano trabaja en un grupo escultórico de grandes dimensiones”. La crónica estaba ilustrada con una foto del artista subido a un andén esculpiendo una pieza de más de tres metros de altura, de un caballo y su jinete, que evocaba a un soldado del heroico Ejército del Norte, que batió a los españoles en la acción del 24 de septiembre de 1812, triunfo clave en la lucha por la emancipación.
En abril del 86, el Concejo Deliberante de la capital aprobó la ordenanza 659, del concejal radical José Luis Avignone, que disponía la construcción de un monumento en homenaje a la Batalla de Tucumán.
La iniciativa partía de una propuesta del entonces director de Parques y Jardines del municipio, ingeniero Julio César Campero, quien falleció en febrero de este año, y padre del diputado nacional y ex intendente de Yerba Buena, Mariano Campero.
A toda máquina
“Actualmente, el monumento se encuentra en plena realización en los talleres de la Dirección de Parques y Jardines” (ubicada en el Parque 9 de Julio), contaba la nota, sustentada con la foto de Moyano en plena faena.
Y continuaba la crónica: “Se trata de un gran basamento de unos 20 metros de largo y unos 17 de ancho, dotado de dos elevaciones, en una de las cuales se alza una figura femenina que representa la Gloria, mientras en la otra está el general Manuel Belgrano, a caballo, con la espada desenvainada. A ambos lados de la base aparecen figuras que registran aspectos de la batalla y, en el sector frontal, la imagen de Nuestra Señora de La Merced. Puede dar una idea de la monumentalidad de este conjunto, el hecho de que la representación de la Gloria se eleva a 25 metros de altura, mientras la de Belgrano llega a 14”.
La fecha de inauguración estaba prevista para el próximo año, el 24 de septiembre de 1987.
Luego continuaba la nota con más detalles del proyecto y una entrevista al escultor.
En ese momento el parque, inaugurado en 1972, se había renombrado y se llamaba Batalla de Tucumán. Años después, durante la intendencia de Rafael Bulacio (1991-95), recuperó su nombre original de Parque Guillermina, en homenaje a los filántropos Alfredo Guzmán y su esposa Guillermina Leston de Guzmán, quienes en 1969 habían donado al municipio las 35 hectáreas de la “Quinta Guillermina”, creada por el matrimonio en 1908 para cultivar cítricos traídos del extranjero, y donde además construyeron una casa de fin de semana. Hoy es una “Casa Museo” que administra el municipio, luego de haber transitado por varias instituciones que no pudieron conservarla en buenas condiciones.
La fuga
No existe información contundente sobre los motivos que llevaron a detener la construcción del mega monumento y además ya no están para consultaros sus principales actores, Campero y Moyano.
Avignone, el tercer partícipe y autor de la ordenanza, tampoco está seguro de las razones que frenaron el proyecto, pero todo hace indicar que esta obra fue otra víctima de la profunda crisis económica argentina, que en 1987 alcanzó una inflación del 180% anual. Eran los comienzos de la híper.
Nada se supo de estas esculturas, algunas terminadas y otras no, hasta el gobierno de Antonio Bussi (95-99), según recuerda Avignone. “Bussi se apropió de dos jinetes (arrumbados en la Dirección del Parque 9 de Julio). A unos de ellos (nada menos que Belgrano), lo puso en la rotonda que está en la entrada de San Cayetano, y al otro en un rincón del cruce de avenida Perón y Camino del Perú, que es un soldado a caballo”, rememora el ex concejal.
RETAZO DE HISTORIA. La página del domingo 25 de mayo de 1986.
Desde 1997, según consta en el mismo monumento, Belgrano y su caballo ocupan sobre un pedestal el centro de la plazoleta General Manuel Belgrano, en el cruce de las avenidas Pedro Miguel Aráoz y Papa Francisco, en San Cayetano. El otro soldado a caballo se encuentra donde efectivamente recuerda Avignone, medio perdido entre arbustos y árboles, junto al canal.
Esta es la historia de un general y de un soldado del Ejército del Norte, que iban a ser parte de un gigantesco monumento en el Parque Guillermina, pero que una década después “cabalgaron” varios kilómetros para descansar en solares diagonalmente opuestos de la ciudad.






















