Sale campeón todos los días

La dramática historia de Juan Lazo, el volante que ganó tres títulos en cinco temporadas.

Viernes por la mañana. En ese gigante llamado Mercofrut los changarines se mueven de un lado a otro frenéticamente. Juan Lazo, volante que logró el campeonato con Lastenia, no para un instante. Sus colegas miran al volante atentamente. Saben que ese joven de cabellera con claritos es un referente en ese mundo de fortachones. "'Ahí está el campeón, pechando el carrito'. Eso fue lo primero que me dijeron los 'changos' el día después de que salimos campeones", reconoce sonriendo el jugador que, con la "gloria", sumó su tercer título liguista en cinco temporadas.

-¿Qué es más duro, hacer esta tarea o jugar en la Liga?
- Y, esto. Acá hay que andar todo el día para conseguir el rebusque de todos los días. Con el fútbol también hago un sacrificio enorme para poder entrenar, pero al menos me divierto.

-¿Cómo es un día normal en tu vida?
- Siempre entro a trabajar a las 5. Me quedo hasta las 11, vuelvo a mi casa, como, y voy a los entrenamientos. Salgo de las prácticas como a las 19 y vuelvo al Mercofrut. Me quedo hasta las 24 o la 1, depende el laburo que haya. Pero aquí hay que moverse mucho para poder rebuscárselas.

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- ¿Cuánto ganás en una jornada productiva?
- Y con suerte $ 200 o $ 250. El jugador de la "gloria" conoce muy bien lo que es ese trabajo. A los 12 años dio sus primeros pasos en el oficio, cuando el Mercado aún funcionaba en la zona de El Abasto. Con su hermano Daniel comenzaron a transitar ese lugar. Lo poco que ganaban lo llevaban a su casa para alimentar a su madre, Elsa Margarita Ibáñez, y a sus otros cuatro hermanos.

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- ¿Cómo fueron esos tiempos?
- Durísimos, pero había que aguantárselas. Mi papá dejó a mi mamá y tuve que salir a parar la olla. Era difícil, porque además de hacer esta tarea, estudiaba y jugaba al fútbol, que me gustaba un montón. Mi vieja siempre nos encaminó bien y por eso pude cumplir varias de las cosas que quise en mi vida. 

- Con esa infancia complicada podrías haber terminado mal… 
- Sí, pero mi mamá siempre estuvo encaminándome. Ella siempre me dijo que hiciera las cosas bien. También es cierto que en esos tiempos no había tanta droga en la calle y, si bien no había mucho laburo, trabajar era bueno. Se valoraba mucho lo que uno hacía. 

- ¿Y ahora?
- Vivo con mi mujer Marta Coria en barrio El Salvador, que queda como a una cuadra y media del Mercofrut, y tengo dos hijos, Juan Gabriel, de cinco años, y Zamira, de seis meses. Los educaré como lo hizo mi mamá. No quiero que vayan por el mal camino. Quiero estar a su lado, mostrándoles las cosas buenas, porque ahora es mucho más fácil caer en las cosas malas.

Los puesteros del Mercofrut juran que en las naves del edificio sobran los grandes jugadores. Pero se apuran en aclarar que no llegan porque son indisciplinados. "No les gusta entrenar y prefieren los partidos del potrero para participar después de los festejos", avisa un futbolero de alma que aplaude a Lazo por su perseverancia.

El volante también se formó en las canchas agrestes de diferentes escenarios de la provincia. Por sus condiciones, siempre era llamado a disputar esos partidos picantes en los que había dinero de por medio. El destino le sonrió y terminó en Amalia, donde ganó dos títulos anuales. Por su buen trabajo y conducta, pasó a Lastenia, donde esta temporada dio la vuelta olímpica en Primera.

- Parece mentira que un futbolista con tantos logros tenga que hacer este trabajo para subsistir…
- Y, es difícil. En Amalia apenas si cobraba algo de dinero, pero tampoco me importaba mucho, porque sólo quería jugar. En Lastenia el panorama es diferente porque tengo cierta tranquilidad, pero nada más.

- Y ahora se viene el torneo del Interior…
- Sí, por suerte. Espero que los dirigentes y el cuerpo técnico me sigan teniendo en cuenta. Le tengo mucha fe al equipo. El club está muy bien conducido por directivos responsables y cuenta con el apoyo de una hinchada maravillosa que, si se porta bien, su aporte será fundamental.

- ¿Fue un año redondito?
- En lo deportivo sí; en lo personal no tanto. Mi hermano Daniel se mató en un accidente de moto hace seis meses. Fue una pérdida muy dura porque él era muy importante en mi vida. Empezamos a trabajar en el Mercado y siempre fue mi fanático más importante. Cuando se accidentó, estaba camino a la cancha. Venía a verme. A pesar de que no lo tengo, me acompaña desde donde esté. Todo esto y lo que pueda lograr es para él. 

Lazo se emociona. Respira profundo y trata de secarse las lágrimas para que nadie se dé cuenta de que está llorando. En el Mercofrut sólo sobreviven los fuertes. No hay tiempo para los llantos. "Por supuesto que sueño con jugar el Argentino B o en San Martín o en Atlético, pero soy consciente de que no tengo muchas chances de hacerlo", dispara.

- ¿No creés en tus condiciones?
- No soy un agrandado, pero creo que sí. O por lo menos podría estar peleando el puesto con los que están en el plantel. Pero el problema es que no ven a los jugadores tucumanos.

- ¿Por qué?
- Porque muchos no creen en nosotros. Nos tiran a menos. Y eso que hay ejemplos que demuestran que no es así.

- ¿Cuáles?
- San Jorge. El equipo formado por changos de acá, que juegan hace varios años juntos. Vienen ascendiendo y, encima, terminaron mejor que San Martín, que trajo un montón de jugadores.

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