14 Enero 2013
Rendir cuentas alimenta la responsabilidad y contribuye a consolidar al equipo de trabajo
La presión de los compañeros suele ser el medio más efectivo para mantener elevados estándares de desempeño. Las reuniones suelen ser el ámbito de discusión más propicio para fijar los objetivos, analizar lo actuado y sacar conclusiones acerca de lo que se pretende para el futuro de la organización. Claves para la resolución colectiva de los problemas.
Las reuniones fueron pensadas para planificar las tareas. Cada uno de los participantes lleva sus propuestas y, entre todos, deben definir cuáles serán las prioridades y qué situaciones pueden esperar. Esto es lo que debería suceder en toda organización, Sin embargo, ¿qué sucede en el caso de aquellas reuniones en las que nadie quiere hacerse cargo de los temas? ¿Observa que cada vez que se encuentra un problema las personas empiezan a justificarse y a buscar razones externas? Cuándo es necesario tomar acción, ¿es difícil encontrar voluntarios?
En su blog (www.grupogeva.com.ar), los expertos en Capacitación y Coaching de GEVA Grupo Profesional sugieren a las organizaciones reflexionar acerca de lo que les ocurre en los equipos que conforman y preguntarse, puertas adentro:
• ¿Cuesta encontrar que gente que se responsabilice de los problemas?
• ¿Es difícil obtener compromisos para llevar adelante nuevos proyectos o acciones?
• ¿Le cuesta lograr que se cumplan los compromisos asumidos en reuniones?
• ¿Siente que los integrantes del equipo no tienen la suficiente iniciativa para hacer que las cosas se hagan como fueron acordadas?
Asumir la "responsabilidad", en el contexto del trabajo en equipo, se refiere a la disposición de sus miembros a pedir cuentas a sus compañeros sobre desempeños y conductas que pueden perjudicar al conjunto, advierten los expertos.
El especialista en equipos Patrick Lencioni, señala que una de las disfunciones de los equipos de trabajo que no son efectivos es la falta de disposición de sus miembros para tolerar la incomodidad interpersonal que implica pedir cuentas a un compañero sobre su conducta y la tendencia general a evitar conversaciones difíciles.
"Los miembros de equipos que se sienten particularmente cercanos unos de otros a veces vacilan si tienen que pedirse cuentas, precisamente porque temen perjudicar una valiosa relación personal", apuntan desde GEVA. Sin embargo, agregan, el evitar estas conversaciones casualmente es lo que hace que la relación se deteriore, ya que las personas empiezan a resentirse unos con otros por no estar a la altura de las expectativas y por permitir que se transgredan "estándares" del equipo.
Los miembros de equipos de alto desempeño mejoran sus relaciones haciéndose responsables mutuamente y demostrando así que se respetan unos a otros y tienen altas expectativas por el desempeño de cada uno. Es una demostración de confianza y una demostración de reconocimiento ("no espero menos de vos").
El factor presión
El medio más efectivo de mantener altos estándares de desempeño en un equipo es la presión de los compañeros. Nadie quiere sentir que el equipo falla por su culpa. Las personas se motivan para mejorar su desempeño si temen decepcionar a respetados compañeros de equipo, puntualizan los especialistas.
Si un equipo evita la obligación de pedirse el cumplimiento de las responsabilidades asumidas: crea resentimiento entre sus miembros por sentir que no se respetan los compromisos, alienta la mediocridad, pone sobre los hombros del líder un peso indebido como única fuente de disciplina.
"Mientras que un equipo que se pide responsabilidades mutuamente, que se rinde cuentas: asegura que quienes no rinden adecuadamente recibirán presiones para mejorar, establece respeto entre sus miembros que se someten a los mismos estándares, y evita la excesiva burocracia en torno a la gestión del rendimiento y la acción correctiva", consideran.
El enemigo de la obligación de rendir cuentas -según la óptica de GEVA Grupo Profesional- es la ambigüedad, por ello es importante mantener públicos los acuerdos entre el equipo para que nadie los pueda ignorar con facilidad (por ejemplo al pasar una minuta de la reunión con los compromisos asumidos y al repasar la misma al inicio de la próxima reunión consultando sobre los avances o cumplimientos).
Qué hacer
Una pequeña estructura, como un esquema de minutas de reuniones y su seguimiento, sirve mucho para ayudar a que la gente realice acciones que de otro modo no se sentiría inclinada a efectuar. "Los miembros de un equipo se deben comunicar regularmente entre sí, verbalmente o por escrito, y rendirse cuentas de los avances sobre los compromisos asumidos", indican desde GEVA.
Es importante destacar que algunos líderes fuertes crean naturalmente un "vacío" de responsabilidades en el equipo y se convierten en la única fuente de disciplina (si ellos lo piden se cumple y esto lleva a un círculo "vicioso" en el que los colaboradores les demandan su intervención para resolver problemas con sus colegas). Esto inhibe la iniciativa de los miembros del equipo a intervenir pidiendo responsabilidades al otro, porque suponen que de esto ya se encarga el jefe.
Por ello, consideran desde la consultora, el líder debe crear una cultura de rendición de cuenta sin invadir ni ganar protagonismo en la resolución de los problemas, sino exigiendo la intervención de los miembros involucrados en conversaciones francas y productivas, dejando claro que es una responsabilidad compartida y que se requiere de la colaboración de todos para sostenerla. Debe estar dispuesto sin embargo a ser el árbitro final de la disciplina si el equipo falla.
En su blog (www.grupogeva.com.ar), los expertos en Capacitación y Coaching de GEVA Grupo Profesional sugieren a las organizaciones reflexionar acerca de lo que les ocurre en los equipos que conforman y preguntarse, puertas adentro:
• ¿Cuesta encontrar que gente que se responsabilice de los problemas?
• ¿Es difícil obtener compromisos para llevar adelante nuevos proyectos o acciones?
• ¿Le cuesta lograr que se cumplan los compromisos asumidos en reuniones?
• ¿Siente que los integrantes del equipo no tienen la suficiente iniciativa para hacer que las cosas se hagan como fueron acordadas?
Asumir la "responsabilidad", en el contexto del trabajo en equipo, se refiere a la disposición de sus miembros a pedir cuentas a sus compañeros sobre desempeños y conductas que pueden perjudicar al conjunto, advierten los expertos.
El especialista en equipos Patrick Lencioni, señala que una de las disfunciones de los equipos de trabajo que no son efectivos es la falta de disposición de sus miembros para tolerar la incomodidad interpersonal que implica pedir cuentas a un compañero sobre su conducta y la tendencia general a evitar conversaciones difíciles.
"Los miembros de equipos que se sienten particularmente cercanos unos de otros a veces vacilan si tienen que pedirse cuentas, precisamente porque temen perjudicar una valiosa relación personal", apuntan desde GEVA. Sin embargo, agregan, el evitar estas conversaciones casualmente es lo que hace que la relación se deteriore, ya que las personas empiezan a resentirse unos con otros por no estar a la altura de las expectativas y por permitir que se transgredan "estándares" del equipo.
Los miembros de equipos de alto desempeño mejoran sus relaciones haciéndose responsables mutuamente y demostrando así que se respetan unos a otros y tienen altas expectativas por el desempeño de cada uno. Es una demostración de confianza y una demostración de reconocimiento ("no espero menos de vos").
El factor presión
El medio más efectivo de mantener altos estándares de desempeño en un equipo es la presión de los compañeros. Nadie quiere sentir que el equipo falla por su culpa. Las personas se motivan para mejorar su desempeño si temen decepcionar a respetados compañeros de equipo, puntualizan los especialistas.
Si un equipo evita la obligación de pedirse el cumplimiento de las responsabilidades asumidas: crea resentimiento entre sus miembros por sentir que no se respetan los compromisos, alienta la mediocridad, pone sobre los hombros del líder un peso indebido como única fuente de disciplina.
"Mientras que un equipo que se pide responsabilidades mutuamente, que se rinde cuentas: asegura que quienes no rinden adecuadamente recibirán presiones para mejorar, establece respeto entre sus miembros que se someten a los mismos estándares, y evita la excesiva burocracia en torno a la gestión del rendimiento y la acción correctiva", consideran.
El enemigo de la obligación de rendir cuentas -según la óptica de GEVA Grupo Profesional- es la ambigüedad, por ello es importante mantener públicos los acuerdos entre el equipo para que nadie los pueda ignorar con facilidad (por ejemplo al pasar una minuta de la reunión con los compromisos asumidos y al repasar la misma al inicio de la próxima reunión consultando sobre los avances o cumplimientos).
Qué hacer
Una pequeña estructura, como un esquema de minutas de reuniones y su seguimiento, sirve mucho para ayudar a que la gente realice acciones que de otro modo no se sentiría inclinada a efectuar. "Los miembros de un equipo se deben comunicar regularmente entre sí, verbalmente o por escrito, y rendirse cuentas de los avances sobre los compromisos asumidos", indican desde GEVA.
Es importante destacar que algunos líderes fuertes crean naturalmente un "vacío" de responsabilidades en el equipo y se convierten en la única fuente de disciplina (si ellos lo piden se cumple y esto lleva a un círculo "vicioso" en el que los colaboradores les demandan su intervención para resolver problemas con sus colegas). Esto inhibe la iniciativa de los miembros del equipo a intervenir pidiendo responsabilidades al otro, porque suponen que de esto ya se encarga el jefe.
Por ello, consideran desde la consultora, el líder debe crear una cultura de rendición de cuenta sin invadir ni ganar protagonismo en la resolución de los problemas, sino exigiendo la intervención de los miembros involucrados en conversaciones francas y productivas, dejando claro que es una responsabilidad compartida y que se requiere de la colaboración de todos para sostenerla. Debe estar dispuesto sin embargo a ser el árbitro final de la disciplina si el equipo falla.