Por Carlos Páez de la Torre H
26 Septiembre 2011
El ingeniero Carlos Enrique Pellegrini (1800-1875), padre del presidente de ese apellido, redactó entre 1847 y 1849 una serie de impresiones sobre la vida argentina, que constan en la biografía de Agustín Rivero Astengo. Interesan los párrafos sobre la carreta tucumana.
Destacaba que "la carreta es, en las provincias del Plata, a la vez que un vehículo para el comercio, una fortificación para la guerra y una habitación para la pobreza. Con el auxilio de una hilera de estas carretas, cuyas maderas sólidas y macizas constituyen sólido baluarte, los cuerpos del ejército se ponen al abrigo de las sorpresas y se atrincheran contra las cargas de una caballería audaz". Servían también de "cabañas" para el paisano, en caso necesario.
Como medio de transporte, mostraba una "invariable originalidad". Su capacidad "es de 10 varas cúbicas. Se puede ver por el detalle de sus dimensiones, tomadas sobre un modelo del Tucumán -provincia en que se construyen las mejores- que ella es excesivamente estrecha respecto a su largo". Observaba que "por sí solas forman un artículo de comercio bastante interesante para las ciudades de Tucumán y de Santiago, que las fabrican", pues todas las estancias de Buenos Aires "están provistas de cierto número de estos grandes carruajes, para efectuar sus transportes".
Notaba que "difícil sería creer que un peso tal pueda gravitar sobre ruedas privadas de toda partícula de hierro y hacer viajes de muchos cientos de leguas". Esto mostraba "la superioridad de las maderas empleadas en la construcción".
Destacaba que "la carreta es, en las provincias del Plata, a la vez que un vehículo para el comercio, una fortificación para la guerra y una habitación para la pobreza. Con el auxilio de una hilera de estas carretas, cuyas maderas sólidas y macizas constituyen sólido baluarte, los cuerpos del ejército se ponen al abrigo de las sorpresas y se atrincheran contra las cargas de una caballería audaz". Servían también de "cabañas" para el paisano, en caso necesario.
Como medio de transporte, mostraba una "invariable originalidad". Su capacidad "es de 10 varas cúbicas. Se puede ver por el detalle de sus dimensiones, tomadas sobre un modelo del Tucumán -provincia en que se construyen las mejores- que ella es excesivamente estrecha respecto a su largo". Observaba que "por sí solas forman un artículo de comercio bastante interesante para las ciudades de Tucumán y de Santiago, que las fabrican", pues todas las estancias de Buenos Aires "están provistas de cierto número de estos grandes carruajes, para efectuar sus transportes".
Notaba que "difícil sería creer que un peso tal pueda gravitar sobre ruedas privadas de toda partícula de hierro y hacer viajes de muchos cientos de leguas". Esto mostraba "la superioridad de las maderas empleadas en la construcción".






















