21 Abril 2013
En el cuarto domingo de Pascua la Iglesia celebra la Jornada Mundial de oración por las vocaciones, siguiendo los consejos de Jesús, Buen Pastor, que manda rogar "al dueño de la mies que envíe obreros (cfr. Lc 10, 2).
Al respecto, dice Juan Pablo II: "En efecto, nuestro primer deber es pedir al 'Dueño de la mies' por los que ya siguen más de cerca a Cristo en la vida sacerdotal y religiosa, y por los que él, en su misericordia, no cesa de llamar para esas importantes tareas eclesiales".
Si hoy hay 'crisis vocacional', sería bueno examinar cuánto rezan nuestras comunidades para que el Señor haga madurar la vocación bautismal y todos trabajemos en la Viña del Señor Sin oración es imposible escuchar la voz del Pastor y conocerlo.
Los hombres de ésta época tenemos muy metido, hasta la médula, el 'hábito del consumismo' y la mentalidad que conlleva a dicho hábito. Estamos muy acostumbrados a adquirir las cosas con dinero; hoy en día los supermercados se convierten en lugares en donde esperamos encontrar 'de todo'. Solo que se nos olvida que las grandes cosas de la vida no se pueden comprar. ¿Dónde se puede comprar la vocación cristiana, el arte de saber amar, la vida eterna?
Hay mucha gente que busca estas cosas pero las quieren encontrar por caminos equivocados que son las 'mediaciones humanas' (técnicas como el yoga, meditación trascendental y otras prácticas), que no tienen el poder suficiente de transformar como la oración.
Precisamente, porque no se puede "comprar", es que hay que pedir este don de la vocación por medio de la oración. Es eso lo que nos dice el beato Juan Pablo II: "Deseo de corazón que se intensifique cada vez más la oración por las vocaciones; una oración que ha de ser adoración del misterio de Dios y acción de gracias por las "maravillas" que él ha hecho y sigue haciendo, a pesar de la debilidad de los hombres; una oración contemplativa, llena de asombro y gratitud por el don de las vocaciones".
Reflexionemos
La Eucaristía está en el centro de todas las iniciativas de oración. El Sacramento del altar tiene un valor decisivo para el nacimiento de las vocaciones... Conviene que a la celebración eucarística se una la adoración del santísimo Sacramento. Contemplar a Cristo, presente real y sustancialmente bajo las especies del pan y el vino, puede suscitar en el corazón de quienes están llamados al sacerdocio o a una misión particular en la Iglesia el mismo entusiasmo que, en el monte de la Transfiguración, impulsó a Pedro a exclamar: "Señor es bueno estar aquí" (Mt 17,4). Quiera Dios que todas las comunidades cristianas se convierten en "auténticas escuelas de oración", donde se ore para que no falten obreros que trabajen para el Señor, poniéndose a su servicio para la ardua tarea de la salvación de las almas.
Al respecto, dice Juan Pablo II: "En efecto, nuestro primer deber es pedir al 'Dueño de la mies' por los que ya siguen más de cerca a Cristo en la vida sacerdotal y religiosa, y por los que él, en su misericordia, no cesa de llamar para esas importantes tareas eclesiales".
Si hoy hay 'crisis vocacional', sería bueno examinar cuánto rezan nuestras comunidades para que el Señor haga madurar la vocación bautismal y todos trabajemos en la Viña del Señor Sin oración es imposible escuchar la voz del Pastor y conocerlo.
Los hombres de ésta época tenemos muy metido, hasta la médula, el 'hábito del consumismo' y la mentalidad que conlleva a dicho hábito. Estamos muy acostumbrados a adquirir las cosas con dinero; hoy en día los supermercados se convierten en lugares en donde esperamos encontrar 'de todo'. Solo que se nos olvida que las grandes cosas de la vida no se pueden comprar. ¿Dónde se puede comprar la vocación cristiana, el arte de saber amar, la vida eterna?
Hay mucha gente que busca estas cosas pero las quieren encontrar por caminos equivocados que son las 'mediaciones humanas' (técnicas como el yoga, meditación trascendental y otras prácticas), que no tienen el poder suficiente de transformar como la oración.
Precisamente, porque no se puede "comprar", es que hay que pedir este don de la vocación por medio de la oración. Es eso lo que nos dice el beato Juan Pablo II: "Deseo de corazón que se intensifique cada vez más la oración por las vocaciones; una oración que ha de ser adoración del misterio de Dios y acción de gracias por las "maravillas" que él ha hecho y sigue haciendo, a pesar de la debilidad de los hombres; una oración contemplativa, llena de asombro y gratitud por el don de las vocaciones".
Reflexionemos
La Eucaristía está en el centro de todas las iniciativas de oración. El Sacramento del altar tiene un valor decisivo para el nacimiento de las vocaciones... Conviene que a la celebración eucarística se una la adoración del santísimo Sacramento. Contemplar a Cristo, presente real y sustancialmente bajo las especies del pan y el vino, puede suscitar en el corazón de quienes están llamados al sacerdocio o a una misión particular en la Iglesia el mismo entusiasmo que, en el monte de la Transfiguración, impulsó a Pedro a exclamar: "Señor es bueno estar aquí" (Mt 17,4). Quiera Dios que todas las comunidades cristianas se convierten en "auténticas escuelas de oración", donde se ore para que no falten obreros que trabajen para el Señor, poniéndose a su servicio para la ardua tarea de la salvación de las almas.