23 Abril 2013
Al principio fueron frases esculpidas en piedras, hasta que hace 2.000 años AC, los egipcios encontraron en el papiro el soporte necesario para poder explayarse en la escritura. De ese modo, el libro fue tomando forma como una necesidad del hombre de expresarse a través de la palabra escrita, de dejar un testimonio de su época tal vez por aquello que "a las palabras se las lleva el viento, pero a las escritas, no". Una rara coincidencia se produjo el 23 de abril de 1616. Ese día se fueron de la vida Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.
En 1995, en alusión a estas tres figuras de la literatura universal la Conferencia General de la Unesco decidió rendir un homenaje a los libros y autores, con la idea de alentar a todos, y en particular a los jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y a valorar las irremplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado el progreso social y cultural de la humanidad. Se designó entonces el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, y se creó el Premio Unesco de Literatura Infantil y Juvenil Pro de la Tolerancia. "El libro, en cada una de sus formas, es un instrumento precioso que contribuye a la educación y a difundir la cultura y la información. La diversidad de libros y de contenidos es una fuente de enriquecimiento que debemos hacer efectiva mediante políticas públicas adaptadas, luchando contra la uniformización cultural", dijo en alusión a la fecha la directora general de la Unesco, Irina Bokova.
A juzgar por la pujanza de la industria editorial, da la impresión de que el libro goza de buena salud; en los últimos años se ha sumado su versión digital, que está aún lejos de desplazar a su hermano mayor y aunque los adeptos a las nuevas tecnologías se incrementan a diario, no significa que lean libros.
En contrapartida, hay quienes hablan de una crisis de lectores. ¿Se lee cada vez menos? ¿Cada uno de los millones de libros que se publican tiene su lector? Existen programas para fomentar la lectura en los niños, pero si los adultos -padres y educadores- no dan el ejemplo estos difícilmente adquieran esta sana costumbre.
En nuestro país, la publicación de un libro está lejos del alcance de miles de escritores, porque la gran mayoría debe costeárselo. Algunos han encontrado una salida organizándose en cooperativas o apelando a un sistema de coproducción. Luego viene una etapa más compleja aún, que es la distribución y la venta. Los escritores tucumanos conocen muy de cerca este proceso. Al no existir una política de Estado en materia de enseñanza y divulgación de nuestros autores, la llegada de su producción a la comunidad es ínfima. Los autores de mayor renombre que ha dado esta tierra, son escasamente conocidos por los comprovincianos. La Provincia a través de su editorial podría encarar la publicación de antologías que reuniera textos, por ejemplo, de María Elvira Juárez, Tomás Eloy Martínez, Julio Ardiles Gray, Manuel Aldonate, Manuel Serrano Pérez, Eulogio Castro, Néstor Silva, Ariadna Chaves, Juan González, José Moreno, Juan José Hernández, Orce Remis, Arturo Álvarez Sosa, Lucho Díaz, por citar algunos nombres, y distribuirlos en las escuelas y colegios. Pero para que fuera efectiva esta acción, debería haber una asignatura "Literatura de Tucumán" .
Sin autor no hay libro ni editoriales. Y para que un libro viva debe tener lectores.
En 1995, en alusión a estas tres figuras de la literatura universal la Conferencia General de la Unesco decidió rendir un homenaje a los libros y autores, con la idea de alentar a todos, y en particular a los jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y a valorar las irremplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado el progreso social y cultural de la humanidad. Se designó entonces el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, y se creó el Premio Unesco de Literatura Infantil y Juvenil Pro de la Tolerancia. "El libro, en cada una de sus formas, es un instrumento precioso que contribuye a la educación y a difundir la cultura y la información. La diversidad de libros y de contenidos es una fuente de enriquecimiento que debemos hacer efectiva mediante políticas públicas adaptadas, luchando contra la uniformización cultural", dijo en alusión a la fecha la directora general de la Unesco, Irina Bokova.
A juzgar por la pujanza de la industria editorial, da la impresión de que el libro goza de buena salud; en los últimos años se ha sumado su versión digital, que está aún lejos de desplazar a su hermano mayor y aunque los adeptos a las nuevas tecnologías se incrementan a diario, no significa que lean libros.
En contrapartida, hay quienes hablan de una crisis de lectores. ¿Se lee cada vez menos? ¿Cada uno de los millones de libros que se publican tiene su lector? Existen programas para fomentar la lectura en los niños, pero si los adultos -padres y educadores- no dan el ejemplo estos difícilmente adquieran esta sana costumbre.
En nuestro país, la publicación de un libro está lejos del alcance de miles de escritores, porque la gran mayoría debe costeárselo. Algunos han encontrado una salida organizándose en cooperativas o apelando a un sistema de coproducción. Luego viene una etapa más compleja aún, que es la distribución y la venta. Los escritores tucumanos conocen muy de cerca este proceso. Al no existir una política de Estado en materia de enseñanza y divulgación de nuestros autores, la llegada de su producción a la comunidad es ínfima. Los autores de mayor renombre que ha dado esta tierra, son escasamente conocidos por los comprovincianos. La Provincia a través de su editorial podría encarar la publicación de antologías que reuniera textos, por ejemplo, de María Elvira Juárez, Tomás Eloy Martínez, Julio Ardiles Gray, Manuel Aldonate, Manuel Serrano Pérez, Eulogio Castro, Néstor Silva, Ariadna Chaves, Juan González, José Moreno, Juan José Hernández, Orce Remis, Arturo Álvarez Sosa, Lucho Díaz, por citar algunos nombres, y distribuirlos en las escuelas y colegios. Pero para que fuera efectiva esta acción, debería haber una asignatura "Literatura de Tucumán" .
Sin autor no hay libro ni editoriales. Y para que un libro viva debe tener lectores.
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