LOS LÍDERES. Rubén “La Chancha” Ale y Ángel “El Mono” Ale durante el juicio en el que recibieron una condena de 10 años.
Son enemigos desde hace más de 40 años. En el medio hubo amenazas, disparos, dos muertes y ahora, traiciones. ¿Qué originó tanto odio? Después de décadas de dudas y sospechas, está quedando al descubierto que los clanes Ale y los Gardelitos estarían enfrentados por cuestiones vinculadas al tráfico y la comercialización de drogas. Esa hipótesis se sustenta en los últimos enfrentamientos protagonizados por los hijos de los referentes y en el hecho de que el destino terminó uniéndolos en la Justicia Federal. Rubén “La Chancha” y Ángel “El Mono” Ale fueron condenados por lavado de activos provenientes, entre otros delitos, de la comercialización de estupefacientes. Walter “Petiso David” Lobos y varios miembros de su familia ahora están siendo investigados por el mismo ilícito.
En los años 80, el tráfico de drogas recién comenzaba a surgir. En esa época, fumar un “porro” era tan grave como transportar un kilo de marihuana. La cocaína solo se vendía en “tizas” (cilindros compactados de 10 gramos cada uno); no existía el “paco” y, mucho menos, las drogas sintéticas. En las calles había una pugna por el control. Por un lado estaban los Ale, hijos de un reconocido puestero del Mercado de Abasto; por el otro, los Gardelitos, un grupo familiar que había alcanzado fama nacional por dedicarse a delitos contra la propiedad. Eran profesionales del “carterismo” y del “mecherismo”, pero varios de sus integrantes también se dedicaban a los “escruches” y a los asaltos.
Algo ocurrió en el medio que los enfrentó. Integrantes de ambos grupos sostuvieron que la rivalidad se había originado por cuestiones sentimentales. Sus allegados agregaron que se trató de una “guerra” para definir quiénes eran, como se decía en esos tiempos, los más “guapos”, lo que hoy equivaldría a los más “picantes” o “pesados”. Con el correr de los años y el avance de las investigaciones, esa teoría fue dejada de lado. Hoy se sabe que ambos clanes, por entonces, comenzaban a dedicarse al tráfico de drogas. Para colmo, los policías que debían evitar el desarrollo de esa actividad terminaron formando el grupo parapolicial Comando Atila, que acabó sumándose a la disputa por esa y otras actividades ilícitas.
TRASLADO. Walter “Petiso David” Lobos en poco más de un mes fue procesado por droga y ahora investigado por lavado de activos.
Mario Oscar “El Malevo” Ferreyra, señalado como líder de un grupo parapolicial que actuaba fuera de la ley y no de uno de “justicieros”, se suicidó frente a las cámaras de televisión, sumido en la pobreza. Varios de sus integrantes, durante los últimos días de la intervención de Julio César Aráoz y la gobernación de Ramón Bautista Ortega, habrían llegado a un acuerdo insólito: dejarían la fuerza a cambio de que se anularan los procesos en su contra. En la actualidad, varios de ellos, de la noche a la mañana, se transformaron en empresarios o productores agropecuarios.
En ese contexto, hace casi 40 años, se registró un violento episodio que marcó un antes y un después en la historia del hampa tucumana. En la tarde del 31 de diciembre de 1986, dos integrantes de los Gardelitos fueron asesinados por disparos efectuados por los hermanos Ale. Tras un largo derrotero judicial, “La Chancha” Ale fue sobreseído y su hermano Ángel terminó recibiendo una condena menor, producto de un fallo insólito firmado durante una feria judicial por magistrados que no habían intervenido en la causa.
HORROR. El cuerpo de uno de Los Gardelitos que fue asesinado en diciembre de 1986.
Por este caso y por la persecución que sufrían por parte del Comando Atila -siempre sospechado de ser aliado de los Ale-, los Gardelitos comenzaron a buscar otros horizontes. Varios de sus grupos dejaron el sur de la capital para instalarse en Buenos Aires, Mendoza y Córdoba.
La primera caída
La desaparición de María de los Ángeles Verón, ocurrida el 3 de abril de 2002, es un caso que caló hondo en Tucumán. Lo sucedido durante el polémico juicio sirvió para que la madre de la víctima, Susana Trimarco, denunciara a los hermanos Ale por las actividades que habrían desarrollado durante varias décadas.
Los fiscales Pablo Camuña y Agustín Chit, con la colaboración de la Unidad de Información Financiera (UIF), concluyeron que los hermanos eran líderes de una asociación ilícita que, entre 2002 y 2013, habría logrado ingresar al mercado unos $39 millones provenientes de delitos como la trata de personas, el narcotráfico, la usura, el juego ilegal y las extorsiones.
Según la acusación, el clan Ale utilizó las empresas Cinco Estrellas, Point Limits y Transportadora Leonel, e incluso el club San Martín, para realizar estas maniobras. El debate, iniciado en diciembre de 2016, fue el juicio por lavado de activos más importante realizado hasta ese momento, tanto por la magnitud de la operatoria como por la cantidad de imputados, que fueron 16.
En los alegatos, Camuña fue contundente: “Estamos ante una organización realmente poderosa que durante años contó incluso con protección policial y judicial, lo que le permitió gozar de absoluta impunidad”. Los defensores, que desde un primer momento negaron la acusación y plantearon un sinnúmero de nulidades a lo largo del proceso, pidieron la absolución al considerar que se trataba de una causa armada por el kirchnerismo.
El tribunal, integrado por Alicia Noli, Gabriel Casas y Domingo Batule -quien reemplazó a Carlos Jiménez Montilla, recusado por su relación con los Ale-, decidió condenar a 13 de los 16 imputados por los delitos atribuidos. Los hermanos Ale, al ser considerados líderes de la asociación ilícita, recibieron penas de 10 años de prisión.
Por el mismo camino
El fiscal federal Chit inició en 2022 una investigación contra Walter “Petiso David” Lobos. El sospechoso llamó la atención al exhibir su vida privada en redes sociales, donde se mostraba con cadenas de oro y viajes a distintos países. Sin embargo, el investigador descubrió que no tenía trabajo formal ni estaba registrado ante los organismos pertinentes como responsable de actividad alguna. Al profundizar la pesquisa, constató que entre 2012 y 2025 se le abrieron ocho causas por drogas -dos en Tucumán, cuatro en Salta y dos en Córdoba- y que, además, figuraba en los registros de distintas fuerzas de seguridad como presunto responsable de tráfico de estupefacientes.
Con la colaboración de un equipo coordinado por Julia Vitar, el representante del Ministerio Público estableció que “Petiso David” habría montado una organización para ingresar al sistema financiero unos $500 millones. Para ello, según la hipótesis de Chit, habría utilizado como engranajes a su actual esposa, Ana Sofía Pampone Míguez; a su expareja, María Valeria Linch; a sus hijos Giselle Rocío, Román, Abel y Katya Priscila Lobos; y a su madre, Mercedes Galván.
Días atrás se realizaron distintos allanamientos en los que, según informaron los investigadores, se secuestraron pruebas de relevancia para sostener la acusación por lavado de activos. El próximo paso será que el juez José Manuel Díaz Vélez los cite a prestar declaración indagatoria para definir su situación procesal.
INVESTIGADOS. Walter Lobos y su pareja Ana Sofía.
“No existe ninguna evidencia concreta que determine que mis asistidos hayan realizado estas maniobras, y mucho menos que se hayan dedicado al tráfico de drogas”, sostuvo Augusto Avellaneda, defensor de los investigados. El tiempo dirá cuál será el desenlace de este proceso, que ya lleva tres años de investigación.





















