CARLOS ALBERTO PRESTI. El general que asumirá como ministro, junto a soldados y vehículos blindados del Ejército.
Existe un nombre que hoy ocupa titulares, pero que hasta hace algunos días muchos desconocían. Hay un ministerio que siempre estuvo en un segundo plano, a la sombra de otras carteras mucho más estridentes, y que de golpe parece haberse vuelto central o al menos empieza a irrumpir en conversaciones en las que antes estaba ausente. Y todo esto ocurre por una decisión del presidente Javier Milei: nombrar a un militar de carrera como uno de sus colaboradores más cercanos.
El general Carlos Alberto Presti, que en poco tiempo ocupará una silla dentro del Gabinete nacional, logró -curiosamente sin hacer nada más que haber aceptado el cargo- sacar de las sombras al Ministerio de Defensa y darle inclusive más visibilidad que al de Seguridad, donde también hubo cambios y que suele estar atravesado por temas mucho más sensibles para la sociedad. No es un mérito únicamente de este soldado, sino que está explicado en buena medida por la reaparición de personajes e instituciones altamente ideologizadas que salieron a agitar fantasmas que, aparentemente, no tienen motivos para regresar del pasado. De todos modos, y si bien vamos a volver sobre ese punto un poco más adelante, puede ser un buen momento para tratar de entender cuáles serán los principales desafíos que enfrentará Presti una vez que reemplace a Luis Petri, quien asumirá como diputado el 10 de diciembre.
Vale poner en contexto la situación: estamos hablando del primer ministro de Defensa de origen militar de los últimos 40 años. Y esto abre un abanico de cuestiones. Por un lado, en las Fuerzas Armadas (especialmente el Ejército, al que pertenece Presti, pero también en la Armada y en la Fuerza Aérea) esto se lee como una especie de reivindicación o respaldo luego de décadas de olvido, de malos tratos y de persecuciones, especialmente durante el kirchnerismo. Por otro lado, hay un sector importante de la sociedad -muy amplio, que a veces se muestra y otras veces no- que defiende la causa militar y que posiblemente está a favor de la llegada de este general al Gabinete de Milei. Si nos acercamos a la arena política vamos a encontrar dirigentes partidistas y sociales, y parlamentarios que se apoyan en movimientos de DDHH para defender sus intereses. Suelen constituir minorías ruidosas que gritan mucho, silencian a los que piensan distinto, pero que rara vez discuten las heridas y los dolores de fondo. Por último existe una enorme fracción de la sociedad que lidia con urgencias más relevantes y a la que un tema como este le parece intrascendente.
En el medio aparece el nombre de Presti. Y acá vamos a intentar sintetizar en tres tópicos la multiplicidad de desafíos que enfrentará. Son aquellos temas a los que en el mundo castrense les están poniendo especial atención:
1- El riesgo político y la exposición
La designación de este militar altamente calificado y respetado por la tropa lo traslada de un ámbito encapsulado (el Ejército) a unos de los escalones más altos de la función pública. Este cambio lo somete inmediatamente a un riesgo político significativo. La visibilidad que el Gobierno le ha dado al Ministerio de Defensa y el hecho de nombrar a un uniformado para ocupar su silla más importante desencadenó reacciones inmediatas de un sector de la oposición y de algunas organizaciones sociales. Veremos cómo logra lidiar con este tema y también hay que ver cuánto tiempo más se va a mantener esta discusión.
2- La crisis de Iosfa
Uno de los problemas estructurales más urgentes que debe afrontar es la crisis del Instituto Obra Social de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Es deficitaria y atraviesa serios problemas para sostener las prestaciones. La suspensión de servicios, particularmente en el interior del país, donde el acceso a la salud es más complejo (a diferencia de Buenos Aires, casi no hay hospitales militares), constituye un problema crítico cuya resolución debería ser prioritaria. Cuenta con casi 600.000 afiliados y es la tercera más grande del país por detrás de PAMI (jubilados) y de IOMA (empleados y jubilados de la provincia de Buenos Aires). Su deuda llega a los $20.000 millones por mes y los más afectados por los recortes en las prestaciones son los pacientes oncológicos, los que padecen enfermedades crónicas graves y los insulinodependientes, de acuerdo con un informe del diario La Nación. Nada muy diferente a lo que ocurre con algunas obras sociales sindicales.
CON MILEI. Presti, de blanco, saluda al presidente y al ministro de Defensa saliente, Luis Petri, durante un acto.
3- La dinámica interna y la gestión de expectativas
A diferencia de sus antecesores civiles, el nombramiento de un militar genera una nueva dinámica interna: se espera que entienda y resuelva los problemas que aquejan a los integrantes de las distintas fuerzas, es decir, a sus colegas. Esta situación, si bien es vista como una ventaja por la experiencia del funcionario, también abre una arista para un reclamo interno más exigente, porque cuarteles adentro posiblemente no se lo mida con la misma vara que a un ministro político. En este aspecto, uno de los temas sensibles (entre muchos otros) tiene que ver con los salarios. Hoy, el sueldo de un coronel, es decir, uno de los rangos más altos del escalafón del Ejército, raspa los $2 millones. Y el de un subteniente recién egresado del Colegio Militar no llega a los $800.000. Además, se producen distorsiones fuertes. Por ejemplo, hay suboficiales que ganan más que oficiales con carreras de muchos años. En este punto está claro que la tropa va a reclamarle a Presti mayor empatía.
La Argentina desigual
El nombramiento de Presti también nos puede ayudar a reflexionar sobre diversas dinámicas en las que estamos envueltos como sociedad. Cristina Kirchner, condenada en múltiples instancias y acusada en varias causas por hechos de corrupción que derivaron en desfalcos millonarios a los recursos de todos los argentinos, transcurre su condena en un departamento y recibe visitas -hasta hace poco- casi sin restricciones. Julio De Vido, sobre quien pesa una condena firme por administración fraudulenta en una causa derivada de la tragedia de Once, que le costó la vida a decenas de personas, volvió a prisión hace pocos días; hasta entonces había gozado del beneficio de estar en su casa. José Alperovich, condenado en primera instancia por abuso sexual contra su sobrina pasa sus días en su departamento de Puerto Madero.
Mientras unos gozan por su edad de los privilegios que prevé la ley, decenas de ex militares transitan sus ancianidades y enfermedades en cárceles comunes. Y se preguntan: ¿por qué para algunos hay beneficios y para otros no? ¿Por qué hay militares que siguen muriendo en la cárcel envueltos en procesos que no avanzan, sin condenas o absoluciones (según corresponda), olvidados? ¿Por qué para ellos no hay domiciliarias, aunque cumplan largamente con los requisitos que exigen las normas? La designación de Presti vuelve a interpelarnos: tal vez la interpretación de nuestra historia reciente necesite una vara menos desigual.





















