El Año Nuevo llega con un cambio inesperado en una de las tradiciones más arraigadas de la mesa argentina. Aunque durante décadas la sidra y el champagne fueron los protagonistas indiscutidos del brindis, esta vez una nueva opción se abre paso con fuerza: el vino blanco.
Cada vez más familias lo eligen para celebrar, atraídas por una propuesta más fresca, liviana y acorde a las altas temperaturas que suelen marcar el mes de diciembre. El cambio de hábito no es casual y responde a una búsqueda de mayor bienestar y disfrute durante las largas cenas festivas.
Uno de los principales motivos por los que el vino blanco gana terreno frente a las bebidas tradicionales es su efecto más amable en el organismo. A diferencia de la sidra o los espumantes, no contiene gas, lo que reduce la sensación de hinchazón y el malestar digestivo que muchas personas experimentan durante las celebraciones. Además, varias de sus variedades presentan menor contenido de azúcar, una característica cada vez más valorada por quienes buscan opciones más livianas o cuidan su consumo.
Cómo servirlo para un brindis ideal
Para que el vino blanco luzca todo su potencial en la mesa navideña, la forma de servirlo es clave. Los especialistas recomiendan una temperatura de entre 8 y 10 grados, ideal para resaltar su frescura y aromas. En noches de calor intenso, se puede agregar algunos hielos a la copa para mantenerlo en su punto justo durante la cena o el brindis.
Las variedades secas son las más elegidas, ya que combinan frescura, ligereza y un sabor equilibrado. De esta manera, el vino blanco se consolida como la bebida furor para recibir el 2026, marcando una nueva forma de celebrar en familia.
Las variedades de vino blanco más elegidas
Entre las opciones más buscadas para estas fiestas se destacan:
Chardonnay: uno de los blancos más populares del mundo. Se caracteriza por su equilibrio y versatilidad, con sabores a frutas blancas como manzana y pera. Puede presentarse en versiones frescas o más intensas, según su elaboración.
Sauvignon Blanc: muy aromático y refrescante, con notas cítricas y herbales. Su acidez marcada lo convierte en una opción ideal para quienes buscan vinos livianos y fáciles de beber.
Torrontés: la variedad emblemática de la Argentina. Se distingue por su perfil floral y perfumado, con aromas intensos y una sensación fresca en boca.
Pinot Grigio (o Pinot Gris): ligero y suave, de baja intensidad, con sabores delicados y acidez equilibrada, ideal para quienes prefieren opciones sutiles.
Riesling: elegante y fresco, con alta acidez. Puede encontrarse en versiones secas o levemente dulces, con notas de frutas cítricas y manzana verde.
Semillón: un blanco clásico y versátil, de cuerpo medio y aromas frutados, que puede elaborarse tanto en estilos jóvenes como más complejos.
Así, el vino blanco se posiciona como el gran protagonista de las mesas navideñas de este año, desplazando a los clásicos y marcando una nueva tendencia en la forma de brindar y celebrar.




















