Reclamos en la ruta y bronca en destino: una madre de 76 años y su hijo denunciaron malos tratos en el viaje de Estudiantes a Santiago

Marta Seminara y Sebastián Galeotti viajaron en colectivo para alentar al “Pincha” y se encontraron con controles excesivos, demoras interminables y falta total de organización

Reclamos en la ruta y bronca en destino: una madre de 76 años y su hijo denunciaron malos tratos en el viaje de Estudiantes a Santiago LA GACETA / DIEGO ARAOZ

Marta Seminara tiene 76 años, es platense y fanática de Estudiantes desde siempre. Viajó a Santiago del Estero junto a su hijo Sebastián Galeotti con una mezcla de ilusión y experiencia: ya sabía lo que era venir. De hecho, esta era su segunda vez en la provincia. La primera había sido el 21 de diciembre pasado, cuando el “Pincha” venció a Vélez y se consagró campeón del Trofeo de Campeones. “La única vez que vine, salimos campeones. Ojalá podamos seguir con la racha”, dijo, todavía con esperanza.

Pero el viaje, esta vez, estuvo lejos de ser una fiesta. Ambos coincidieron en que los controles durante el trayecto y al llegar a Santiago fueron excesivos y humillantes. “Horrible los controles. Entiendo que hay un micro con la barra brava, pero los policías saben cuáles son. ¿Nosotros tenemos cara de barras? Venimos familias, gente mayor… La verdad que no me gustó el trato”, reclamó Marta.

La escena se repitió una y otra vez en la ruta. “En todos los puestos se subía la Gendarmería a revisarnos, con pistolas enormes. Me sentía una traficante de armas”, relató, todavía sorprendida. Aun así, rescata algo positivo. “Lo bueno es que llegamos”, indicó.

El trasfondo del malestar, para ellos, está claro. Marta y Sebastián vinculan directamente lo que vivieron con el conflicto entre Estudiantes y la AFA, que tuvo su punto más visible cuando los jugadores le dieron la espalda a Rosario Central tras ser confirmados campeones de la Liga 2025. “Estamos orgullosos de la decisión de los jugadores. No porque tengamos algo en contra de Central, sino porque fue contra la corrupción”, sostuvo la mujer.

Sebastián amplió esa mirada y apuntó a una desorganización generalizada. “Nos encanta Santiago. Ya vinimos y nos trataron perfecto. Pero ahora nos están faltando el respeto. Tardamos un montón de horas, no hay lugar para alojarnos, el martes ya se había agotado todo. Es una desorganización total”, señaló. Su plan original era parar en un camping, pero tampoco funcionó. “Cuando llegamos nos dijeron que no porque no esperaban tanta gente. Recién a las seis de la tarde nos trajeron acá para que podamos almorzar. Algo no está funcionando bien”, dijo.

El problema del alojamiento terminó de desbordar la paciencia. “Yo tuve que reservar un hotel en Añatuya, a más de 200 kilómetros de acá. Es imposible”, se quejó Sebastián. Y fue más allá. “Hay una animosidad contra Estudiantes con estas cosas. Nos están robando el amor con el fútbol. Es simplemente la AFA mafiosa”, contó.

En medio del enojo, Marta se permite viajar por sus recuerdos. Habla de los momentos que marcaron su vida con la camiseta albirroja. “El momento más feliz fue cuando salimos campeones del mundo. Me acuerdo que estaba colgada del alambrado en 1 y 57, la cancha era de madera”, evoca.

La memoria la lleva también a festejos inolvidables en La Plata. “Estudiantes vino a dar una vuelta olímpica y hasta hicieron una parodia de los goles y los festejos. Fue una fiesta, como cada campeonato que ganamos”, cuenta. Y sonríe al recordar un episodio especial: “El 7-0 a Gimnasia fue un Día de la Madre. Yo cumplí años el 11 de octubre y quería un regalo. Me dieron siete ese fin de semana”, recordó.

Hoy, a pesar del cansancio y la bronca, Marta y Sebastián están ahí, listos para alentar. Porque si algo dejan claro es que la pasión por Estudiantes resiste incluso los viajes más duros. Pero también advierten: cuando el fútbol se vuelve hostil para las familias, algo profundo empieza a romperse. 

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