25 Abril 2013
Es una de las palabras más pronunciadas en las últimas décadas. Abarca una parte de la realidad de los argentinos -o toda la realidad, depende desde qué lugar se la mire-. Aunque algunos sostienen que puede ser de crecimiento, en muchos provoca incertidumbre, frustración, desilusión, bronca, desesperanza. La crisis se ha adueñado del fútbol desde hace ya bastante tiempo y mantiene a varios clubes contra las cuerdas. Ello ocurre, por ejemplo, con San Martín, cuya comisión directiva renunció en pleno, profundizando el caos institucional.
El ex presidente del club, que había reemplazado al también renunciante Emilio Luque, declaró que "la cosa no daba para más. Se había roto el diálogo con el plantel y los empleados, por eso es que decidimos dar un paso al costado". Respecto del conflicto salarial que mantenían con el plantel y los empleados, dijo que las partes tenían una inflexible posición, lo que dificultaba las negociaciones. "La gota que rebasó el vaso fue no haber podido llegar a un acuerdo con los jugadores. Ahora confío que la Junta Fiscalizadora pueda solucionar el tema y llamar a elecciones en los próximos 45 días", sostuvo. Sin embargo, el directivo no hizo un intento por esbozar una autocrítica.
Fundado el 2 de noviembre de 1909, el club viene en picada desde 2010, cuando descendió de la B Nacional al Argentino A. Los resultados negativos no fueron una casualidad, sino más bien un reflejo de los conflictos dirigenciales que se fueron ahondando hasta el punto que un grupo importante de hinchas se unió para pedir la renuncia de la directiva, a través de protestas que se iniciaron en julio de 2011. Tras marchas y contramarchas, los Autoconvocados lograron la renuncia del presidente Rubén Ale. En diciembre de ese año, con la promesa de lanzar una campaña intensiva para captar socios, insertar al afiliado y su familia en el complejo deportivo, mejorar las instalaciones, conseguir auspiciantes y realizar una auditoría, asumió la conducción encabezada por Emilio Luque y Samuel Semrik, pero estos renunciaron en julio y siguió adelante el resto de la comisión.
La crisis económica de San Martín es profunda y tiene que ver principalmente con la impericia de los dirigentes. Se sabe que el club arrastra un pasivo importante; nunca se consiguieron los auspiciantes prometidos y es un misterio el destino de los fondos que ingresan por las recaudaciones, pese a que se juega a estadio lleno. Se contrataron más de 20 jugadores cuando Carlos Ramacciotti asumió como entrenador, varios de ellos con sueldos altos. La lista de acreedores es importante. Si se gasta más dinero que el que ingresa, ninguna institución puede funcionar bien.
Como en cualquier familia, si los gastos son mayores que los ingresos, las deudas serán constantes y las posibilidades de desarrollo casi nulas. Un club no debe poner en riesgo su estabilidad y su futuro por el sueldo de un jugador, por más extraordinario que este sea. El trabajo institucional debe tener siempre como objetivo el bien común, no los intereses de los directivos o de los jugadores; son estos los que deben estar en función de la institución.
Con jugadores, cuerpo técnico y empleados sin cobrar, no pueden esperarse resultados deportivos positivos. Si no se retoma el espíritu altruista de los fundadores y de los que a lo largo de más de una centuria supieron construir un club que es orgullo de los tucumanos, lejos estará San Martín de renacer de las cenizas.
El ex presidente del club, que había reemplazado al también renunciante Emilio Luque, declaró que "la cosa no daba para más. Se había roto el diálogo con el plantel y los empleados, por eso es que decidimos dar un paso al costado". Respecto del conflicto salarial que mantenían con el plantel y los empleados, dijo que las partes tenían una inflexible posición, lo que dificultaba las negociaciones. "La gota que rebasó el vaso fue no haber podido llegar a un acuerdo con los jugadores. Ahora confío que la Junta Fiscalizadora pueda solucionar el tema y llamar a elecciones en los próximos 45 días", sostuvo. Sin embargo, el directivo no hizo un intento por esbozar una autocrítica.
Fundado el 2 de noviembre de 1909, el club viene en picada desde 2010, cuando descendió de la B Nacional al Argentino A. Los resultados negativos no fueron una casualidad, sino más bien un reflejo de los conflictos dirigenciales que se fueron ahondando hasta el punto que un grupo importante de hinchas se unió para pedir la renuncia de la directiva, a través de protestas que se iniciaron en julio de 2011. Tras marchas y contramarchas, los Autoconvocados lograron la renuncia del presidente Rubén Ale. En diciembre de ese año, con la promesa de lanzar una campaña intensiva para captar socios, insertar al afiliado y su familia en el complejo deportivo, mejorar las instalaciones, conseguir auspiciantes y realizar una auditoría, asumió la conducción encabezada por Emilio Luque y Samuel Semrik, pero estos renunciaron en julio y siguió adelante el resto de la comisión.
La crisis económica de San Martín es profunda y tiene que ver principalmente con la impericia de los dirigentes. Se sabe que el club arrastra un pasivo importante; nunca se consiguieron los auspiciantes prometidos y es un misterio el destino de los fondos que ingresan por las recaudaciones, pese a que se juega a estadio lleno. Se contrataron más de 20 jugadores cuando Carlos Ramacciotti asumió como entrenador, varios de ellos con sueldos altos. La lista de acreedores es importante. Si se gasta más dinero que el que ingresa, ninguna institución puede funcionar bien.
Como en cualquier familia, si los gastos son mayores que los ingresos, las deudas serán constantes y las posibilidades de desarrollo casi nulas. Un club no debe poner en riesgo su estabilidad y su futuro por el sueldo de un jugador, por más extraordinario que este sea. El trabajo institucional debe tener siempre como objetivo el bien común, no los intereses de los directivos o de los jugadores; son estos los que deben estar en función de la institución.
Con jugadores, cuerpo técnico y empleados sin cobrar, no pueden esperarse resultados deportivos positivos. Si no se retoma el espíritu altruista de los fundadores y de los que a lo largo de más de una centuria supieron construir un club que es orgullo de los tucumanos, lejos estará San Martín de renacer de las cenizas.
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