PREVENCIÓN. La vacunación es clave para evitar los contagios de la tos convulsa, especialmente en bebés.
Al principio, puede aparecer como un simple resfrío. Luego, aparecen los ataques de tos intensos e incontrolables, que pueden provocar vómitos o la dificultad para respirar. Puede durar durar varios días e incluso semanas, y es especialmente peligrosa para los bebés. Hablamos de la tos convulsa, también llamada tos ferina o coqueluche, una infección bacteriana que en el último mes sumó cientos de contagios en el país e hizo encender las alarmas.
Según el último Boletín Epidemiológico Nacional, ya se confirmaron 688 infecciones en 20 provincias y se registraron siete muertes, la mayoría de ellas en bebés menores de seis meses. Los contagios se duplicaron en un mes. A mediados de octubre hubo un brote en Tierra del Fuego, donde se habían confirmado 333 de las más de 3.400 consultas con los signos de sospecha de esta infección respiratoria. Córdoba, Buenos Aires, Salta, Mendoza, Santa Fe y Ciudad de Buenos Aires son otras de las jurisdicciones más afectadas. En Tucumán, hubo tres casos, uno de ellos fue grave y requirió cuidados intensivos, aunque no se reportaron fallecimientos.
Menos vacunación
La tos convulsa, al igual que el sarampión, es una enfermedad que debería estar controlada. Sin embargo, volvió a circular con fuerza debido a la caída sostenida de las coberturas de vacunación.
En el calendario hay varias dosis que ayudan a combatir la enfermedad. La quíntuple, que se coloca a los dos, a los cuatro y a los seis meses. Y tiene un refuerzo a los 15 meses. Luego, a los cinco años, corresponde la triple bacteriana celular y a los 11, la triple bacteriana acelular, según detalló la jefa del Servicio de Inmunizaciones y Vigilancia Epidemiológica del Hospital de Niños, doctora Stella Maris Sánchez.
Además, según dijo, es fundamental que las embarazadas se coloquen una dosis a partir de las 20 semanas, para proteger al bebé hasta que pueda recibir su primera vacuna. El personal de salud, por otro lado, también debe vacunarse con un refuerzo cada cinco años.
Con este completo esquema de inmunizaciones durante varios años la tos convulsa estuvo controlada, señaló Sánchez.
El problema es que hay una baja histórica de la vacunación en los chicos, especialmente de los que ingresan a primer grado. Según un informe nacional, menos de la mitad de los niños de esa edad recibió en 2024 las vacunas correspondientes al ingreso escolar, un conjunto de refuerzos que son fundamentales para sostener la protección colectiva contra enfermedades que pueden generar complicaciones graves. A los 5 años, además de la triple viral, se colocan la vacuna contra varicela, un refuerzo de polio y triple bacteriana celular (protege contra difteria, tétanos y tos convulsa).
Otro refuerzo fundamental es el de los 11 años, edad en la que también están descendiendo de forma alarmante las tasas de inmunización en el país.
La protección disminuye
“La vacuna que previene la tos convulsa es efectiva, pero la protección disminuye con el paso del tiempo. Por eso es indispensable cumplir con todos los refuerzos”, remarca Sánchez. Añade que la vacunación en el embarazo, incorporada en 2012, tuvo un impacto decisivo en la reducción de la mortalidad infantil por coqueluche. “Durante años no hubo fallecidos. Pero cuando se dejan de completar los calendarios, estas enfermedades reaparecen”, advierte.
“Vacunar a los 11 años es fundamental porque reduce la transmisión de coqueluche hacia los hermanos más pequeños, que son los de mayor riesgo”, precisó Miguel Ferre Contreras, referente del Departamento de Inmunizaciones del Siprosa.
¿Qué es la tos convulsa?
Se trata de una enfermedad respiratoria causada por la bacteria Bordetella pertussis, que se transmite con gran facilidad al toser, hablar o estornudar. Puede afectar a personas de todas las edades, aunque los lactantes pequeños son los más vulnerables. La falta de vacunación puede derivar en bronconeumonía, convulsiones, apnea, cianosis o daño neurológico cuando no se diagnostica a tiempo o en pacientes sin protección inmunológica.
Los síntomas suelen comenzar como un resfrío común, pero luego aparecen episodios intensos de tos seguidos de un sonido agudo al inhalar, apnea, dificultad para respirar y, en los casos más graves, coloración azulada de la piel por falta de oxígeno.
Según explicó la doctora Stella Maris Sánchez, la enfermedad se manifiesta de manera diferente según la edad: en menores de seis meses, puede causar pausas respiratorias, cambios de color en la piel y accesos de tos que requieren internación. En niños mayores, adolescentes y adultos, suelen presentarse ataques repetidos de tos que muchas veces no son diagnosticados, pero igual pueden transmitir la infección a los más pequeños.
Como es una enfermedad bacteriana, la tos convulsa tiene tratamiento específico con antibióticos, resaltó. Sin embargo, la médica insiste en que el pilar fundamental es la vacunación, ya que previene la infección y corta la cadena de transmisión.
Con el incremento de contagios a nivel nacional, la recomendación de Sánchez es clara: quienes no estén vacunados o tengan esquemas incompletos deben regularizar su situación lo antes posible, especialmente en el caso de bebés, niños y embarazadas. Las dosis están disponibles en todos los vacunatorios y también en centros asistenciales de la provincia.
“Es una enfermedad totalmente prevenible. Las vacunas están disponibles y son seguras. Lo que necesitamos es que la gente concurra a vacunarse”, insistió la especialista, miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), filial Tucumán.
Cuándo consultar: el diagnóstico oportuno y la vacunación
En medio de la escalada de casos de coqueluche, la Sociedad Argentina de Pediatría destacó la importancia del diagnóstico a tiempo y de reforzar las campañas de vacunación. ¿Cuándo consultar al médico? Ante síntomas de tos persistente, vómitos post-tos o ante cualquier contacto con casos confirmados.
Las autoridades sanitarias precisaron que los niños que fallecieron en el país por la enfermedad tenían entre un mes y dos años: algunos de ellos debían haber recibido la vacuna, pero no contaban con ninguna aplicación registrada. Otro caso, correspondiente a un recién nacido, carecía de inmunidad debido a que su madre no había sido vacunada durante la gestación.


























