Cómo saber si una pileta pública está habilitada y es segura

Los controles que se realizan en el agua de los natatorios. La presencia de guardavidas no reemplaza la supervisión de los adultos.

ANÁLISIS. Estudiar algunos parámetros del agua (como pH y cloro) durante los estudios previos a la habilitación es uno de los pasos esenciales. ANÁLISIS. Estudiar algunos parámetros del agua (como pH y cloro) durante los estudios previos a la habilitación es uno de los pasos esenciales.

Con la llegada de las altas temperaturas, las piletas públicas vuelven a convertirse en uno de los principales refugios para enfrentar el calor. Colonias de vacaciones, clubes, campings y complejos recreativos reciben cientos de familias cada día. Pero junto al disfrute, mamás y papás no pueden evitar preguntarse: ¿la pileta a la que van nuestros hijos es realmente segura?

En Tucumán, los natatorios de uso público deben atravesar un proceso de habilitación y control sanitario que apunta a reducir riesgos y prevenir accidentes, especialmente los vinculados a ahogamientos y a enfermedades asociadas al agua.

“Las ventajas para un usuario de concurrir a una pileta habilitada es que cumple con una serie de requisitos que van a minimizar el riesgo, tanto desde el punto de vista de la seguridad como desde el sanitario”, explica Silvina Gerstenfeld, jefa del Departamento de Saneamiento Básico.

Según detalla la funcionaria, el control de los natatorios de uso público es integral y está regulado por normativa específica. Y aclara: “nuestro trabajo consiste en la habilitación de las piletas de uso público. Quedan excluidas las que están en domicilios particulares o en edificios de uso exclusivo para propietarios, porque esas no requieren habilitación”.

El proceso comienza con la presentación de documentación que luego es evaluada desde distintos aspectos. “Se analiza lo legal, lo edilicio y lo técnico. Para poder habilitar una pileta tiene que cumplir con lo establecido en la resolución 1.200 del Ministerio de Salud”, señala Gerstenfeld.

“Luego se verifica el estado general del natatorio, que cuente con ducha, cerca perimetral, guardavidas y elementos necesarios para un rescate”, enumera. A eso se suma el control sanitario del agua. “Medimos parámetros como pH y cloro, y tomamos una muestra para realizar un análisis bacteriológico en nuestro laboratorio”, afirma.

Si los resultados son favorables, el trámite continúa con una evaluación legal. “Se revisa que el seguro cubra accidentes en pileta, que haya un servicio de emergencia, que los guardavidas tengan carnet habilitante y carnet de sanidad, además de la documentación del inmueble”, explica.

Mirada de guardavida

Desde el borde de la pileta, los guardavidas advierten que muchos de los riesgos no se explican sólo por las condiciones del lugar, sino por las conductas.

“Nuestro objetivo principal es prevenir cualquier situación de accidente por inmersión. No sólo trabajamos con los niños, sino también con los padres”, argumenta Esteban Díaz, guardavidas profesional.

Díaz detalla dos escenarios frecuentes; el de las colonias de vacaciones, donde los chicos están a cargo de profesores, y las piletas públicas a las que las familias asisten por su cuenta. “En este último caso, muchas veces los padres confían en que el guardavidas se va a hacer cargo, pero la atención del adulto es clave”, remarca.

La mayoría de los accidentes ocurre en silencio y en cuestión de segundos. “Un niño puede estar parado y de repente tropezar o irse a una parte más profunda. Muchos no saben nadar y ahí es donde no se puede perder la atención”, comenta Díaz.

Manguitos, flota-flota y otros elementos inflables suelen dar tranquilidad a los adultos, pero los especialistas advierten que no garantizan seguridad total. “Ayudan, pero generan una falsa sensación de seguridad. Los chicos no manejan bien su cuerpo ni los tiempos, por lo que pueden darse vuelta o irse a una zona profunda y el flotador no alcanza”, señala el guardavidas.

Así, aprender a nadar es aún una de las principales herramientas de prevención. “Hace falta educación acuática -advierte Díaz-. No en las piletas públicas, porque muchos accidentes ocurren en casas de familiares”.

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