Una noche de tango en el recuerdo

09 Noviembre 2011
Helder Camara, un gran maestro de ajedrez brasileño, que llegó a jugar con "Bobby" Fischer, describe en www.tabuleirodexadrez. com.br que estuvo en Tucumán en ocasión de la visita del estadounidense.

Días después del fallecimiento de "Bobby" (ocurrida en Islandia, el 17 de enero de 2008), escribió: "en 1971 estuve con él en una fiesta en Tucumán. Estábamos en la misma mesa y recuerdo que alguien, como un presagio de lo que serían sus años futuros, cantó en ese momento el tango Uno, de Discépolo. Y recuerdo la frase: 'Déjame que llore como aquél, que sufre en vida la tortura, de llorar su propia muerte'".

Fischer, que murió a los 64 años, jamás pasó inadvertido: fue héroe de Estados Unidos durante la Guerra Fría, y "villano" al festejar los atentados del 11-S.

Fue en Reykjavik, la capital de Islandia, donde comenzó su leyenda en 1972 al ganar el título mundial a Boris Spassky. Y fue allí también donde terminó su vida. Aquel duelo con Spassky en plena Guerra Fría entre un estadounidense y un soviético era mucho más que una partida de ajedrez. Además del reto mental, el tablero adquirió una connotación política. Ya convertido en héroe nacional por su triunfo 12,5 a 8,5 volvió a EE.UU. y declaró sin retaceos: "soy un individuo detestable. Mis ideales son el ajedrez y el dinero. Quiero ser riquísimo. Todos quieren serlo, pero ninguno lo dice. ¿Eso es pecado?"

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