Un león que ruge

Análisis. Por Jorge Figueroa - Redacción LA GACETA.

León Ferrari es uno de los artistas argentinos más reconocidos del país. Pero su eterna lucha contra el "infierno" cristiano y las atrocidades de la dictadura militar han opacado o dejado atrás, muchas veces, el valor artístico de sus obras. No hay material que no haya doblegado en su larga trayectoria; no hay género o disciplina con la cual no haya trabajado. Pintura, dibujo, collage, escultura, instalaciones, objetos... nada le es ajeno a Ferrari. El año pasado asistí a la inauguración de su última producción: la serie de los músicos realizados con poliuretano, y me asombró ver que, a sus 88 años, el artista no teme experimentar con nuevos materiales; todo un ejemplo para los más jóvenes: toda una apuesta al riesgo. No hay más de cinco artistas en el país que haya visto que tengan que firmar autógrafos, y Ferrari es uno de ellos: siempre atento y humilde, con su sonrisa presente, dejándose fotografíar aquí y allá. Pese a tantos premios, su relación con el mercado del arte es relativamente reciente: no tiene más de una década, desde que el Museo de Houston (EE.UU.) le pagó U$S 150.000 por una heliografía que no quería vender. León Ferrari es un león que ruge, quién lo duda, pero su grito también es un reclamo al propio arte.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios