16 Marzo 2011
"Se me pasó toda la vida en un minuto"
Franco Carrizo, un tucumano que estuvo en Tokio en pleno terremoto, reconoció que un temor indescriptible lo embargó en ese momento. "Los postes de luz se doblaban como si fueran de goma y los edificios se movían para todos lados", contó Carrizo. Viajó para recibir un premio. Se refugió en un templo budista. Video.
YA TODO PASÓ. Franco recibió el amor de sus hijos y recuperó el aliento. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
Fue invitado a Japón para ser distinguido por su excepcional desempeño en el trabajo. Viajó muy ilusionado, anhelando disfrutar de una magnífica semana en tierras orientales, ansioso de degustar esa rica cultura ancestral y de empaparse de sus milenarias costumbres. Sin embargo, a horas de retornar a su Tucumán natal, la tierra se despertó y se desperezó de uno de los modos más violentos y devastadores de los últimos 140 años. "Fue terrible lo que pasó. Los postes de luz se doblaban como si fueran de goma. Los edificios se movían para todos lados. El terremoto fue larguísimo, no podía mantenerme en pie. Yo jamás he sentido algo así. Se me pasó toda la vida en un minuto", reconoció Franco Carrizo, un tucumano de 30 años que regresó ayer a la provincia luego de vivir la catástrofe en carne propia.
El joven, casado y padre de tres pequeños niños, es instructor de Sistemas de Gestión Integral en la empresa Arcor. Se embarcó hacia Kioto el 5 de marzo, donde llegó dos días después. No obstante, el intenso movimiento telúrico que desató el potente tsunami lo encontró en Tokio, a unos 300 kilómetros de Sendai, una de las ciudades más afectadas.
"Estaba en un barco con unos compañeros cuando empezó el terremoto. Bajamos y el suelo se sacudía. En ese momento corrimos buscando un lugar donde estar a salvo. Por suerte pudimos refugiamos en un templo budista. El temblor fue eterno. Duró más de un minuto", relató Carrizo mientras cargaba en sus brazos a Giuliana, su pequeña hija de dos años. Isaías (de seis) y Jeremías (de cuatro) también lo abrazaron en el aeropuerto.
Como consecuencia del sismo, el tucumano y sus compañeros quedaron varados en la capital de Japón, sin posibilidad de viajar para volver a Argentina. "Teníamos todo planeado para salir por el sur, la zona menos afectada. Quisimos regresar, pero no pudimos. No había servicios de trenes ni de transporte. Cada minuto que pasábamos ahí se hacía más tenso. Al final tuvimos que pasar la noche en la calle. Estábamos muy asustados", se sinceró al tiempo que reconoció que en ese momento no se daban cuenta de la magnitud de lo que habían vivido.
Rodeado de sus hijos, Carrizo señaló que las últimas horas le parecieron interminables. "Esto era lo que deseaba. Volver a casa y estar rodeado de mis hijos. Si hay algo que me dejó esta experiencia vivida es que tenemos que aprender a vivir cada minuto más cerca de la familia y de los seres queridos, ya que nunca sabemos qué nos puede pasar", concluyó mientras partía rumbo a su hogar.
El joven, casado y padre de tres pequeños niños, es instructor de Sistemas de Gestión Integral en la empresa Arcor. Se embarcó hacia Kioto el 5 de marzo, donde llegó dos días después. No obstante, el intenso movimiento telúrico que desató el potente tsunami lo encontró en Tokio, a unos 300 kilómetros de Sendai, una de las ciudades más afectadas.
"Estaba en un barco con unos compañeros cuando empezó el terremoto. Bajamos y el suelo se sacudía. En ese momento corrimos buscando un lugar donde estar a salvo. Por suerte pudimos refugiamos en un templo budista. El temblor fue eterno. Duró más de un minuto", relató Carrizo mientras cargaba en sus brazos a Giuliana, su pequeña hija de dos años. Isaías (de seis) y Jeremías (de cuatro) también lo abrazaron en el aeropuerto.
Como consecuencia del sismo, el tucumano y sus compañeros quedaron varados en la capital de Japón, sin posibilidad de viajar para volver a Argentina. "Teníamos todo planeado para salir por el sur, la zona menos afectada. Quisimos regresar, pero no pudimos. No había servicios de trenes ni de transporte. Cada minuto que pasábamos ahí se hacía más tenso. Al final tuvimos que pasar la noche en la calle. Estábamos muy asustados", se sinceró al tiempo que reconoció que en ese momento no se daban cuenta de la magnitud de lo que habían vivido.
Rodeado de sus hijos, Carrizo señaló que las últimas horas le parecieron interminables. "Esto era lo que deseaba. Volver a casa y estar rodeado de mis hijos. Si hay algo que me dejó esta experiencia vivida es que tenemos que aprender a vivir cada minuto más cerca de la familia y de los seres queridos, ya que nunca sabemos qué nos puede pasar", concluyó mientras partía rumbo a su hogar.
Temas
Japón
Lo más popular