27 Noviembre 2012
ÚNICAS. La artista encargaba a costureras indígenas que bordaran las blusas. FOTOS DE REUTERS
"Una mujer adelantada a su tiempo". La sentencia sobre Frida Kahlo pertenece a Circe Henestrosa, la curadora de la muestra "Las apariencias engañan". El sábado se inauguró la exposición que reúne parte de los 300 objetos personales de la pintora hallados en baúles dentro de uno de los baños de la Casa Azul, donde Frida nació y vivió con el muralista Diego Rivera. Cada una de esas prendas resaltan un estilo actual, a pesar de que tienen más de seis décadas. Y algunas de ellas hasta conservan su aroma: una mezcla del humo de sus cigarrillos y su perfume preferido, "Shalimar" de Guerlain.
La colección incluye una capa de terciopelo negro con encaje en el borde, coloridas blusas de seda o algodón con bordados, polleras largas, botas con trenzas y motivos orientales que usaba como prótesis cuando tuvieron que amputarle una pierna, y un aro que le regaló Pablo Picasso, entre otras joyas.
Para Frida la ropa era su aliada, un tipo de armadura que le servía para disimular sus imperfecciones físicas y sus dolores emocionales. A su vez, proyectaba una imagen segura, muy alejada de las mujeres de su época: iba a las cenas y a los teatros de París o Nueva York con moños, polleras y blusas indígenas holgadas, bordadas con flores de colores brillantes.
El hallazgo de una fotografía en la que la pintora aparece con los miembros de su familia vestidos con el tradicional traje de tehuana, confirmó que Kahlo no solo se vestía así para complacer a su esposo, como hasta ahora se creía, sino por razones más intrínsecas.
La colección estuvo bajo llave a pedido de Rivera. Cuando falleció la cuidadora, los baúles fueron abiertos y se descubrió "el tesoro" que resguardaba la mexicanidad y las convicciones de Frida.
La colección incluye una capa de terciopelo negro con encaje en el borde, coloridas blusas de seda o algodón con bordados, polleras largas, botas con trenzas y motivos orientales que usaba como prótesis cuando tuvieron que amputarle una pierna, y un aro que le regaló Pablo Picasso, entre otras joyas.
Para Frida la ropa era su aliada, un tipo de armadura que le servía para disimular sus imperfecciones físicas y sus dolores emocionales. A su vez, proyectaba una imagen segura, muy alejada de las mujeres de su época: iba a las cenas y a los teatros de París o Nueva York con moños, polleras y blusas indígenas holgadas, bordadas con flores de colores brillantes.
El hallazgo de una fotografía en la que la pintora aparece con los miembros de su familia vestidos con el tradicional traje de tehuana, confirmó que Kahlo no solo se vestía así para complacer a su esposo, como hasta ahora se creía, sino por razones más intrínsecas.
La colección estuvo bajo llave a pedido de Rivera. Cuando falleció la cuidadora, los baúles fueron abiertos y se descubrió "el tesoro" que resguardaba la mexicanidad y las convicciones de Frida.
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