Por Jorge Figueroa
29 Abril 2013
Es la España de principios del siglo XX, donde la tradición tiene un peso decisivo; tanto en la sociedad, en sus valores políticos, como en la familia, donde la mujer está destinada a ser ama de casa y a reprimir sus sentimientos, sus emociones. Allí, una mujer enviuda y decide, por aquello de la misma tradición, guardar un riguroso luto.
Con estos datos, el lector ya sabe que se está hablando de "La casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca, uno de los escritores -junto a Skakespeare y Moliére- más representados en esta ciudad y en el país, con atrevidas como respetuosas versiones, pero también con el texto original. La obra está agendada para julio en el calendario del Teatro Estable, donde ya comenzaron los ensayos bajo la dirección de Rafael Nofal.
"La casa de Bernarda Alba" será el segundo estreno del año del Elenco Estable, luego de "Esperando la Carroza" que dirigió Oli Alonso. En la apertura de la temporada, las instrucciones oficiales del Ente Cultural habían sido muy claras: la obra elegida debía contener a casi todos los actores del Elenco Estable, debía ser un texto de autor y raigambre nacional y tratarse de una comedia; instrucciones que generaron más de una polémica.
Pero de la comedia de la apertura se pasará ahora a una tragedia, aunque, debe advertirse, se continúa apostando sobre seguro. ¿No son los clásicos, acaso, aquellos textos u obras que permanecen en el tiempo porque hablan a distintas épocas, porque son vigentes, precisamente? ¿No son los clásicos, acaso, los que nos sirven como refugios seguros en momentos de inestabilidad? Claro, siempre y cuando no se intervenga en él para situarlo aquí y ahora, o para utilizarlo para innovar el lenguaje artístico.
El texto de García Lorca fue llevado a escena por José María Bruguera en 1964, por el Teatro Universitario; por el Taller de la Provincia, en 1994, dirigido por Oscar Quiroga; en 1997, Miguel Montañez lo condujo en el Teatro Municipal de Simoca, y Jorge Gutiérrez, con La Baulera, en 1998. La Red Lules, con José Luis Alves lo puso en 2000. Y más recientemente, en 2010, por el Teatro Entrerejas (Fernando Kornstanje), con mujeres presas, tras superar prohibiciones y censuras.
Pero antes, a mediados de este mes, la Fundación Teatro Universitario, de Ricardo Salim, coproducirá con el Ente Cultural -como en los últimos años-, una adaptación de "Los dos gemelos venecianos", de Carlo Goldoni.
De todos modos, por estas horas, la puesta de la obra de García Lorca no es la única preocupación de los actores y actrices del Teatro Estable: una versión sobre el futuro de la sala Orestes Caviglia, residencia natural del Elenco, ha creado inquietud en el ambiente artístico, puesto que, inversión mediante, el Incaa podría transformarlo en una sala de proyección, poco menos. Están avanzados los proyectos que están equipando la Caviglia como sede del Incaa, y actores y actrices viven momentos de incertidumbre sobre cómo se convivirá con la agenda cinematográfica y aquella dedicada a "otras actividades", no precisadas. Pero además, sostienen la necesidad de refaccionar la sala y equipar el gabinete técnico propio, como el de luces, por ejemplo.
Con estos datos, el lector ya sabe que se está hablando de "La casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca, uno de los escritores -junto a Skakespeare y Moliére- más representados en esta ciudad y en el país, con atrevidas como respetuosas versiones, pero también con el texto original. La obra está agendada para julio en el calendario del Teatro Estable, donde ya comenzaron los ensayos bajo la dirección de Rafael Nofal.
"La casa de Bernarda Alba" será el segundo estreno del año del Elenco Estable, luego de "Esperando la Carroza" que dirigió Oli Alonso. En la apertura de la temporada, las instrucciones oficiales del Ente Cultural habían sido muy claras: la obra elegida debía contener a casi todos los actores del Elenco Estable, debía ser un texto de autor y raigambre nacional y tratarse de una comedia; instrucciones que generaron más de una polémica.
Pero de la comedia de la apertura se pasará ahora a una tragedia, aunque, debe advertirse, se continúa apostando sobre seguro. ¿No son los clásicos, acaso, aquellos textos u obras que permanecen en el tiempo porque hablan a distintas épocas, porque son vigentes, precisamente? ¿No son los clásicos, acaso, los que nos sirven como refugios seguros en momentos de inestabilidad? Claro, siempre y cuando no se intervenga en él para situarlo aquí y ahora, o para utilizarlo para innovar el lenguaje artístico.
El texto de García Lorca fue llevado a escena por José María Bruguera en 1964, por el Teatro Universitario; por el Taller de la Provincia, en 1994, dirigido por Oscar Quiroga; en 1997, Miguel Montañez lo condujo en el Teatro Municipal de Simoca, y Jorge Gutiérrez, con La Baulera, en 1998. La Red Lules, con José Luis Alves lo puso en 2000. Y más recientemente, en 2010, por el Teatro Entrerejas (Fernando Kornstanje), con mujeres presas, tras superar prohibiciones y censuras.
Pero antes, a mediados de este mes, la Fundación Teatro Universitario, de Ricardo Salim, coproducirá con el Ente Cultural -como en los últimos años-, una adaptación de "Los dos gemelos venecianos", de Carlo Goldoni.
De todos modos, por estas horas, la puesta de la obra de García Lorca no es la única preocupación de los actores y actrices del Teatro Estable: una versión sobre el futuro de la sala Orestes Caviglia, residencia natural del Elenco, ha creado inquietud en el ambiente artístico, puesto que, inversión mediante, el Incaa podría transformarlo en una sala de proyección, poco menos. Están avanzados los proyectos que están equipando la Caviglia como sede del Incaa, y actores y actrices viven momentos de incertidumbre sobre cómo se convivirá con la agenda cinematográfica y aquella dedicada a "otras actividades", no precisadas. Pero además, sostienen la necesidad de refaccionar la sala y equipar el gabinete técnico propio, como el de luces, por ejemplo.