28 Abril 2011
DISTENDIDA. Ema Gómez estuvo relajada durante la última jornada en la que se incorporaron pruebas al juicio. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO
Las dudas sobre el polémico procedimiento policial el día del crimen del juez Héctor Agustín Aráoz se acrecientan con el correr de los días.
Hace casi un mes, cuando el oficial Gustavo Beltrán declaró como testigo en juicio, la fiscala de Cámara, Juana Prieto de Sólimo, quedó convencida de que el policía, que investigó inicialmente el homicidio del magistrado, había ayudado a uno de los imputados, el ex oficial Darío Pérez.
Por eso, Prieto de Sólimo pidió un informe de sus llamadas telefónicas. Y, sorpresivamente, la prueba demostró otros contactos que resultaron muy llamativos: Beltrán se comunicó más de 10 veces con su ex jefe, Luis Adolfo Medina, a pesar de que ambos dijeron en el juicio que hace años no sabían uno del otro. Así, la fiscala y hasta uno de los defensores adelantaron que pedirán que sean investigados por encubrimiento agravado.
El 26 de noviembre de 2004, cuando mataron al juez de Menores Héctor Agustín Aráoz, Beltrán estuvo a cargo de las primeras investigaciones, bajo las órdenes del fiscal de Instrucción, Guillermo Herrera.
El oficial, que trabajaba en la comisaría de Yerba Buena, fue el encargado de redactar el acta que encabeza el voluminoso expediente de la causa, y se ocupó de rastrear a Alejandro Darío Pérez para que se presentara en la comisaría a declarar.
La noche del crimen fueron aprehendidos Ema Hortensia Gómez, que había mantenido una relación con Aráoz, y los ex policías de Banda del Río Salí Domínguez, Andrés Fabersani y Rubén Albornoz. Beltrán documentó todo esto.
Al día siguiente, Herrera le comentó que buscaban a Pérez. Como lo conocía por haber sido compañeros en la Escuela de Policía, Beltrán se ofreció a localizarlo. Según la fiscala, el oficial era la garantía de que Pérez declararía como testigo y no como sospechoso. Pero esto no ocurrió.
Cuando declaró, Beltrán se cruzó con los defensores de los ex policías de Banda del Río Salí (acusados de incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado), que le cuestionaban su actuación. A su turno, el comisario Medina tuvo la misma actitud: "eso hay que preguntarle a Beltrán", dijo en varias oportunidades.
Medina actualmente se encuentra retirado de la fuerza. Ese fue el principal argumento que esbozaron ambos cuando les preguntaron si habían mantenido contacto en los últimos meses. Según sus declaraciones, no se veían desde que dejaron la comisaría de Yerba Buena.
"En el informe enviado por la empresa telefónica, consta que se comunicaron permanentemente, cuando acá dijeron que no se veían", dijo Alvaro Zelarayán, defensor de Domínguez. Y añadió: "no sólo es falso lo que dijeron, sino que se comunicaron mientras se estaba desarrollando este juicio".
Según el informe, Beltrán comenzó a declarar el 2 de marzo. Al día siguiente se comunicó con Medina, en una llamada que duró 19 minutos. Ese mediodía había terminado su testimonio, pero en más de una oportunidad tuvo que regresar para someterse a careos con distintos policías. Además, entre el 23 de febrero y el 3 de marzo se contactaron seis veces. Medina testificó dos días antes que Beltrán. Desde el 3 de marzo no volvieron a llamarse a los teléfonos de sus domicilios, probablemente por el pedido de informes de la fiscala. "Esta situación demuestra que actuaron de mala fe. Hicieron desaparecer el acta que habían redactado los policías de Banda del Río Salí, la cartera de Ema Gómez y otras pruebas. Vamos a pedir que los investiguen por encubrimiento agravado", dijo Zelarayán.
Una denuncia
El pedido para que se inicie una investigación ya había sido adelantado por el defensor Cergio Morfil. Al inicio de la jornada se leyó la denuncia que presentó una vecina de Aráoz, contra policías de la Dirección General de Investigaciones que la llevaron por la fuerza a declarar como testigo, dos días después del crimen. Beltrán afirmó que desconocía esa situación, pero en la constancia enviada por la Policía figura que fue el oficial que tomó la denuncia.
El juicio continuará el lunes a las 9. Después de la incorporación de las últimas pruebas, comenzarán las conclusiones finales de las partes.
Las colillas de cigarrillos.- Los exámenes de ADN realizados a las colillas de cigarrillos encontradas en la casa de Aráoz arrojaron como resultado que hay patrones genéticos masculinos que no pertenecen a la víctima y a ninguno de los acusados.
Las huellas de Ema Gómez.- Un informe de la División Criminalística afirma que las huellas de sangre encontradas en la escena del crimen se corresponden morfológicamente con los pies de Gómez, lo que confirma que las pisadas son de la imputada.
Antecedentes.- Los prontuarios de los imputados se incorporaron al juicio. El único que no tiene causas judiciales es el oficial Rubén Albornoz. Gómez tiene una causa por lesiones, en tanto que Fabersani tiene ocho causas, una a la espera de juicio oral.
Hace casi un mes, cuando el oficial Gustavo Beltrán declaró como testigo en juicio, la fiscala de Cámara, Juana Prieto de Sólimo, quedó convencida de que el policía, que investigó inicialmente el homicidio del magistrado, había ayudado a uno de los imputados, el ex oficial Darío Pérez.
Por eso, Prieto de Sólimo pidió un informe de sus llamadas telefónicas. Y, sorpresivamente, la prueba demostró otros contactos que resultaron muy llamativos: Beltrán se comunicó más de 10 veces con su ex jefe, Luis Adolfo Medina, a pesar de que ambos dijeron en el juicio que hace años no sabían uno del otro. Así, la fiscala y hasta uno de los defensores adelantaron que pedirán que sean investigados por encubrimiento agravado.
El 26 de noviembre de 2004, cuando mataron al juez de Menores Héctor Agustín Aráoz, Beltrán estuvo a cargo de las primeras investigaciones, bajo las órdenes del fiscal de Instrucción, Guillermo Herrera.
El oficial, que trabajaba en la comisaría de Yerba Buena, fue el encargado de redactar el acta que encabeza el voluminoso expediente de la causa, y se ocupó de rastrear a Alejandro Darío Pérez para que se presentara en la comisaría a declarar.
La noche del crimen fueron aprehendidos Ema Hortensia Gómez, que había mantenido una relación con Aráoz, y los ex policías de Banda del Río Salí Domínguez, Andrés Fabersani y Rubén Albornoz. Beltrán documentó todo esto.
Al día siguiente, Herrera le comentó que buscaban a Pérez. Como lo conocía por haber sido compañeros en la Escuela de Policía, Beltrán se ofreció a localizarlo. Según la fiscala, el oficial era la garantía de que Pérez declararía como testigo y no como sospechoso. Pero esto no ocurrió.
Cuando declaró, Beltrán se cruzó con los defensores de los ex policías de Banda del Río Salí (acusados de incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado), que le cuestionaban su actuación. A su turno, el comisario Medina tuvo la misma actitud: "eso hay que preguntarle a Beltrán", dijo en varias oportunidades.
Medina actualmente se encuentra retirado de la fuerza. Ese fue el principal argumento que esbozaron ambos cuando les preguntaron si habían mantenido contacto en los últimos meses. Según sus declaraciones, no se veían desde que dejaron la comisaría de Yerba Buena.
"En el informe enviado por la empresa telefónica, consta que se comunicaron permanentemente, cuando acá dijeron que no se veían", dijo Alvaro Zelarayán, defensor de Domínguez. Y añadió: "no sólo es falso lo que dijeron, sino que se comunicaron mientras se estaba desarrollando este juicio".
Según el informe, Beltrán comenzó a declarar el 2 de marzo. Al día siguiente se comunicó con Medina, en una llamada que duró 19 minutos. Ese mediodía había terminado su testimonio, pero en más de una oportunidad tuvo que regresar para someterse a careos con distintos policías. Además, entre el 23 de febrero y el 3 de marzo se contactaron seis veces. Medina testificó dos días antes que Beltrán. Desde el 3 de marzo no volvieron a llamarse a los teléfonos de sus domicilios, probablemente por el pedido de informes de la fiscala. "Esta situación demuestra que actuaron de mala fe. Hicieron desaparecer el acta que habían redactado los policías de Banda del Río Salí, la cartera de Ema Gómez y otras pruebas. Vamos a pedir que los investiguen por encubrimiento agravado", dijo Zelarayán.
Una denuncia
El pedido para que se inicie una investigación ya había sido adelantado por el defensor Cergio Morfil. Al inicio de la jornada se leyó la denuncia que presentó una vecina de Aráoz, contra policías de la Dirección General de Investigaciones que la llevaron por la fuerza a declarar como testigo, dos días después del crimen. Beltrán afirmó que desconocía esa situación, pero en la constancia enviada por la Policía figura que fue el oficial que tomó la denuncia.
El juicio continuará el lunes a las 9. Después de la incorporación de las últimas pruebas, comenzarán las conclusiones finales de las partes.
Las últimas pruebas incorporadas al juicio
Las colillas de cigarrillos.- Los exámenes de ADN realizados a las colillas de cigarrillos encontradas en la casa de Aráoz arrojaron como resultado que hay patrones genéticos masculinos que no pertenecen a la víctima y a ninguno de los acusados.
Las huellas de Ema Gómez.- Un informe de la División Criminalística afirma que las huellas de sangre encontradas en la escena del crimen se corresponden morfológicamente con los pies de Gómez, lo que confirma que las pisadas son de la imputada.
Antecedentes.- Los prontuarios de los imputados se incorporaron al juicio. El único que no tiene causas judiciales es el oficial Rubén Albornoz. Gómez tiene una causa por lesiones, en tanto que Fabersani tiene ocho causas, una a la espera de juicio oral.
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