"Mamá, ¿nunca más voy a poder usar el uniforme?"

Los cadetes y sus padres están preocupados. Rechazan los cambios, que implican la total desmilitarización del sistema educativo.

INCERTIDUMBRE. A la noche, un numeroso grupo de padres cortó la avenida Ejército del Norte mientras otros conversaban con el director del Liceo. LA GACETA / FOTO DE MARIA SILVIA GRANARA INCERTIDUMBRE. A la noche, un numeroso grupo de padres cortó la avenida Ejército del Norte mientras otros conversaban con el director del Liceo. LA GACETA / FOTO DE MARIA SILVIA GRANARA
06 Marzo 2013

Hacía cuatro días lustraba los zapatos. Ya no había más brillo para sacarle, pero era la única forma de matar la ansiedad. "El viernes, el viernes..." pensaba Juan con la cabeza en la almohada y los ojos en el uniforme impecable, descansando sobre la silla.

Apenas el sol comenzó a asomarse Juan ya estaba listo. Esperó a su mamá, Luciana, y fueron juntos al acto de inauguración del ciclo lectivo en el Liceo Militar General Aráoz de La Madrid. El primer día de Juan en la secundaria y el segundo paso hacia la tan ansiada carrera militar. Porque él, como algunos de sus compañeros, está convencido de que quiere ser militar.

"Cuando terminó el acto comenzó a circular una fotocopia de la resolución. No lo podíamos creer", cuenta Luciana (no quiere dar a conocer su apellido ni el de su hijo). Se refiere a la Resolución N°59/2013 del Ministerio de Defensa de la Nación, la carta que -nuevamente- pone en peligro y en alerta a los nueve liceos militares que quedan en la Argentina. "Le digo algo y no le exagero: desde que llegó la noticia Juan no ha parado de llorar. Me pregunta si nunca más va desfilar, si nunca más va a usar los uniformes... Es desesperante, para ellos y para nosotros", comentó la mamá. Ella es maestra primaria y secundaria en otras escuelas.

La norma establece, entre otras medidas, la eliminación del uso de armas y de la formación militar de niños, niñas y adolescentes, por ser considerada una educación anacrónica e innecesaria, además de estar reñida -según la interpretación del Ministerio- con los tratados internacionales que buscan desvincular a los menores de cualquier tipo de actividad bélica.

Como tantas otras veces en las que se plantearon reformas (ver "La línea..."), la mesa está servida y el debate está planteado. De una vereda se ubican los padres y los alumnos, quienes sostienen que acuden a los liceos por voluntad propia y porque admiran tal formación. Del otro lado las autoridades de Defensa, que aseguran que la formación castrense en chicos tan pequeños es propio de otras épocas.

Protagonistas
Ayer a la tarde, un grupo de padres y de cadetes realizó un abrazo simbólico al edificio de Italia al 2400, donde acuden los alumnos diariamente de 6 a 18. A la salida de clases, y en medio de órdenes de no dialogar con la prensa por parte de los superiores -también estudiantes, pero de los últimos años-, LA GACETA pudo conversar con algunos de los cadetes, en todos los casos con reserva de su identidad.

"No me parece justo que uno se haya inscripto en un colegio por su formación militar y que, de un día para otro, nos digan que ya no funcionará más así", deslizó uno de los cadetes, quien asiste al tercer año militar. "Tratamos de no hablar el tema porque es algo que nos pone mal a todos. Solamente nos dijeron que tendríamos que esperar y ver que pasa", agregó uno de sus compañeros. A pocos metros, una cadete con rango mayor al resto impartía la orden de no dialogar con la prensa. "Disculpe, pero son las órdenes que tenemos de adentro. Nosotros vestimos este uniforme y lo tenemos que respetar, nos pueden sancionar", señaló la adolescente ante la consulta del periodista.

Después de una larga espera, un grupo reducido de padres tuvo la posibilidad de conversar con el director del Liceo, coronel Antonio Manzur, quien no atendió a LA GACETA. "Se encuentran en una situación delicada", lo defendió una de las mamás tras la charla.

"Habría que pensar en el para qué"

Más allá de las preferencias de los padres y de los alumnos que eligen la formación militar, rescatando la educación en valores como la disciplina, el respeto y el amor por los símbolos patrios, el tema de la desmilitarización de los nueve liceos del país dispara un debate. El Ministerio de Defensa aduce que vincular a los niños con la actividad bélica es un anacronismo.

"No se trata de que los chicos educados allí manejen más o menos armas de guerra. Lo que tenemos que hablar es de los criterios de la formación", plantea el psicopedagogo Daniel Yepez. Y avanza: "si la hipótesis es el conflicto interno y los chicos están siendo preparados para matar compatriotas -como se hizo en nuestra historia reciente-, entonces claro que no sirve. Ahora, si preparamos cadetes para la preservación de la territorialidad, es otra cosa. Lo que sí creo es que, a tanto tiempo de fundado, el Ejército es una institución que debe rever tanto sus libros como sus métodos de estudio". Paola Estévez, asesora pedagógica de la escuela media de La Rinconada, piensa más en la especialización. "Creo que si los chicos y sus padres eligen una educación militar, entonces es lógico que los formen en esta especificidad. Así como tenemos chicos en escuelas técnicas, la enseñanza militar debe ser acorde al título que van a obtener", compara.

La idea colectiva, la que más se comenta entre padres de alumnos del Liceo Aráoz de La Madrid, es que el objetivo político de esta reforma es seguir estrechándoles el camino a los militares, dividiendo las aguas del modo más concreto posible. "La división tajante entre sociedad civil y sociedad militar se ha dado en la Argentina desde el momento en que la segunda tuvo facultades que no le correspondieron. Si lo militar está subordinado, como corresponde, al poder civil, no habría que aparecer este abismo entre ambos", advierte Yepez.

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