05 Marzo 2012
"EL BESO". Presentado en una muestra de 1908, se convirtió en su cuadro más conocido y puede admirarse en el Museo de Belvedere.
Es, sin dudas, un gran exponente de una época dorada que todavía sigue fascinando y ejerciendo su influjo: la del arte moderno. Fue el artista plástico que dejó su impronta por toda Viena, y junto con compañeros de camino como Josef Hoffmann, Otto Wagner, Joseph Olbrich, Egon Schiele y Oskar Kokoschka le imprimieron su sello a la producción artística mundial en los inicios del siglo XX.
En 2012 Gustav Klimt habría cumplido 150 años. Y la capital de Austria aprovecha este aniversario para dedicarle todo el año cultural bajo el lema "Gustav Klimt y el nacimiento del Arte Moderno en Viena".
La ciudad, orgullosa de su hijo pródigo, preparó exposiciones de sus obras en cada rincón. Los museos albergarán muestras con sus dibujos y pinturas. Afuera, en las calles y en los negocios, se espera que la obra de Gustav Klimt genere muchos euros a partir de la venta de recuerdos con sus obras estampadas en remeras, vasos, vajilla, relojes, sombreros y en cuanto souvenir se pueda imaginar.
12 meses únicos
En Viena se podrá contemplar no sólo la pintura más conocido de Klimt: "El beso". Se exhibirán todos los cuadros, los dibujos y los bocetos del maestro en ocho megaexposiciones que estarán dedicadas no sólo al pintor sino a su época.
A ello hay que sumarles los museos e instituciones para los que, al comienzo de su carrera, Klimt realizó trabajos decorativos y que podrán visitarse de manera permanente a lo largo del año.
En la transición que va del siglo XIX al XX, Viena fue considerada una de las cunas del arte moderno. Se había convertido en el centro cultural de Europa y, en aquel entonces, en la quinta ciudad más importante del mundo. Las artes aplicadas, la literatura, la música, la arquitectura y la ciencia estaban en su apogeo. Se levantaron espléndidos edificios de estilo modernista que competían con los palacios señoriales. La Viena del siglo XXI verá reverdecer, de la mano de Klimt, su apogeo perdido en las artes.
Importancia
Sus cuadros, ante todo "El beso", una de sus obras más conocidos del mundo, están considerados por la crítica como el puntapié inicial de una época que supuso el despertar del arte moderno. Klimt fusionó en su pintura los conocimientos y la evolución del arte y de la ciencia de un tiempo que fue un punto de partida impetuoso.
En el plano artístico, su obra refleja el camino que se transitó desde el comienzo de "la época de la Ringstrasse" hasta los comienzos de la abstracción.
Influido por Hans Makart, que era el principal pintor austríaco de finales del siglo XIX, Klimt, obtuvo junto con su hermano Ernst y con su amigo Franz Matsch el encargo de decorar algunos de los edificios de la avenida del Ring.
El talento innegable de Klimt y su estilo desarrollado en años posteriores allanaron a su vez el camino a contemporáneos más jóvenes como los talentosos Schiele y Kokoschka.
Los testimonios de esta época ya pueden disfrutarse en Viena por doquier: en el Museo Belvedere, en el Museo Leopold y en Museo de Viena; en La Albertina, en el Museo de Artes Aplicadas/Arte Contemporáneo MAK y en la Biblioteca Nacional, así como en otras partes del mundo.
En 2012 Gustav Klimt habría cumplido 150 años. Y la capital de Austria aprovecha este aniversario para dedicarle todo el año cultural bajo el lema "Gustav Klimt y el nacimiento del Arte Moderno en Viena".
La ciudad, orgullosa de su hijo pródigo, preparó exposiciones de sus obras en cada rincón. Los museos albergarán muestras con sus dibujos y pinturas. Afuera, en las calles y en los negocios, se espera que la obra de Gustav Klimt genere muchos euros a partir de la venta de recuerdos con sus obras estampadas en remeras, vasos, vajilla, relojes, sombreros y en cuanto souvenir se pueda imaginar.
12 meses únicos
En Viena se podrá contemplar no sólo la pintura más conocido de Klimt: "El beso". Se exhibirán todos los cuadros, los dibujos y los bocetos del maestro en ocho megaexposiciones que estarán dedicadas no sólo al pintor sino a su época.
A ello hay que sumarles los museos e instituciones para los que, al comienzo de su carrera, Klimt realizó trabajos decorativos y que podrán visitarse de manera permanente a lo largo del año.
En la transición que va del siglo XIX al XX, Viena fue considerada una de las cunas del arte moderno. Se había convertido en el centro cultural de Europa y, en aquel entonces, en la quinta ciudad más importante del mundo. Las artes aplicadas, la literatura, la música, la arquitectura y la ciencia estaban en su apogeo. Se levantaron espléndidos edificios de estilo modernista que competían con los palacios señoriales. La Viena del siglo XXI verá reverdecer, de la mano de Klimt, su apogeo perdido en las artes.
Importancia
Sus cuadros, ante todo "El beso", una de sus obras más conocidos del mundo, están considerados por la crítica como el puntapié inicial de una época que supuso el despertar del arte moderno. Klimt fusionó en su pintura los conocimientos y la evolución del arte y de la ciencia de un tiempo que fue un punto de partida impetuoso.
En el plano artístico, su obra refleja el camino que se transitó desde el comienzo de "la época de la Ringstrasse" hasta los comienzos de la abstracción.
Influido por Hans Makart, que era el principal pintor austríaco de finales del siglo XIX, Klimt, obtuvo junto con su hermano Ernst y con su amigo Franz Matsch el encargo de decorar algunos de los edificios de la avenida del Ring.
El talento innegable de Klimt y su estilo desarrollado en años posteriores allanaron a su vez el camino a contemporáneos más jóvenes como los talentosos Schiele y Kokoschka.
Los testimonios de esta época ya pueden disfrutarse en Viena por doquier: en el Museo Belvedere, en el Museo Leopold y en Museo de Viena; en La Albertina, en el Museo de Artes Aplicadas/Arte Contemporáneo MAK y en la Biblioteca Nacional, así como en otras partes del mundo.



















