Renuncia de Herrera Molina: "Nos han dado un abrazo muy fuerte"

El jueves, uno de los vocales denunciados por la madre de Marita, Emilio Herrera Molina, presentó la renuncia condicionada para acogerse a la jubilación. Ayer a la mañana, el magistrado pasó por su oficina, ubicada en la sede penal de Tribunales, y se despidió de sus colegas. Una caravana lo acompañó con aplausos y gritos de aliento hasta la puerta del edificio.

EMOCIONADO. Herrera Molina fue aplaudido en su salida de Tribunales. Tras recorrer el edificio, se marchó a su casa. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO EMOCIONADO. Herrera Molina fue aplaudido en su salida de Tribunales. Tras recorrer el edificio, se marchó a su casa. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO
29 Diciembre 2012
Emilio Herrera Molina pisó ayer por última vez su lugar de trabajo. Luego del polémico fallo absolutorio en el caso de María de los Ángeles Verón, el juez y sus colegas de la sala II de la Cámara Penal fueron tratados de sinvergüenzas por Susana Trimarco, madre de la mujer secuestrada. A las críticas se sumaron nada más y nada menos que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y el gobernador, José Alperovich. Pero en el instante más complicado en su carrera como integrante del Poder Judicial, el magistrado se despidió entre aplausos y gritos de aliento de la sede penal de Tribunales.

"Mi marido está muy emocionado. Para nosotros, como familia, fue algo muy lindo y emotivo. Nos han dado un abrazo muy fuerte, y estamos agradecidos por ese gesto espontáneo", le detalló a LA GACETA María Teresa Paunero de Herrera Molina, esposa del juez.

Libres de culpa y cargo
El 11 de diciembre, los camaristas de la sala II, Alberto Piedrabuena (presidente), Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano (vocales) resolvieron la absolución de 13 imputados de privación ilegítima de la libertad y de promoción de la prostitución, en perjuicio de Marita.

El fallo generó una severa crisis en el alperovichismo, que no se había preparado para afrontar las secuelas políticas de esa sentencia. El juicio había sido seguido por la prensa de todo el mundo, y las esquirlas de la bomba llegaron a la Casa Rosada. Ahora, el oficialismo tucumano está intentando cerrar de la mejor manera el año.

El jueves a la mañana, los abogados de Trimarco llevaron a la Legislatura la demanda en contra de los jueces. En esos momentos, Herrera Molina, de 69 años y con más de dos décadas en el Poder Judicial, presentaba la renuncia como juez, condicionada al acogimiento de su jubilación.

Fuentes del oficialismo explicaron que este trámite no ha finalizado. La Anses todavía debe enviar la notificación de rigor al PE. Luego, el gobernador, José Alperovich, deberá firmar el pase de Herrera Molina al sector pasivo. No se sabe cuándo terminará este proceso. Pero, mientras tanto, el camarista puede ser investigado junto a sus pares por su desempeño en el caso Verón, tal como pidió Trimarco. De todas formas, la acusación tomará forma en febrero -o después-, ya que los órganos encargados se adhieren a la feria judicial de enero.

Ayer, de hecho, fue el último día hábil en el Poder Judicial. Y Herrera Molina pasó a despedirse.

Subió al primer piso de la sede penal de Tribunales y entró a su despacho. Luego bajó al hall del viejo edificio. Allí lo esperaban abogados y empleados judiciales. Los aplausos hicieron que se abrieran las puertas de varios juzgados y fiscalías. En pocos minutos, alrededor de Herrera Molina se aglomeraron decenas de personas. Entre ellas, camaristas, fiscales, jueces, reconocidos penalistas y personas que estaban haciendo trámites en Tribunales.

Escoltado por todos ellos, sujetando el bastón que utiliza desde una grave lesión que sufrió en una pierna, el magistrado recorrió los pasillos. Cuando llegó a la puerta de entrada, se abrazó a su hija, María Herrera Molina, quien días atrás lo había defendido de las críticas a través de la red social Facebook. Por último, mientras lo despedían con gritos de apoyo, ambos bajaron las escaleras que dan hacia avenida Sarmiento al 400, se subieron a un vehículo y regresaron a su casa.

Según pudo averiguar LA GACETA, la despedida había sido planificada por funcionarios judiciales de peso, preocupados por los cuestionamientos contra los camaristas. "Esto le puede pasar a cualquiera de nosotros. Más allá de que el fallo haya estado bien o mal, se expuso a ese tribunal y a sus familias", contó un magistrado.

Ante una consulta de este diario, el vocal de la Cámara de Apelaciones, Eudoro Albo, reconoció que la despedida de Herrera Molina fue tan emotiva que decidió saludarlo. "No tengo una relación de amistad con él, e incluso atravesamos diferencias profesionales. Pero sé que es una persona de bien y honesta", afirmó.

El abogado Álvaro Zelarayán aseguró que gran parte del sector decidió salir en apoyo del juez renunciante. "No puede ser que por un fallo, y a pedido de esta señora, se destituya y se manche a un tribunal probo y honesto como el de la sala II", afirmó. Otro letrado, Patricio García, dijo: "preocupa el avasallamiento del poder político sobre el Poder Judicial".

Herrera Molina no hace declaraciones públicas desde la sentencia. Y ayer se mantuvo así. Pero su esposa se encargó de agradecer por el gesto. "No sabíamos de esto. Si no, yo lo hubiese ido a acompañar, porque fue muy importante recibir ese apoyo. Sabemos que también hubo mucha gente aplaudiendo desde su casa por mi marido", sentenció Paunero de Herrera Molina.

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