Por Carlos Páez de la Torre H
30 Diciembre 2011
1 DE JULIO DE 1916. El gobernador Ernesto Padilla habla al inaugurar la casa restaurada y el busto del fundador de la industria azucarera. LA GACETA / ARCHIVO
La casa del obispo José Eusebio Colombres (1778-1859) es, como se sabe, monumento histórico nacional y sede del Museo de la Industria Azucarera. El inmueble corrió serio riesgo de desaparecer cuando, por la formación del parque 9 de Julio, se arrasaba con las construcciones del área.
Narra el doctor Ernesto Padilla que, ni bien asumió en 1913 la gobernación de Tucumán, dispuso "la suspensión del remate, para realizar el propósito, que después fue convertido en hecho definitivo, de guardar la casa como monumento histórico". En efecto, la Legislatura sancionó el 9 de octubre de ese año la ley que declaraba "monumento público" al caserón.
De inmediato Padilla ordenó realizar reparaciones urgentes en la añosa casa. Colocó a su frente un trapiche de palo idéntico al que usaba Colombres (en esa época aún sobrevivían numerosos ejemplares); mandó trazar un jardín en el contorno, e hizo modelar un busto del célebre prelado. Se encargó de fundirlo en bronce, en Roma, su amigo Clemente Onelli, quien redactó también la leyenda en latín de la placa colocada al pie.
La traducción aproximada, línea por línea, expresa: "José Eusebio Colombres - Obispo electo - sacerdote resplandeciente por su virtud - Mirado por la Patria - juró su libertad - Para su querido pueblo - trajo opulenta riqueza - a la tierra con las cañas - cuyo dulcísimo jugo - él primero exprimió - La Provincia de Tucumán dedica. Año 1916". No quiso Padilla figurar en la placa. Le parecía, explicó, "una irreverencia poner el nombre del postrero que levanta el monumento, al lado del que lo merece". La casa restaurada y el busto se inauguraron el 1 de julio de 1916, como acto de apertura de los festejos del Centenario.
Narra el doctor Ernesto Padilla que, ni bien asumió en 1913 la gobernación de Tucumán, dispuso "la suspensión del remate, para realizar el propósito, que después fue convertido en hecho definitivo, de guardar la casa como monumento histórico". En efecto, la Legislatura sancionó el 9 de octubre de ese año la ley que declaraba "monumento público" al caserón.
De inmediato Padilla ordenó realizar reparaciones urgentes en la añosa casa. Colocó a su frente un trapiche de palo idéntico al que usaba Colombres (en esa época aún sobrevivían numerosos ejemplares); mandó trazar un jardín en el contorno, e hizo modelar un busto del célebre prelado. Se encargó de fundirlo en bronce, en Roma, su amigo Clemente Onelli, quien redactó también la leyenda en latín de la placa colocada al pie.
La traducción aproximada, línea por línea, expresa: "José Eusebio Colombres - Obispo electo - sacerdote resplandeciente por su virtud - Mirado por la Patria - juró su libertad - Para su querido pueblo - trajo opulenta riqueza - a la tierra con las cañas - cuyo dulcísimo jugo - él primero exprimió - La Provincia de Tucumán dedica. Año 1916". No quiso Padilla figurar en la placa. Le parecía, explicó, "una irreverencia poner el nombre del postrero que levanta el monumento, al lado del que lo merece". La casa restaurada y el busto se inauguraron el 1 de julio de 1916, como acto de apertura de los festejos del Centenario.























