23 Marzo 2011
ARREGLOS. Habitantes de Miyagi, una de las ciudades que devastó el tsunami, sacan escombros de su vivienda. REUTERS
KESENNUMA- La falta de combustible, la lluvia helada y los cortes de energía dificultan la peor crisis humanitaria en Japón desde la Segunda Guerra Mundial, pero los trabajadores sociales reportaron algunos progresos mientras la reconstrucción del país comenzó con la reapertura de rutas destrozadas y la construcción de viviendas.
Los números en el desastre natural más costoso del mundo -se estimó en U$S 250.000 millones-, continuaban asombrando. Hay cerca de 21.000 personas muertas o desaparecidas, 319.000 evacuadas, 2.131 refugios improvisados, 2,4 millones de personas sin acceso al agua y 221.000 hogares sin electricidad.
"En términos de logística hay mejoras, así como en la provisión de alimentos y de otros enseres", señaló Francis Markus, de la delegación en Tokio de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. "Pero todavía es muy difícil", agregó.
La lluvia dejó en tierra esta semana helicópteros cargados con provisiones, forzó a las autoridades a depender de las rutas y demoró la ayuda, indicó la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. Apuntó que el acceso al agua continúa siendo una preocupación en 11 prefecturas (gobernaciones).
Los centros de evacuación, repletos con cientos de sobrevivientes que duermen codo a codo desde hace más de una semana, son ordenados pero claramente se están deteriorando en algunas regiones, acuciados por casos de diarrea, influenza, estrés y fatiga.
Sin televisión
"Lo único que podemos hacer es aguantar", dijo Takeshi Murakami, de 67 años, en Kesennuma, en la devastada prefectura de Miyagi, cuyo gobernador dice que unas 15.000 personas murieron por el sismo y tsunami.
Murakami está refugiado en el gimnasio de un colegio junto con otras 450 personas, aunque el lugar albergó a unas 800 la semana pasada. Algunas posesiones que pudieron reunir están dobladas en pequeños paquetes al lado de las bolsas de dormir. La mayoría escapó sólo con la ropa puesta. Sin televisión, se dedican a conversar y esperar.
Antes de entrar en el refugio, los supervivientes se quitan los zapatos. Afuera, la basura se separa para reciclar. Y ante la puerta, en medio del frío, largas y ordenadas colas de japoneses esperan disciplinadamente para recibir agua potable. Nadie protesta ni empuja. Escenas como estas pueden verse en los cientos de refugios en todo el país
Sin embargo, hay progresos. La carretera Tohoku Expressway que conecta Tokio con áreas afectadas por el sismo fue reabierta a camiones. En Rikuzentakata, donde unos 8.000 hogares fueron barridos por el tsunami, están empezando a reconstruirlos. (DPA-Reuters-Especial)
Los números en el desastre natural más costoso del mundo -se estimó en U$S 250.000 millones-, continuaban asombrando. Hay cerca de 21.000 personas muertas o desaparecidas, 319.000 evacuadas, 2.131 refugios improvisados, 2,4 millones de personas sin acceso al agua y 221.000 hogares sin electricidad.
"En términos de logística hay mejoras, así como en la provisión de alimentos y de otros enseres", señaló Francis Markus, de la delegación en Tokio de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. "Pero todavía es muy difícil", agregó.
La lluvia dejó en tierra esta semana helicópteros cargados con provisiones, forzó a las autoridades a depender de las rutas y demoró la ayuda, indicó la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. Apuntó que el acceso al agua continúa siendo una preocupación en 11 prefecturas (gobernaciones).
Los centros de evacuación, repletos con cientos de sobrevivientes que duermen codo a codo desde hace más de una semana, son ordenados pero claramente se están deteriorando en algunas regiones, acuciados por casos de diarrea, influenza, estrés y fatiga.
Sin televisión
"Lo único que podemos hacer es aguantar", dijo Takeshi Murakami, de 67 años, en Kesennuma, en la devastada prefectura de Miyagi, cuyo gobernador dice que unas 15.000 personas murieron por el sismo y tsunami.
Murakami está refugiado en el gimnasio de un colegio junto con otras 450 personas, aunque el lugar albergó a unas 800 la semana pasada. Algunas posesiones que pudieron reunir están dobladas en pequeños paquetes al lado de las bolsas de dormir. La mayoría escapó sólo con la ropa puesta. Sin televisión, se dedican a conversar y esperar.
Antes de entrar en el refugio, los supervivientes se quitan los zapatos. Afuera, la basura se separa para reciclar. Y ante la puerta, en medio del frío, largas y ordenadas colas de japoneses esperan disciplinadamente para recibir agua potable. Nadie protesta ni empuja. Escenas como estas pueden verse en los cientos de refugios en todo el país
Sin embargo, hay progresos. La carretera Tohoku Expressway que conecta Tokio con áreas afectadas por el sismo fue reabierta a camiones. En Rikuzentakata, donde unos 8.000 hogares fueron barridos por el tsunami, están empezando a reconstruirlos. (DPA-Reuters-Especial)
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