Reforma política light: las papeletas abundarán, otra vez, en un cuarto oscuro bien tucumano

La reforma política será light, con cambios auspiciosos, pero sin modificaciones de fondo.

Reforma política light: las papeletas abundarán, otra vez, en un cuarto oscuro bien tucumano

La foto permite otear que algo cambió de una semana a otra. Osvaldo Jaldo, Miguel Acevedo y Sergio Mansilla se sentaron frente a frente en la Casa de Gobierno y acordaron que habrá reforma política. Será light, mantendrá un sistema con acoples abundantes y las boletas partidarias llenarán los pupitres convertidos en tablones más largos que los de familia numerosa en almuerzo dominical. Pero algo saldrá.

Hasta hace algunos días, la irrupción de Sergio Mansilla y de Darío Monteros despotricando en las redes sociales contra la posibilidad de que se modifique el sistema electoral parecía haber condenado cualquier intento de modificación, pero Acevedo habría hecho sentir su desagrado y su peso institucional, lo que habría llevado a Jaldo a tomar una decisión “salomónica”.

El vicegobernador logró anotar algunos puntos en su tablero personal: habrá “Ficha Limpia” (para que los condenados no sean candidatos, proyecto que impulsa el legislador Gerónimo Vargas Aignasse), habrá paridad de género y se otorgará un incentivo a los docentes que cuiden las urnas. Son avances institucionales, sin duda, “brotes verdes” en el árido terreno de la calidad democrática local. Pero cuando el ciudadano entre al cuarto oscuro en 2027, la selva que encontrará será idéntica a la que lo agobió en 2023.

La reforma que se aprobará el día 18 establece un límite a los acoples, ese sistema que multiplica listas como si fueran panes y peces. Pero el límite es tan generoso que parece una invitación: se permitirán tantas colectoras como bancas haya en juego. En la Capital, por ejemplo, un candidato a gobernador podrá llevar hasta 19 acoples. En el Oeste, 18. En el Este, 12. Además, cada postulante a intendente podrá llevar tantos acoples como concejales integren el cuerpo en cada municipio. Si multiplicamos esto por la cantidad de frentes que compiten, la matemática es implacable: las mesas seguirán inundadas de cientos de boletas. Se ha podado el árbol, pero las raíces siguen intactas para seguir bebiendo del presupuesto y la estructura estatal.

La Boleta Única Electrónica

El gran ausente de este pacto es la modernización del instrumento de votación. La Boleta Única Electrónica, que tanto entusiasmaba a Acevedo y a la oposición, ha sido sacrificada en el altar del “consenso” y la “prudencia fiscal”. El argumento oficial es el costo: “es un sistema oneroso y la coparticipación baja”, dicen. Es una verdad a medias que esconde una decisión política de fondo. El papel, con su logística de impresión, distribución y fiscalización, sigue siendo el terreno donde los aparatos territoriales se mueven con mayor comodidad.

En definitiva, la paz ha vuelto al peronismo tucumano. Acevedo se mezcló entre los caciques del interior y marcó terreno. Los punteros y dirigentes “territoriales” respiran aliviados porque mantendrán sus estructuras de acoples (apenas recortadas, no eliminadas) y el sistema de votación tradicional. Acevedo muestra gestión legislativa sacando leyes de transparencia. Y Jaldo consolida su liderazgo evitando una fractura interna.

¿Y el votante? El votante ganará en que quizás no vea a corruptos condenados en las listas y verá más mujeres en las bancas. Pero deberá seguir buceando en un mar de papel para encontrar su voto, en una “reforma” que cambia las reglas del juego para los políticos, pero mantiene la misma experiencia caótica para la gente.

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