13 Mayo 2013
Tuve la oportunidad de asistir a la conferencia de cierre que Pep Guardiola, el ex entrenador del Barcelona, brindó en un teatro de la Avenida Corrientes y escuchar, de primera mano, sus ideas, conceptos y reflexiones, que sintetizó de la siguiente manera:
• Táctica: manifestó y mostró una gran obsesión por ella, dedicando gran parte de su presentación a compartir esquemas dinámicos de planteo del equipo frente a un mismo rival en distintas instancias de competición. Con esto demostró, no solo su pasión por la disciplina, sino una gran capacidad y deseo de aprendizaje.
• Trabajo: mostró ser un exigente trabajador e igualmente exigente con sus dirigidos. Por eso finalizó exhausto su período en el Barcelona y, meses después, no dudó en arriesgar todo su prestigio aceptando el desafío de dirigir a otro grande, campeón de su liga y finalista del torneo de campeones mas prestigioso del mundo.
• Equipo: no se le escapa, ni en el plano teórico ni en la práctica, que un equipo es una pieza de relojería muy difícil de calibrar. Reconoce que las piezas de ese complejo aparato, los jugadores, son personas con capacidades, realidades personales y coyunturas diferentes, y que comprender esas diferencias y sus dinámicas es la tarea más desafiante que debe emprender un director técnico. Él disfruta de establecer relaciones íntimas y de confianza con los jugadores. Sin estridencias y casi con algo de vergüenza, aunque con seguridad en los principios rectores, Guardiola marcó de esta manera "su" cancha, no sin antes agradecer a las personas que generosamente le regalaron ideas, consejos y tiempo a lo largo de su corta carrera como director técnico.
Me quedé reflexionando sobre las enseñanzas que Pep no nos dejó. Me explico. La Argentina es un país raro, particular. De la misma manera que se mete inexplicablemente en problemas insólitos y extemporáneos, está constantemente a la búsqueda de personas iluminadas o soluciones mágicas que la salven de esos estropicios. Ocurre en política (¡que se vayan todos!), economía (devaluaciones, blanqueos, cesaciones de pagos), educación (gastar más) y, naturalmente, también ocurre en el fútbol. La altísima rotación de técnicos, tan criolla como el asado, responde a esa lógica, no solo competitiva , sino cultural. Dentro de este marco referencial y a partir de trayectos locales institucionalmente inestables producto de resultados erráticos en el fútbol, es lógico imaginar que los Sabella, Bilardo, Brindisi, Cagna y demás técnicos, especialistas y fanáticos de este deporte, hayan asistido a la conferencia con la ligera esperanza de escuchar y aprender algo "mágico" de rápida y sencilla implementación, algo parecido a la fórmula de la Coca-Cola o al algoritmo de Google. Alguna clave fundamental que permita, por su propia condición mágica y gracias a su sencilla instrumentabilidad, dar respuesta a todos los problemas que tiene el futbol, a todas las torpezas u omisiones acumuladas a lo largo de años y años de hacer las cosas en forma incorrecta. Para mí satisfacción, y validando su condición de trabajador incansable y aprendiz apasionado de una disciplina que ama, Pep habló de lo obvio y describió principios básicos del manejo de un equipo en la alta competencia. Pero, para disgusto de varios, su presentación no dio luz sobre ningún aspecto realmente científico, ni mágico.
Pep no es brujo, ni vidente, ni mago, y por esa misma razón no se cansó de repetir que lo que a él le funcionó debe ser tomado solo como referencia y no como dogma.
Por eso, creo que el gran aporte de Pep está dado principalmente por todo lo que no enseñó. Su paso por el país, afortunadamente, no nos permitió revelar "la fórmula" del éxito.
• Táctica: manifestó y mostró una gran obsesión por ella, dedicando gran parte de su presentación a compartir esquemas dinámicos de planteo del equipo frente a un mismo rival en distintas instancias de competición. Con esto demostró, no solo su pasión por la disciplina, sino una gran capacidad y deseo de aprendizaje.
• Trabajo: mostró ser un exigente trabajador e igualmente exigente con sus dirigidos. Por eso finalizó exhausto su período en el Barcelona y, meses después, no dudó en arriesgar todo su prestigio aceptando el desafío de dirigir a otro grande, campeón de su liga y finalista del torneo de campeones mas prestigioso del mundo.
• Equipo: no se le escapa, ni en el plano teórico ni en la práctica, que un equipo es una pieza de relojería muy difícil de calibrar. Reconoce que las piezas de ese complejo aparato, los jugadores, son personas con capacidades, realidades personales y coyunturas diferentes, y que comprender esas diferencias y sus dinámicas es la tarea más desafiante que debe emprender un director técnico. Él disfruta de establecer relaciones íntimas y de confianza con los jugadores. Sin estridencias y casi con algo de vergüenza, aunque con seguridad en los principios rectores, Guardiola marcó de esta manera "su" cancha, no sin antes agradecer a las personas que generosamente le regalaron ideas, consejos y tiempo a lo largo de su corta carrera como director técnico.
Me quedé reflexionando sobre las enseñanzas que Pep no nos dejó. Me explico. La Argentina es un país raro, particular. De la misma manera que se mete inexplicablemente en problemas insólitos y extemporáneos, está constantemente a la búsqueda de personas iluminadas o soluciones mágicas que la salven de esos estropicios. Ocurre en política (¡que se vayan todos!), economía (devaluaciones, blanqueos, cesaciones de pagos), educación (gastar más) y, naturalmente, también ocurre en el fútbol. La altísima rotación de técnicos, tan criolla como el asado, responde a esa lógica, no solo competitiva , sino cultural. Dentro de este marco referencial y a partir de trayectos locales institucionalmente inestables producto de resultados erráticos en el fútbol, es lógico imaginar que los Sabella, Bilardo, Brindisi, Cagna y demás técnicos, especialistas y fanáticos de este deporte, hayan asistido a la conferencia con la ligera esperanza de escuchar y aprender algo "mágico" de rápida y sencilla implementación, algo parecido a la fórmula de la Coca-Cola o al algoritmo de Google. Alguna clave fundamental que permita, por su propia condición mágica y gracias a su sencilla instrumentabilidad, dar respuesta a todos los problemas que tiene el futbol, a todas las torpezas u omisiones acumuladas a lo largo de años y años de hacer las cosas en forma incorrecta. Para mí satisfacción, y validando su condición de trabajador incansable y aprendiz apasionado de una disciplina que ama, Pep habló de lo obvio y describió principios básicos del manejo de un equipo en la alta competencia. Pero, para disgusto de varios, su presentación no dio luz sobre ningún aspecto realmente científico, ni mágico.
Pep no es brujo, ni vidente, ni mago, y por esa misma razón no se cansó de repetir que lo que a él le funcionó debe ser tomado solo como referencia y no como dogma.
Por eso, creo que el gran aporte de Pep está dado principalmente por todo lo que no enseñó. Su paso por el país, afortunadamente, no nos permitió revelar "la fórmula" del éxito.
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