26 Enero 2013
Elías Jaua, canciller y ex vicepresidente de Venezuela.
CARACAS.- El Gobierno de Venezuela comenzó a magnificar a los enemigos de siempre, en lo que algunos ven como un viejo ardid para mantener el apoyo popular y desviar las inquietudes sobre la salud del ausente presidente, Hugo Chávez.
Amenazas de expropiaciones, sanciones a empresas y hasta un complot de magnicidio surgieron en los últimos días desde el Gobierno socialista a cargo del vicepresidente, Nicolás Maduro, mientras un silencioso Chávez convalece en Cuba de su cuarta operación contra un cáncer en un año y medio. El eventual heredero político designado por el mandatario no tiene su carisma, pero se ha esforzado por acercarse a otras corrientes del heterogéneo Partido Socialista Único de Venezuela (PSUV), donde se codean desde militares hasta empresarios, en una amalgama que analistas dicen que sólo el Presidente enfermo mantiene unida.
La denuncia de Maduro de que tanto su vida como la del presidente de la Asamblea Nacional ( Congreso), Diosdado Cabello, están en peligro, fueron refutadas desde la oposición. "Es un pote de humo rojo, para que el pueblo hable de eso y así pretender tapar la crisis de gobernabilidad existente en el país", afirmó el diputado Abelardo Díaz.
Los venezolanos afrontan problemas cotidianos como el desabastecimiento ocasional de productos básicos (Maduro denunció que hay "empresarios acaparadores", y confiscó materia prima estoqueada), la inflación y la delincuencia armada, aparte de la poca información oficial que se da sobre el estado de la salud de Chávez (ver "Opinión").
Uno de los más viejos y enconados rivales de Chávez ha sido el canal privado de televisión Globovisión, que tiene una dura línea editorial opositora. El Gobierno ha acusado a sus dueños incluso hasta de acaparar vehículos. En el más reciente giro del pleito, la reguladora Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) inició un proceso administrativo contra la empresa luego de que altos funcionarios de Chávez lo acusaran de violar la Constitución por "desacato a las leyes y legitimidad del gobierno". Si fuera hallado culpable, podría verse obligado a salir del aire hasta por 48 horas. "Cada vez que el Gobierno está en aprietos, cada vez que se ve en una situación complicada, busca censurarnos y desviar la atención", dijo Carlos Alberto Zuloaga, vicepresidente ejecutivo de Globovisión.
"Suplir un líder que controlaba férreamente el poder tiene dos posibles vías: negociación o radicalización. Si partimos de que Maduro es menos fuerte que Chávez, el riesgo de que su ruta de control sea más radical es alto", advirtió el analista político Luis Vicente León. (Reuters)
Amenazas de expropiaciones, sanciones a empresas y hasta un complot de magnicidio surgieron en los últimos días desde el Gobierno socialista a cargo del vicepresidente, Nicolás Maduro, mientras un silencioso Chávez convalece en Cuba de su cuarta operación contra un cáncer en un año y medio. El eventual heredero político designado por el mandatario no tiene su carisma, pero se ha esforzado por acercarse a otras corrientes del heterogéneo Partido Socialista Único de Venezuela (PSUV), donde se codean desde militares hasta empresarios, en una amalgama que analistas dicen que sólo el Presidente enfermo mantiene unida.
La denuncia de Maduro de que tanto su vida como la del presidente de la Asamblea Nacional ( Congreso), Diosdado Cabello, están en peligro, fueron refutadas desde la oposición. "Es un pote de humo rojo, para que el pueblo hable de eso y así pretender tapar la crisis de gobernabilidad existente en el país", afirmó el diputado Abelardo Díaz.
Los venezolanos afrontan problemas cotidianos como el desabastecimiento ocasional de productos básicos (Maduro denunció que hay "empresarios acaparadores", y confiscó materia prima estoqueada), la inflación y la delincuencia armada, aparte de la poca información oficial que se da sobre el estado de la salud de Chávez (ver "Opinión").
Uno de los más viejos y enconados rivales de Chávez ha sido el canal privado de televisión Globovisión, que tiene una dura línea editorial opositora. El Gobierno ha acusado a sus dueños incluso hasta de acaparar vehículos. En el más reciente giro del pleito, la reguladora Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) inició un proceso administrativo contra la empresa luego de que altos funcionarios de Chávez lo acusaran de violar la Constitución por "desacato a las leyes y legitimidad del gobierno". Si fuera hallado culpable, podría verse obligado a salir del aire hasta por 48 horas. "Cada vez que el Gobierno está en aprietos, cada vez que se ve en una situación complicada, busca censurarnos y desviar la atención", dijo Carlos Alberto Zuloaga, vicepresidente ejecutivo de Globovisión.
"Suplir un líder que controlaba férreamente el poder tiene dos posibles vías: negociación o radicalización. Si partimos de que Maduro es menos fuerte que Chávez, el riesgo de que su ruta de control sea más radical es alto", advirtió el analista político Luis Vicente León. (Reuters)