La revancha del lavacopas que cantaba

Luciano Giri cuenta cómo relanzó la banda que formó en su adolescencia tras un sufrido paso por Europa. El miedo a las críticas y el "padrinazgo" de Ricardo Fort.

- ¡¿A una plaza te fuiste?!

- Sí, a una plaza. No tenía dónde más ir, qué quieren que haga. Así que del aeropuerto pasé a una plaza.

- ¿Y estabas ahí, sentadito, con las valijas a un costado?

- Y sí.

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- Qué tristeza.

Qué tristeza, sí, pero Luciano Giri se ríe. Le da gracia lo ingenuo que fue. Un atolondrado, hay que decirlo, un imprudente. Bueno, está bien, un tonto. ¿Irse a vivir a Italia sin prever el alojamiento al menos para la primera noche? "Peor que eso -agrega él, con la franqueza de quien ya ha superado lo peor-: sin conocer ni una palabra del idioma y en pleno invierno". Uf, querido, pero qué poca cabeza. "Al menos te hubieras buscado un perro que te haga compañía", lo agita uno de sus compañeros de Yesterday y las risotadas se expanden en la sala de entrevistas. "Sí, la verdad es que podría haberlo planificado mejor. Pero estaba enojado. Solo pensaba en irme del país. Así, como estaba, sin un mango, sin un plan. Entonces saqué el pasaje y volé a Europa. Un solo pasaje. De ida".

Claro. Para entender mejor el arrebato, hay que contraponer esa postal melancólica del extranjero desorientado, solo en el banco de una plaza con las maletas tristes y el espíritu aturdido, a la del chico lindo, exitoso y petulante que había sido hasta hace unos pocos meses atrás. Porque, sí, Giri no tiene reparos en admitirlo: la fama le llegó de repente a la primera formación de Yesterday y sus integrantes se dejaron bañar gustosos por la ola de mimos, aplausos y requerimientos, hasta que la crisis económica de 2001 los ahogó con su espuma sucia. "No aguantamos la presión. Por el mal momento del país, comenzaron a cerrarse bares y a cancelarse eventos para los que estábamos contratados; hacíamos presentaciones y no convocábamos público. En lo que menos gastaba la gente era en espectáculos. Y la banda no lo soportó -recuerda, para luego apelar a una reflexión que es también una coartada-. No fuimos los únicos: esa crisis desarmó bandas a lo loco".

Pero antes... ¡ah! Antes había sido la gloria. Un sueño gestado en las tardes del barrio Sarmiento, donde Giri creció y se hizo amigo de Martín Soria, el único chico de la cuadra que tenía un reproductor de música y, mejor que eso, una pila de cassettes con los éxitos de los 70. Y, entre ellos, algunos de la joya universal: los Beatles. "Me volvieron loco. Me dieron la respuesta a una pregunta que me estaba haciendo hacía mucho. Porque yo ya tenía la idea de formar un grupo de música desde 1993, pero no sabía qué estilo darle. En ese tiempo formaba parte del coro de la UNT y esa era mi única referencia, pero no iba a armar una banda lírica. Entonces, cuando empecé a escuchar a John Lennon y a Paul McCartney, encontré por fin el rumbo: yo quería cantar covers en inglés y hacerlo como ellos".

Con los referentes ya claros, logró su propósito dos años después, a los 17 años. Había hecho un casting amateur entre la gente del barrio ("el Sarmiento es como el Oeste II, está lleno de músicos", postula) y puesto su proyecto musical en marcha. Pero todavía le faltaba un empujoncito. "Por esos días fui al exshopping de la Terminal de Ómnibus a ver un show de Hernán Vallejo, el cantante de Big Bang, que me gustaba mucho. Quedé deslumbrado por la versatilidad de su voz y convencido de que tenía que lograr algo parecido a él. Muy poquito tiempo después, Vallejo entró en medio de una presentación de Yesterday en el bar 'Café Muñecas' y se sentó a escucharnos. ¡Me temblaban las piernas y me transpiraban las manos! Pero todo resultó tan bien que al rato se subió al escenario a cantar conmigo y el recital se estiró hasta las 6, cuando estaba previsto que se cortase a las 2. Fue muy fuerte".

Aquel episodio puede tomarse como el toque con varita mágica que predestinó a Yesterday a la popularidad. El grupo se convirtió pronto en el niño mimado de las semanas de los colegios, en el número que cerraba festivales y llenaba salas, en la referencia disco más próxima a los tucumanos (porque, con el tiempo, el repertorio en principio ceñido a los Beatles cedió paso a los clásicos de ABBA, Elvis Presley, Queen, Toto y Bee Gees, entre otros). "Éramos una de las bandas más importantes de la provincia", resalta Giri.

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- ¿Cómo reaccionaste ante esa repercusión?

- No entendía bien lo que estaba pasando. Tontamente, me mareé.

- ¿Qué quiere decir eso?

- Que así como había gente a la que le gustábamos, había otra que nos criticaba. No era eso lo que esperaba.

- ¿Qué les criticaban?

- Que hacíamos covers, supongo... No sé, son cosas que pasan cuando alguien levanta la cabeza por sobre el resto.

- ¿Pensabas que la luna de miel iba a durar para siempre?

- Pensaba que tenía que seguir cantando, pese a todo.

Seguir cantando: ese fue el objetivo que lo animó a no bajar los brazos y volar a Italia -país del que tenía la ciudadanía- cuando la banda se disolvió, en 2004. En nuevas tierras -supuso-, sin crisis y con otro público, las cosas mejorarían. Se equivocaba: tras aquellas horas en la plaza que le hizo de primera morada, y tras un frustrado paso por una localidad costera desolada por el invierno, viajó a Milán, donde convino con la dueña de un hostel pagar su alojamiento con trabajo. Más tarde, en esa misma ciudad, fue aceptado en un bar como lavacopas. Él, que había tocado el cielo con las manos en los escenarios locales, era un bachero casi mudo -"nunca pude aprender el italiano, decía cualquier cosa y me entendían otra, me cagaba en la desgracia", grafica- al que mal pagaban y maltrataban. "Me explotaban, me daban dos monedas. Había, además, cierto desprecio. Pero la experiencia me sirvió para educar mi personalidad, para valorar las cosas que tenía, el lugar donde vivía".

Giri se quiebra cuando recuerda que, tal vez para atenuar la pena, llevaba su guitarra a la cocina del bar y la cosquilleaba en las horas de poco movimiento. "Los comerciantes de la zona sabían que cantaba. Una noche, el encargado del bar del frente me invitó a cantar con la banda residente. Fue un boom: los clientes pedían más y más. '¡Qué bien canta el camarero!', exclamaban. Y desde ese día me quedé con ellos, ya como intérprete".

Esa publicidad y las oportunidades que el verano da a los artistas nómades dibujaron, al fin, la primera satisfacción europea de Giri. Comenzó a hacer presentaciones en las playas y luego se mudó a España, donde fue elegido para hacer el papel de Lennon en un musical de los Beatles. Allí, la inserción en el mundo artístico fue más fácil y pasó un tiempo feliz como integrante de diferentes orquestas. Llegó incluso a quedar preseleccionado para una edición de Operación Triunfo, para lo que tuvo que abandonar la banda, pero una vez adentro la presión lo traicionó y prefirió desestimar la exposición. De nuevo sin trabajo, y ya saturado con la aventura europea, decidió regresar a Tucumán.

"No sabía qué iba a hacer, pero tenía en claro que no iba a formar la misma banda beatle de años atrás. Quería un grupo nuevo, de jóvenes, al que enriquecer con todo lo que había aprendido en mi viaje. Un amigo me convenció de que mantuviera el nombre, que ya estaba instalado en el público. Pero para eso era imprescindible lavar la imagen vieja e instalar una renovada: hoy hasta versionamos a Agapornis", se ríe. Tan jóvenes compañeros buscó Giri, que solo uno de los convocados, Pato Pérez Alamino, tenía la edad suficiente -31 años- para haber visto al viejo Yesterday. Una vez reunida la nueva guardia, a mediados de 2009, el grupo se relanzó con un show en el San Martín, el mismo teatro donde Giri se había despedido antes de viajar a Italia.

Desde entonces, el camino ha sido empinado, pero preciso en sus metas. El cantante se dice conforme con lo construido hasta aquí, pero se queja de que el Gobierno no cuida a sus artistas y de que actuar en teatros es sinónimo de pérdidas. "Por eso nos enfocamos en los eventos privados", explica el baterista Jorge Moreno. De hecho, su más contundente apoyo no ha surgido del área de Cultura, resaltan, sino nada menos que de Ricardo Fort, quien en junio de 2012 los invitó a actuar en vivo en su programa debut en el canal América. "Fue una sola presentación, pero sirvió para que nos llamaran de todas las provincias y hasta de afuera del país. Nos ardía el teléfono".

Antes de que finalice la charla, se les pide definir a Yesterday con una sola palabra. De a uno van enunciando: crecimiento, amistad, pasión, entrega, compromiso. "¡Fernet!", tira uno, y la mesa estalla en una carcajada. Pero Giri todavía no ha hablado. Piensa y piensa.

- Decidíte Luciano, sos el único que falta.

- Felicidad. Hoy Yesterday es felicidad.

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