Por Juan Manuel Asis
21 Noviembre 2012
Hay algo más importante que analizar si el paro fue un éxito, como afirman sus organizadores, o si el "piquetazo" fue un fracaso como sostiene el Gobierno nacional: atender a los discursos posteriores, que anticipan la profundización de la discordia. Esto se potencia en años electorales, como lo es 2013. En ese marco hay algo para reflexionar: si la justicia de los reclamos de la dirigencia sindical "opositora" es tan innegable como que el país está mejor que 2001, como argumenta el kirchnerismo para deslegitimar y restarle razonabilidad a la protesta, ¿por qué la intransigencia a superar el estado de tensión? En esta puja de poder nadie es inocente. Es tan política la medida de fuerza como la respuesta de la presidenta, Cristina Fernández, que hay que sospechar de las intenciones de ambos. Sólo se escuchan para acusarse, y hasta con las mismas palabras: extorsión, autoritarismo, amenazas. Y por igual hablan de Perón y Evita para justificarse -¿una pelea por el acompañamiento de los peronistas en las elecciones que vienen?- en un ambiente de creciente malhumor social. Se necesitan para apuntalarse, uno para ser el único opositor con fuerza; y el otro, para ratificar que es quien Gobierna sin debilidades. ¿Un juego o una apuesta para afianzarse en 2013 usando al contrincante? De paso, sí. A prepararse, lo que se viene no es diálogo, es más pelea con cierto tufillo peronista, con los trabajadores de excusa en el medio.
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