El gobernador José Alperovich puede estar tranquilo. Esquivó el papelón y el clásico finalmente será tucumano de verdad. Como cualquier técnico que consiguió un empate sobre la hora, hizo movimientos tácticos para no repetir errores. Eligió a Jorge Gassembauer como el conductor del equipo y mandó al banco a Bernardo Racedo Aragón (Turismo) y a José Banegas (Deportes) porque estos últimos casi le hacen perder el partido.

El cotejo no será sencillo. Clasificó a una especie de final y no hay margen para el error. El DT nombró capitán a su hombre de confianza. Todo el país estará pendiente de lo que ocurra el 6 de marzo y no se puede permitir que se registren hechos de violencia.

Alperovich, en su nueva función de entrenador, tendrá que manejar un vestuario bastante complicado. Deberá convencer a sus jugadores -en este caso todos los futboleros tucumanos- de que no hay lugar para las mezquindades y que saldrán campeones sólo si todos se ponen la misma camiseta y patean para el mismo lado. Un error se transformará en algo peor que no levantar una copa. Será una mancha que quedará grabada para siempre y que cerrará muchas puertas.

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