"El PJ y Bussi se robaron una Gobernación"

El ex diputado provincial (1983-89) recuerda las lides ideológicas que libró con sus pares peronistas Casas, Sangenis, Nazur y Kaenel. El ex fiscal federal agradece a Dios haber ejercido esa función en el único juicio por el que el represor fue condenado: "estoy orgulloso de haberle dado la espalda"

EN SU VIVIENDA. El ex fiscal federal, Alfredo Terraf, dialogó con LA GACETA en su residencia de barrio Sur. LA GACETA / FOTOS DE INéS QUINTEROS ORIO  EN SU VIVIENDA. El ex fiscal federal, Alfredo Terraf, dialogó con LA GACETA en su residencia de barrio Sur. LA GACETA / FOTOS DE INéS QUINTEROS ORIO
18 Febrero 2013

Fue testigo del debut político de Antonio Bussi en democracia, en 1987. Dos décadas después, desempeñó un papel protagónico en el último acto público del ex militar: ejerció de fiscal en el juicio en el que el represor fue condenado a perpetua por el homicidio del ex senador provincial peronista Guillermo Vargas Aignasse.

Durante la entrevista que brinda a LA GACETA, Alfredo Terraf lleva la emoción a flor de piel. No reprime las lágrimas cuando nombra a los suyos: su esposa, sus hermanos, sus hijos; cuando recuerda que fue contemporáneo del ex presidente Raúl Alfonsín, y que compartió reuniones con él en la Casa Rosada o en la Quinta de Olivos. La política durante aquella democracia en pañales, su labor como fiscal en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) y el capítulo sobre Bussi fueron algunos temas que charló con el diario.

- ¿Cómo fueron esos tiempos del regreso de la democracia?

- Muy intensos; habían pasado años muy oscuros. Nosotros nos habíamos seguido reuniendo durante la dictadura; de manera informal. Cerca del retorno de la democracia estábamos muy entusiasmados por Alfonsín. Arrancamos con problemas que a la distancia uno ve que no eran tan graves: los radicales mayores querían seguir, y los jóvenes pedían lugar. Gracias a Dios, entre los mayores estaban Ramón Isauro "Chueco" Martínez o Félix Justiniano "Chonchón" Mothe; gente inteligente y accesible, que le hizo mucho bien a la UCR y dio a los jóvenes la chance de participar.

La ideología

En octubre de 1983 Terraf resultó electo diputado provincial (el Poder Legislativo tucumano era bicameral). Se realizó un sorteo, para ver qué parlamentarios ocuparían el cargo por dos años y quiénes se quedarían los cuatro del mandato. El azar quiso que Terraf ocupe su banca hasta 1985; pero ese año fue reelecto, hasta 1989. En 1984 fue vicepresidente de la Cámara; y cuatro años presidió el bloque de la UCR.

- ¿Cómo era la Cámara?

- Totalmente diferente a lo que se ve ahora. Había mucha ideología. Entramos 22 diputados peronistas, 16 radicales y dos de Vanguardia Federal -luego se nos sumaron-. Nunca hubo nada que no fuese ideológico. Quiero y respeto mucho a personas que fueron adversarios bravísimos en la Cámara. Conviví con cuatro presidentes de bloque peronistas: Gabriel Casas, Alejandro "Cacho" Sangenis, Enrique Kaenel y Miguel Nazur. ¡Dios mío, qué espadas! Peleábamos épicas batallas, pero todo ideológico, por principios. Y sin que corra siquiera el mínimo rumor de que había plata en medio. Y rendías cuenta: de la Cámara te ibas al partido; y los que no tenían cargos te cuestionaban, por bien o por mal. Hoy no se sabe a quién rinden cuenta los satélites que andan dando vuelta en el bloque oficialista. Fue linda época, muy intensa; uno era joven, se llevaba el mundo por delante. La ideología y la dignidad eran clave.

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- Subrayó la dignidad...

- El hombre debe ser digno, solidario, firme en la defensa de sus convicciones. Perdíamos 22 a 18, pero dejábamos todo. Como en el deporte: perdiste, pero dejaste todo en la cancha. Así es la política. No debe mezclarse lo económico, el saltimbanquismo de estar hoy en un partido, mañana en otro. Es mucho más digno saber perder que ganar entregando principios u honra. En la Cámara tuve buenos compañeros, como Miguel Mibelli, Isa Adad; tipos dignos, de convicciones firmes. Tenía 33 años al empezar. Gracias a Dios tuve fuerza para sostener las convicciones. Creo no haberme mandado macanas, por eso la gente recuerda cuando era diputado. Traté de dignificar el cargo. - ¿Subestimaron a Bussi?- No tuvimos tiempo de subestimarlo. Estábamos trabajando en la campaña de (Rubén) Chebaia; veníamos cómodos. Faltando 15 días para la elección nos empiezan a llegar datos de que la gente -en especial, de la periferia- votaría a Bussi. Nos comió votos a todos: a la UCR, a (José) Domato, a (José "Renzo") Cirnigliaro.

- ¿Qué sabor le dejó la elección de 1987? (en las urnas ganó Chebaia, pero sin los electores suficientes como para ser consagrado gobernador -la elección era indirecta-. En el Colegio Electoral, "Renzo" dio sus votos a Domato)

- La etapa más dolorosa de toda mi vida política va de la noche de la elección hasta la asunción de Domato. El peronismo no estuvo a la altura de las circunstancias. No fueron dignos; ellos habían perdido la elección. Dos años antes, mi bloque inició una campaña; en la Cámara les decíamos a los peronistas que no cambiaríamos la Constitución, pero que firmáramos un acuerdo, que diga que el que ganaba se llevaba la gobernación. Respondían que sí, asumían el compromiso, pero no firmaron. Domato, Cirnigliaro y Bussi tipificaron un delito que no figura en el Código Penal: el robo de una gobernación. Y lo pagaron: Domato terminó preso, Cirnigliaro terminó sin la banca de senador que había acordado; y Bussi lo pagó con el tiempo, y le tocó que yo sea fiscal del juicio.

- Bussi lo acusó de "pedigüeño", de haberle pedido los electores en esa ocasión. ¿Fue así?

- Jamás. Me reuní con él una sola vez, en la casa de Fuad Asfoura. Estaban él, (Alberto) Germanó, Cruz Alfredo Fajre, el "Chueco" Martínez y yo. Le dijimos que respete la voluntad popular. Pero Bussi nunca permitiría que Chebaia, a cuyo padre secuestró y mató, fuese gobernador.

- Cuando ingresa al TOF lo hace con tres jueces peronistas (Casas, Oscar Sarrulle y Carlos Jiménez Montilla) y con el defensor oficial (Ciro Lo Pinto), también peronista. ¿Cómo convivían?

- Muy bien; porque pese a lo político, nunca ninguno cruzó los límites de las funciones del otro. Una vez le dije a Casas: ¿te imaginás si en 1984 vos me hubieses ofrecido una coima para aprobar una ley, o yo te la hubiera pedido?, ¿con qué cara nos mirábamos 10 años después aquí, en el tribunal? Vos habrías dicho de mí, 'qué se hace el paladín de la Justicia'; o yo habría dicho de vos 'qué viene a impartir justicia'. Por eso es importante comportarse siempre; porque uno no sabe qué le depara la vida.

- Bussi murió con una única condena firme; y usted fue el fiscal de ese juicio. ¿Qué siente?

- Dios fue extremadamente generoso conmigo. Con la familia que me dio: mi mujer; mis cinco hijos; mis padres -que están en mi recuerdo-, y mis hermanos y hermanas, y sus familias. Con mis amigos; de la primaria, de la secundaria, de la universidad, del rugby; que sigo viendo. Le agradezco a Dios todo eso. Pero simétricamente igual le agradezco haber sido fiscal en ese juicio. Fue la coronación de toda una vida ideológica. Al juicio fui cargado de derecho en mi mente y de ideología en mi corazón; pensando en los amigos que perdí en la dictadura. Nunca hice nada que no sea ajustado a derecho, salvo haberle dado la espalda cuando mentía en su alegato, y de lo que estoy orgulloso: una reacción cargada de emoción, no podía verle la cara a semejante mentiroso, asesino. Le faltó dignidad; para no dar explicaciones se recluía en el llanto cobarde, en una enfermedad que en ese entonces no era tal. Haber estado en ese juicio fue bendición de Dios; haberle dicho las cosas que me di el gusto de decirle, como abogado, como fiscal y como ser humano. Y que termine condenado... Ahí me jubilé.

- Una visión de los Gobiernos nacional y provincial...

- Lamento que el Gobierno nacional sea tan confrontativo, y pelee con todos todo el tiempo. No puedo creer que jamás haya citado a la oposición para tratar un tema de Estado; que siempre todo sea lío. El provincial es un poco más educado. Aquí se plantea otro tema: falta calidad institucional. No llaman a licitación, eso degrada las instituciones. Aplaudo las obras; si yo vivo con pavimento, luz, cloacas, gas natural no puedo pretender que otros no vivan así. Pero tan importante como eso es la calidad institucional.

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- Y si le digo José Alperovich...

- Fue colaborador en el 1987; nos prestaron el hotel cercano a la Legislatura para reuniones. Su padre (León Alperovich) era muy generoso; y él también. Buena gente. En lo político disiento; pero en lo personal, mi sentimiento no cambia porque tenga otra camiseta. Con su poder, hoy lo jaquean los casos de dos jovencitas. El de "Marita" Verón lo hizo decir algo que un gobernador no puede decir: "haré lo que Susana (Trimarco) diga". Reivindico la lucha de Trimarco; pero el pueblo no lo votó para eso. Y el caso de Paulina Lebbos. Alberto (Lebbos) es un hombre de bien, que lucha para que le digan qué pasó con su hija. ¡Cómo la Justicia o el Gobierno no le van a decir qué pasó! ¡Lo que debe ser que te maten una hija y que no te den una explicación!

- ¿Cómo ve hoy a la UCR?

- Estoy más entusiasmado; hay figuras nuevas, como (José) Cano o (Silvia) Elías de Pérez. La UCR debe ser generosa con los partidos aparentemente más chicos; debe tratar de armar un frente electoral firme, que no necesariamente encabece un radical. Pero debe tratar de ser poder. En el 84, cuando trabajábamos por Chebaia, peleábamos contra el aparato del PJ; y ganamos, porque salíamos a recorrer la provincia. Eso debe hacer la UCR: tratar de ser Gobierno, no conformarse con tres o cuatro legisladores.

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