En esta casona que cobija mamás adolescentes Miguel Ángel Estrella aprendió a tocar el piano

Las Hermanas Adoratrices ocupan el antiguo e imponente edificio desde 1928. Fue construido por la madre de Juan B. Terán.

 LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
09 Noviembre 2012

La hermana Victoria hilvana la historia y las anécdotas mientras que con sus vitales 88 años hace de guía turística por el inmenso inmueble que la congregación de las Hermanas Adoratrices posee en Alberdi 351. "En este patio -dice- correteaba Miguel Ángel Estrella. Vivía al frente, arriba de un taller mecánico, y desde chico ya sentía inclinación natural por la música. Venía para que la hermana María Ester Guzmán, que ya falleció, le enseñara a tocar el piano", relata.


En ese piano -que solo la hermana María Ester sabía tocar- ensayó sus primeros compases en clave de Fa el afamado pianista tucumano. Para evitar que el tiempo lo estropeara, el instrumento fue cedido al colegio Reina de la Paz, que funciona en un anexo de la propiedad. Durante muchos años estuvo allí la Escuela de Manualidades, obra de la congregación. "Miguel Ángel todavía se acuerda. Entonces, una vez mandó a unos franceses a que nos visiten y conozcan el piano", cuenta la religiosa.

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El inmueble fue donado por Sofía López de Terán (madre de Juan B. Terán) en la década de 1920, cuando la congregación llegó a Tucumán. Allí abrieron "El hogar del niño", con internado y escuela. "Ella había pedido que se auxilie a las niñas pobres. Aquí se les daba el desayuno, almuerzo y merienda. Además venían a la escuela. Luego se propuso extender la ayuda a las adolescentes", cuenta. El carisma de esta congregación fundada por Santa Micaela siempre fue la asistencia a la mujer (niña, adolescente y mamá) más vulnerable. Hasta hoy continúa funcionando así.

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Si bien la escuela ya no está, todavía se conservan dos internados: uno para niñas y otro para mamás adolescentes. Allí se les da contención a ellas y a sus hijos. Les enseñan manualidades, cocina y tienen la posibilidad de terminar los estudios primarios en el internado y los secundarios, en escuelas de la zona. Por supuesto, con el apoyo espiritual de las seis hermanas que actualmente viven allí y de los sacerdotes que van a celebrar misa.


Nuevos usos
Con el tiempo, la casa fue cambiando su fisonomía interna. Se suprimieron ambientes y se crearon nuevos. El terreno tiene 5.125 metros cuadrados. La capilla es de uso compartido entre las hermanas y el colegio (de la fraternidad Fasta). Además, hay dos oratorios pequeños, uno para las hermanas y otro en el sector que ocupan los internados. El piso superior está destinado, casi en su totalidad, a las habitaciones de las chicas y de las religiosas.


Los patios articulan y dividen la casa en diferentes sectores. Al patio principal se accede desde la puerta de ingreso, que da sobre Alberdi. Está rodeado por una galería sobre la que se reparten las puertas que conectan con la capilla, con un salón de actos (que también se utiliza para festejar los cumpleaños de las chicas) y con las oficinas administrativas. Un pasillo lleva a otro patio y, hacia el fondo, se encuentran la cocina y el sector de las tareas domésticas.


En un par de vueltas el visitante desorientado puede quedar mareado por tantos pasillos, recovecos y puertas. Pero la hermana Victoria conoce a la perfección esos ambientes. A medida que camina va saludando a las chicas, a las cocineras, a las administrativas.


En un pasillo angosto que lleva a la sacristía, detrás de la capilla, abre una ventana y el bullicio de los niños que juegan en el patio del colegio entra junto con la luz. "Allí funcionaba la Escuela de Manualidades. Se enseñaba a bordar, a tejer, a coser y todas las actividades manuales", recuerda. De hecho, la congregación de las Adoratrices siempre fue reconocida por la calidad de sus bordados.


La casa también cuenta con una pensión a la que generalmente llegan estudiantes de otras provincias. Con ese dinero pueden costear los gastos de mantenimiento. También funciona una oficina de la Dirección de Minoridad y Familia, que asiste a las jóvenes que viven allí.


La mañana transcurre muy tranquila y fresca en esa inmensa casa, ubicada a metros del hospital Padilla. Y el olor dulce de la pastafrola impregna los ambientes.


La capilla

Todos los días se celebran misas a las 7.30 de la mañana. Asisten muchos médicos del hospital Padilla, que está cerca, y empleados municipales. Es de uso compartido con el colegio Reina de la Paz, de Fasta.


El patio central

Es amplio, fresco y silencioso. La imagen de la Virgen María preside el lugar. A su alrededor se distribuyen varios ambientes.


Para los bebés

En el internado para mamás adolescentes hay un sector con cunas, por si se duermen mientras sus mamás estudian.


Recovecos

La hermana Victoria abre la ventana que da al patio central del colegio "Reina de la Paz" (Fasta), que funciona en un anexo del inmueble.


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