El dólar y los papelitos de colores

BUENOS AIRES.- Una combinación de factores que van desde una elevada presión impositiva, abultado déficit fiscal, exceso de liquidez y un marco de debilidad institucional e inseguridad jurídica, son las causas que explican la abrupta escalada del dólar negro.

La brecha cambiaria con el dólar oficial que roza el 80%, muestra no sólo los temores de los agentes económicos sino también la debilidad de un modelo que languidece y que está mostrando números negativos. Los dos supuestos pilares del modelo, superávit fiscal y comercial, son apenas una anécdota. En realidad, la única columna del modelo fue la brutal devaluación de 2002.

El desequilibrio fiscal es alarmante y no encuentra fuentes de financiamiento. Agotada la capacidad de emisión monetaria y de reservas del Banco Central (BCRA), la administración Kirchner buscará hacerse de los dólares de los particulares, ahora que cuenta con las limitaciones a los recursos de amparo.

El BCRA ve tambalear su estructura patrimonial y en lugar de acumular reservas, embolsa papelitos de colores del Tesoro.

La balanza comercial se achica a la par de las caídas en las exportaciones y un incremento de las importaciones, en especial, de bienes energéticos, pero también de otros productos que resultan más barato comprarlos en el exterior que producirlos en el país, debido a la fenomenal suba de costos internos.

La inflación va cobrando las primeras víctimas: empleo y actividad. La inversión y la actividad industria se contrajo por segundo trimestre consecutivo, como consecuencia del cepo cambiario y las trabas a las importaciones.

A pesar de que la apuesta oficial vuelve a descansar sobre los ingresos de dólares de la soja, los productores comienzan a decirle "adiós" a la oleaginosa.

Se espera que la futura campaña empiece a reflejar una marcada contracción en el área sembrada, precisamente, por la suba de impuestos, por el aumento de los costos y la consecuente disminución de los márgenes brutos, incluidas las retenciones.

De allí que no resulta sorprendente que los principales pool de siembra comiencen a migrar hacia Uruguay, Paraguay y Brasil, en busca de un mejor tratamiento fiscal y financiero. En toda la ecuación productiva, las causas hay que buscarlas en los derechos a las exportaciones, aumentos en los IIBB, incrementos en las valuaciones fiscales de los inmuebles rurales, suba de los alquileres y el retraso cambiario. En un simple ejercicio teórico se calcula que el productor recibiría el 62% menos de dólar por tonelada de soja, solamente teniendo en cuenta el efecto de las retenciones a las exportaciones y el diferencial entre el cambio oficial con el contado con liquidación.

Según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, los márgenes brutos para la oleaginosa de primera y el maíz, después arrendamientos, son negativos o tendiendo a cero. En ese sentido, mientras que la soja de primera arroja un resultado bruto negativo de U$S 23,6 por hectárea, el maíz obtendría una ganancia bruta U$S 0,35 por hectárea.

Esto es sólo un presagio de cambios. Algo va a suceder porque de lo contrario, con menos producción granaria, habrá menos dólares para atender el déficit energético y para el pago de los servicios de la deuda.

El dólar por encima de $ 9 es una señal. Tal vez no inmediata, pero por ahora firme. El marco institucional deprime aun más el ánimo del foro judicial, de los agentes económicos y de la población que ve como se escapa el presente y el futuro, sueños y anhelos, esfuerzo y proyectos. Pero no todo está perdido, el cambio está en manos de quien quiera cambiar, aun en tiempos oscuros como éstos.

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